El 28 de abril de 2022, Lesley, a punto de cumplir 15 años, intentó quitarse la vida en el instituto público de su pueblo, Cassà de la Selva, en Gerona, tras sufrir durante más de un año acoso escolar. Se desplomó en el pasillo del centro después de ingerir numerosas pastillas. "Me llamaron desde conserjería a las 9:03 de la mañana. Fui corriendo al instituto y cuando llegué me encontré a mi hija sola con los servicios de emergencia del SAMUR. No había nadie del centro acompañándola", recuerda con dolor su madre, Jessica. "Aún espero a día de hoy que me llame el director para explicarme lo sucedido".
Aquel fue un intento de suicidio anunciado. "Antes de ese día fuimos en numerosas ocasiones a denunciar el bullying que sufría y que la estaba destrozando, pero nadie nos quiso escuchar", lamenta. "Y Lesley volvió a intentar quitarse la vida, varias veces... Ahora ha dejado de ir al instituto para recuperar su salud mental. Está ingresada en un centro psiquiátrico de día, mientras los acosadores y los cómplices siguen su vida con normalidad".
El primer episodio que la menor le contó a su madre se remonta a 1º de la ESO. "Me dijo que la habían perseguido hasta casa tirándole latas por el camino, hasta el punto de que la policía tuvo que intervenir y acompañarla al domicilio", detalla Jessica. "Pero fue en 2º curso de Secundaria cuando la cosa se complicó. Le tiraban la chaqueta a la basura, empezaron a hacerle la zancadilla por los pasillos, a empujarla en las escaleras, a tirarle del pelo, a obligarla a sentarse sobre las partes íntimas de uno de los niños que la acosaban...yo al principio intentaba quitarle hierro, le decía que eran gamberradas de críos, pero cuando se convirtió en algo diario y ella empezó a morderse las manos, a intentar hacerse daño, a encerrarse en los lavabos, cuando comenzaron a salirle calvas en la cabeza por el estrés que sufría, me dí cuenta de que allí había un problema serio", relata.
Fue entonces cuando Jessica acudió al instituto para pedir explicaciones de lo que estaba pasando. "Les dije que yo no quería que mi hija acabara saliendo en los diarios por haberse suicidado por culpa del bullying. Y el director me puso la mano en el hombro y me dijo entre risas "Ay por favor, en mi instituto no van a pasar esas cosas. Haga el favor de salir de aquí o llamo a la policía", cuenta.
"Un año y medio después, mi hija estaba grave en la UCI tras intentar quitarse la vida en su instituto", denuncia. "Nunca nos ha pedido perdón, ni nos ha llamado para informarse de su estado. Nada de nada. Al día siguiente del intento de suicidio fuimos al centro a por su mochila y nos encontramos al director en la puerta, mi marido quiso hablar con él, pero este señor le dijo que quién era y al saberlo le contestó que no tenía tiempo... mi pareja perdió los nervios y le dio un guantazo. Acabó en el calabozo 24 horas y con una multa, que le hemos pagado, por la agresión. Yo entiendo que la violencia no es justificable en ningún caso, y asumimos las consecuencias, pero qué rápido ha actuado la justicia en este caso y qué lenta parece con el caso de mi hija, cuando lo que está en juego es su vida", lamenta.
"Ante la inacción del instituto terminamos denunciando al director, a los chicos responsables del acoso y a varias profesoras, porque dos de ellas participaron en el acoso, sobre todo una le decía cosas terribles como "Lesley, tú estás mal de la cabeza, o lo que necesitas es un lavado de estómago, o simplemente callaba cuando los alumnos hacían bromas sobre sus intentos de suicidio tirando pastillas al suelo y diciendo "son de la Lesley". "Todo aberrante".
Desde que Jessica y su familia han puesto el caso en manos de la justicia la situación no ha mejorado. "No sabemos cómo va el proceso, porque nadie nos informa", se queja. Además, ahora el acoso ha saltado de las aulas a las redes sociales y también a las calles. "Mi hija recibe amenazas desde cuentas desconocidas, nos han llegado a escribir la palabra MUERE en nuestro domicilio y unos chicos la han agredido en la puerta de casa, le aplastaron un pecho y le dejaron marcas en todo el cuerpo", relata Jessica.
"La historia no acaba nunca. Por más que ella intenta recuperarse o seguir su vida, no la dejan. Y así es difícil alejar de su mente las ideas suicidas, no para de repetir que solo quiere dejar de sufrir, y para dejar de sufrir tiene que dejar de existir".
El incremento de los intentos de suicidio entre los jóvenes es alarmante. De los 628 intentos en 2006 en menores de 25 años, se pasó en 2020 a 2.092, más del triple. De ellos, 1.511 fueron de chicas, una cifra que ascendió hasta las 1.900 en 2021, el último año del que hay datos oficiales.
"Yo vivo con miedo, no lo puedo negar. Cada vez que suena el teléfono en el trabajo pienso que es por mi hija, cuando escucho una ambulancia me dan taquicardias porque creo que viene a buscarla. Siento pánico constante a que Lesley al final acabe tristemente como Kira o Alana, o tantos niños inocentes que se han quitado la vida para alejarse del dolor del bullying".
"Voy a seguir luchando para hacer justicia. He decidido contar su historia para que se sepa, para que pueda ayudar a otros que atraviesan una situación similar, para que a los implicados al menos se les caiga la cara de vergüenza", defiende Jessica. "Me niego a que vuelva a pisar ese instituto. El martes tengo una reunión en el centro y voy a pedirles que Lesley acabe 4º de la ESO en casa, no puedo enviarla al ruedo cada día, no puede exponerse de esa forma. Ya le han robado demasiado, sus ilusiones, su alegría, su confianza... no quiero que pierda lo único que le queda, su vida".