Dentro del San Mateo: balance del único instituto público de excelencia de España después de una década

  • El instituto público San Mateo, que imparte Bachillerato de Excelencia desde hace doce años, obtiene las mejores calificaciones en Selectividad de Madrid

  • Para acceder a este centro, en el que están matriculados 220 alumnos, se necesita un 8 o más de media en cuarto de la ESO

  • “La idea era hacer un instituto donde los alumnos quisieran estudiar y los profesores quisieran dar clase. Sin preocuparse de nada más", asegura su director Horacio Silvestre

Nada más entrar al IES San Mateo, en pleno barrio madrileño de Malasaña, se accede al pasillo de la fama. Sus paredes dan fe de que este no es un centro educativo al uso. En ellas cuelgan todos los premios o diplomas que los alumnos del instituto han recibido a lo largo de los años. Y son muchos, muchísimos. En certámenes de jóvenes investigadores, en las olimpiadas de distintas disciplinas, pero también en concursos de teatro, a pesar de que el grupo de alumnos no es profesional.

Este centro es el único de España donde solo se imparte Bachillerato de Excelencia. Aquí está la élite. Los mejores estudiantes. Los elegidos para recibir una formación excepcional antes de que accedan a la Universidad. Este curso están matriculados 220 alumnos, entre primero y segundo de Bachillerato. Tres aulas de Ciencias y una de Humanidades, en cada curso.

Horacio Silvestre es el director del San Mateo desde que abrió como centro de Bachillerato de Excelencia hace doce años. Un proyecto personal de la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Luego se abrirían más aulas de excelencia en otros 17 institutos más repartidos por la región. Otras comunidades, como Castilla y León, han copiado el modelo.

Crear buenos alumnos

“La idea era hacer un instituto donde los alumnos quisieran estudiar y los profesores quisieran dar clase, sin preocuparse de nada más. Y que los alumnos salieran muy bien preparados de cara a la Universidad. Recuperar el sentido que ha tenido siempre el Bachillerato como puerta a los estudios superiores. Nuestro objetivo es crear buenos alumnos que hagan una carrera universitaria en las mejores condiciones”, asegura Silvestre, que es también catedrático de Latín.

Se necesita un 8 en la nota media de las cuatro troncales -Lengua, Matemáticas, Lengua Extranjera e Historia- de cuarto de la ESO para acceder a este centro. A partir de aquí, se elabora la lista de admitidos en función de la nota media de la ESO, de mejor a peor. “Son chicos normales, pero todos son muy estudiosos. O, por lo menos, han sido lo suficientemente hábiles, listos y talentosos para sacar una buena nota en sus estudios. Y aquí la siguen teniendo, siempre que sigan trabajando. A algunos les cuesta menos y a algunos les cuesta más. Tienen sus aficiones, manías y problemas, como todos los adolescentes de su edad, y vienen aquí buscando una respuesta a su necesidad de formación”, apunta el director.

El primer curso, 2011-2012, que se puso en marcha el instituto, se matricularon en primero de Bachillerato un centenar de alumnos. Se acabaron yendo 17 por miedo a que la nota que obtuvieran en Selectividad fuera baja. Entonces, ninguna promoción del IES San Mateo se había presentado a Selectividad. “Se fueron porque no sabían cómo podía irles en ese examen, pero también porque desconocían de qué manera les rentaba estudiar aquí, la utilidad práctica de esforzarse más o la recompensa de venir desde muy lejos”, apunta Silvestre.

Al año siguiente, en el 2012-2013, solo se matricularon 48. Lo hicieron también a ciegas porque, entonces, tampoco había dado tiempo a comprobar las notas en Selectividad de sus compañeros que habían pasado ya a segundo. En junio se vieron los resultados: la primera promoción del Bachillerato de Excelencia había sacado la mejor nota de Selectividad de aquel año en Madrid. Desde entonces, empezó a subir cada vez más la demanda de matriculaciones.

El año pasado, la nota media en Selectividad del IES San Mateo fue la más alta de la región. Un 8,5 sobre 10 en la fase general, por delante, incluso, de cualquier colegio privado. Cada año, la demanda para las tres aulas de Ciencias asciende a unos 150-160 alumnos para 90 plazas, en cambio, la única aula de Humanidades ni siquiera se llena.  “Viene todo tipo de alumnado, desde el punto de vista sociológico. Autóctonos, de familias extranjeras, de familias pudientes y menos pudientes. Hijos de catedráticos de Universidad, pero también de conserjes de instituto. Hijos de fruteros, pero también de médicos o abogados”, reconoce el director.

Proyecto de investigación

Si hay algo que distingue este centro respecto al resto es la obligación que tienen todos los alumnos de realizar un proyecto de investigación, al igual que en el Bachillerato Internacional. Puede ser de la materia que ellos elijan -de arte, humanidades, ciencias sociales, tecnología, ciencias experimentales o exactas- y siempre bajo la tutela de un profesor.

Aunque cueste creerlo, profesores y alumnos reconocen que no se vive un ambiente competitivo por sacar la mejor nota. De hecho, aseguran, se ayudan entre sí. “Aquí ni les regalamos ni les escatimamos la nota. Casi todos sacan una calificación parecida en Bachillerato que en Selectividad. Está muy equilibrado”, asegura Silvestre.

Lo cierto es que en el San Mateo es difícil destacar. “Tenía miedo de que la gente se estuviera pegando por la nota, pero, al contrario, nos ayudamos unos a otros”, reconoce una alumna. “No te voy a negar que aquí llegas estando acostumbrada a ser la mejor de tu clase y te das cuenta de que hay muchísima gente como tú y te toca bajar la cabeza y reconocer que tienes mucho más que aprender y que no pasa nada por no ser la mejor”, añade.

El instituto abre todas las tardes con el fin de que los alumnos desarrollen otras habilidades y colmen otras inquietudes que van más allá del currículum. Teatro, grupos de debate, de lectura de textos literarios y filosóficos, seminarios de inglés, francés o alemán, traducción de latín y griego o preparación de las olimpiadas de Matemáticas, Física o Química. De esta última, justo esta semana se ha sabido que tres de sus alumnos han ganado tres medallas y, otros tres, menciones honoríficas en la Olimpiada de Madrid. Recientemente, otra de sus estudiantes consiguió la medalla de bronce en la Olimpiada nacional de Matemáticas.

En cuanto a los profesores, el instituto cuenta con una plantilla bastante estable de 20 docentes. Todos son funcionarios a los que se les ha asignado una plaza en el San Mateo en comisión de servicio. “Es un profesorado selecto dentro de las necesidades del centro”, señala Silvestre.

"Un lujo"

Hoy en clase de Latín alumnos de segundo de Bachillerato traducen a Salustio. Se están preparando para una prueba en la Complutense organizada por la Sociedad Española de Estudios Clásicos a la que se va a presentar toda la clase. “Venir a dar clases aquí es un lujo. Yo soy una gran afortunada, porque soy de los pocos profesores de Latín que pueden dar clases de Latín a alumnos que les interesa. Y todas las mañanas doy gracias por poder venir aquí”, reconoce Ana Concha, docente de este instituto.  

Salomé, alumna de Humanidades, tenía claro desde pequeña que quería estudiar griego, pero en su instituto ni siquiera se había formado un grupo de Latín, así que acabó matriculándose en el San Mateo. “Este instituto es maravilloso, es un privilegio estar aquí”, señala.

El mismo entusiasmo desprende su compañera Eva. “Estoy muy agradecida de poder estar con compañeros que quieren aprender y escuchan y se toman las cosas en serio”.  “Aquí los profesores exigen mucho a los alumnos, pero los alumnos exigen también a los profesores”, reconoce otro chico que quiere ser lingüista.

El San Mateo ha recibido muchas críticas desde su apertura por su “carácter segregador”. Algunos sectores de la comunidad educativa denuncian que aquí se separa a los mejores alumnos del resto o que se elige a los docentes “a dedo”. Pero el día a día de este instituto transcurre ajeno a las polémicas. Saben que están en un lugar privilegiado, que además es público, y le sacan provecho. A la promoción que se gradúa cada año se le entrega un pin con una rememoración en griego de una cita de Tucídides: “Un valor para siempre”. El valor para siempre de lo que se les ha enseñado aquí.