Como todos los días en este centro de la Asociación Horizonte de Las Rozas (Madrid), Jaime de 55 años, se prepara para hacer una de sus actividades preferidas, cerámica. Viene a este centro desde que era pequeño por su diagnóstico de TEA, trastorno del espectro autista. Jaime es muy observador y metódico y necesita el apoyo de una persona de referencia siempre. Aline también tiene autismo, es madre de 3 niños y consultora en una multinacional. Lo que más le cuesta es entender las reglas sociales y las relaciones.
A sus 20 años, Eva estudia creación y desarrollo de videojuegos y siempre lleva auriculares porque le molesta el ruido y la música le ayuda a concentrarse. Marieta es la madre de Nacho, un niño de 6 años que camina, pero no habla. Nacho es un niño feliz que disfruta viendo dibujos animados, le gusta ir al parque, viajar en coche e ir a restaurantes. La diferencia es que Nacho va a un colegio de educación especial, algo muy necesario para estos y otros niños que se encuentran en situaciones similares. En estos centros les atienden según sus necesidades y por eso, las familias exigen que no desaparezcan.
Jaime, Aline, Eva y Nacho son los 4 protagonistas de la campaña que ha realizado este año la Confederación Española de Autismo. El objetivo es visibilizar que el trastorno del espector autista es muy variable en cada persona. La comunicación y la flexibilidad de adaptación son características comunes, pero a cada persona afecta de una manera distinta y en esta campaña quieren destacarlo, para acabar con el estigma que envuelve a estas personas.