¿Posee el ayuno intermitente beneficios para el cerebro?
Estudios realizados en animales de laboratorio muestran el efecto beneficioso del ayuno y la restricción calórica sobre la mejora de la función cognitiva
La disminución de la ingesta de calorías activa mecanismos de neuroprotección dependientes del estado energético
Ante la utilización del ayuno intermitente por parte de la población, sobre todo infantojuvenil, como patrón para reducir peso, los expertos alertan de que puede ocasionar efectos no deseados
El ayuno intermitente está de moda. Son muchos los influencers, tiktokers o instagramers que elogian en sus redes sociales los beneficios de esta dieta. Con este modelo de alimentación se renuncia a ingerir cualquier alimento por períodos específicos y recurrentes durante más de 12 horas, lo que provoca, según estudios, que el cuerpo humano entre en un estado fisiológico de cetosis que se caracteriza por niveles bajos de glucosa en sangre, disminución de los depósitos de glucógeno en hígado y la producción hepática de cuerpos cetónicos (CC). Este tipo de dieta puede llevarse a cabo de tres maneras: como un ayuno de días alternos, en el que se mezcla días enteros y no consecutivos en los que no se consume nada (no hay aporte calórico) con días en los que se consumen todas las calorías que la persona quiera; mediante la restricción energética intermitente, donde se consume un porcentaje de energía mucho menor a la energía que es necesaria para el día (por ejemplo, se consume solo el 25% de la energía total necesaria durante unos días concretos); y la última, y más habitual, haciendo un ayuno de tiempo restringido, que consiste en pasar de 12 a 21 horas al día sin comer, pudiendo ser 16/8, 14/10 o 12/12.
La ciencia quiere saber más sobre esta práctica. Por ello, ha profundizado en los posibles beneficios que este patrón alimenticio tiene en la salud de las personas a nivel físico, pero, sobre todo, cognitivo. Recientemente, un grupo multidisciplinar de investigadores pertenecientes a algunas universidades y hospitales de Estados Unidos e Italia ha publicado, en la revista Cells Report, el artículo “Los ciclos de dieta que imitan el ayuno reducen la neuroinflamación para atenuar el deterioro cognitivo en modelos de Alzheimer”. El estudio se ha realizado con ratones transgénicos sanos junto a ratones con Alzheimer, 3xTg y E4FAD, para conocer los efectos que este tipo de dieta posee en la reducción de algunos elementos que podrían afectar la enfermedad de Alzheimer. Los resultados indican que los ciclos de dietas que imitan el ayuno retrasan el deterioro cognitivo en los modelos de AD, en parte al reducir la neuroinflamación y/o la producción de superóxido en el cerebro.
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¿Beneficios también en humanos?
Cristina Pintado Losa, Doctora en Farmacia y graduada en Psicología, profesora titular del área de Bioquímica de la facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica de la Universidad de Castilla-La Mancha e investigadora del grupo Diabetes y Obesidad con el envejecimiento del Centro Regional de Investigaciones Biomédicas (CRIB), sostiene que los numerosos estudios realizados en animales de laboratorio muestran el efecto beneficioso del ayuno y la restricción calórica sobre la mejora de la función cognitiva. En ello, asegura esta doctora en Farmacia, “confluyen distintos factores como la activación de mecanismos de protección frente a la generación de radicales libres (respuesta antioxidante) y la modulación de la respuesta inflamatoria en el cerebro mediante el control de la microglía, células responsables de la respuesta inmune en nuestro cerebro”. Esta experta aconseja ser cautos con los resultados que se obtienen en estudios desarrollados en animales de investigación y su extrapolación a los seres humanos, “a pesar de que en humanos también se ha observado un beneficio de la restricción calórica y el ayuno en la función cognitiva”. Además, prosigue la investigadora del CRIB, “es importante tener en cuenta tanto la composición de la dieta como la edad a la que comienza la restricción y el ayuno, ya que se sabe que la falta de aporte de sustratos energéticos al cerebro puede comprometer la supervivencia neuronal”.
Ascensión Marcos, vocal de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), destaca algunas limitaciones en el estudio: una de ellas, que los propios autores señalan, sería que “la secuenciación del RNA lo miden en la corteza cerebral y no en las propias neuronas”. También, en relación con el patrón nutricional utilizado (basado en sopas, vegetales, olivas, con la adición de suplementos específicos como aceite de oliva, aceite de coco, aceite de algas, nueces, cafeína y cacao), la vocal de la FESNAD apunta que “sería interesante proseguir el estudio incluyendo la dieta mediterránea que introduce ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados”.
El artículo subraya que la implementación de esta dieta, que imita el ayuno, disminuye la inflamación cerebral y el estrés oxidativo. Cristina Pintado Losa explica que “se trata de una dieta donde se disminuye el consumo de calorías, siempre y cuando no se comprometa el estado nutricional de los individuos cumpliendo con los requerimientos nutricionales, ya que el efecto observado podría ser el opuesto. Una disminución del 20% de la ingesta calórica normal podría suponer ya un beneficio para la salud según estudios en animales. La diminución de la ingesta de calorías activa mecanismos de neuroprotección dependientes del estado energético”.
El ayuno intermitente para reducir peso
¿Por qué se producirían estos mecanismos neuroprotectores? Salvador Macip, director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y catedrático de Medicina Molecular de la Universidad de Leicester, manifiesta que ocurren “en respuesta a la falta de nutrientes. Es esto, más que el cambio de la proporción de los componentes de la dieta, lo que se cree que modifica el metabolismo y reduce la degeneración de los tejidos”. Sin embargo, “de momento, no tenemos suficientes datos sobre el ayuno intermitente para saber quién se podría beneficiar de él. Hay varios estudios en marcha, incluido uno en nuestro laboratorio, para entender qué efectos tiene en el organismo. En un futuro cercano lo entenderemos mejor, pero actualmente no tenemos pruebas de que realmente frene el deterioro asociado con la edad en humanos, aunque los datos preliminares son esperanzadores. Lo que sí que parece que está claro es que no sirve para perder peso”, agrega este experto de la UOC.
Ante la utilización del ayuno intermitente por parte de la población, sobre todo infantojuvenil, como patrón para reducir peso, los expertos alertan de que pueden ocasionar efectos no deseados. “En el caso de jóvenes y adolescentes que están en un periodo de desarrollo donde el aporte de proteínas es fundamental para el crecimiento, así como de sustratos energéticos como son las grasas y los hidratos de carbono, la estrategia dietética iría enfocada a aplicar una dieta que cumpla con los requerimientos nutricionales a estas edades, disminuyendo la ingesta de azucares simples y grasas saturadas y promoviendo la práctica de ejercicio como parte de un estilo de vida saludable”, declara Cristina Pintado Losa.
Ascensión Marcos reclama la necesidad de que se realice más pedagogía para combatir el desconocimiento que existe por parte de los más jóvenes de este tipo de prácticas. “La nutrición debería ser una asignatura en los colegios. Es una materia fundamental y tendría que ser impartida por personas que saben de qué hablan, que no es tan fácil. La nutrición se ha tenido como una maría y no lo es. Comemos varias veces al día y todos los días. Así que creo que le deberíamos dar la importancia que tiene. La nutrición no es un alimento, es un estilo de vida y resulta complicado llevarlo a cabo de buena forma si no se conoce. Y la familia es fundamental para llevar un buen estilo de vida”, concluye esta experta.