Aumentar la natalidad no es sólo cuestión de dinero: el fracaso de Japón y el modelo de Francia
Los españoles consideran que tener hijos "cuesta mucho", en términos económicos y en oportunidades vitales
Francia (1,80 nacidos vivos por mujer) tiene la tasa de fertilidad más alta gracias a su inversión en politica de conciliación
Japón ha apostado por incentivar la natalida con ayudas económicas directas y de momento no ha funcionado
La tasa de fertilidad de las mujeres europeas está estancada y no está claro que las políticas basadas en ayudas económicas basten para revertir la situación. La consecuencia de que haya un número reducido de hijos por mujer es el envejecimiento de la población, con lo que eso implica para el futuro de las sociedades.
Italia, cuya población tiene una edad media de 48 años, es el país europeo más envejecido, seguido de Portugal y Grecia, con 46 años. España está en decimotercera posición con 43,9 años de media.
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Y, aunque de momento Europa está logrando frenar el envejecimiento gracias a la inmigración , los gobiernos buscan soluciones para incrementar la natalidad. El problema es cómo conseguirlo.
Las soluciones de Japón
Al margen de lo que pasa en Europa, y con permiso del Principado de Mónaco, Japón es el país más viejo del mundo con 48,6 años de media. Pero a diferencia de otros países, el gobierno nipón no considera como solución apoyarse en la inmigración para rejuvenecer a su población. Ellos han optado por incentivos económicos para aumentar los nacimientos, ayudas que incluyen subsidios para el cuidado de los niños, desgravaciones y descuentos fiscales. Políticas que de momento no están funcionando.
"En el tema de fomento de la natalidad hay dos enfoques: el que se ha aplicado en el pasado, y que ejemplifica Japón, que no es otro que incentivar económicamente la tenencia de hijos de manera que los costes directos se vean reducidos, y en el extremo opuestos,el que apuesta por medidas de conciliación", explica el catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid Gerardo Meil, quien considera que las ayudas directas no son la solución: "Estas ayudas directas no funcionan en Japón, como no han funcionado en otros países, porque una vez que la familia normaliza lo percibido deja de tomarlo como un empuje a la natalidad".
Una explicación que coincide con la opinión de Stuart Gietel-Basten, profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong en la BBC quien argumenta que: "La razón por la que las políticas para aumentar la fecundidad no han funcionado en Japón es porque no se abordan las razones fundamentales del problema". En opinión de Gietel-Basten estas razones no son otras que la fragilidad del empleo, la desigualdad de los roles de género a la hora de afrontar la natalidad así como una posible discriminación en el lugar de trabajo que acecha a las mujeres que quieren tener hijos.
En Japón "las madres siguen siendo vistas como las responsables del cuidado familiar, responsables del trabajo doméstico y del éxito educativo de los hijos", añade en un artículo de la BBC Tomas Sobotka, subdirector del Instituto de Demografía de Viena. Un rol que supone demasiada presión para las nuevas generaciones que no se ven motivadas por la ayuda económica que ofrece el gobierno.
Por eso otro de los enfoques que se están aplicando para motivar la natalidad tiene que ver con en el modo de la percepción de la sociedad sobre este tema. "Hay que dejar de poner todo el foco en la mujer", aclara Meil, para quien la sociedad ha cambiado: "Si antes había una presión social que empujaba a la mujer a tener hijos ahora se deja todo en una opción individual" y lo que los estados deben hacer es "ayudar a las mujeres con medidas que les facilite" elegir el camino de la maternidad incidiendo en que la pareja comparta los roles del cuidado del menor.
Así las cosas los expertos apuntan a medidas como las que aplica Francia.
El modelo francés
Entre los Estados miembros y aunque ha bajado algo, Francia (1,80 nacidos vivos por mujer) sigue teniendo la tasa de fertilidad más alta. De acuerdo con los expertos, este dato se debe a que se invierte el 3,6 % del PBI en las familias. Una inversión compuesta por servicios, transferencias y exenciones fiscales centrados en la mujer.
En Francia se ofrecen ayudas a las parejas jóvenes para el acceso a la vivienda (alquiler social), rebajas en las cotizaciones de las mujeres trabajadoras, permisos de maternidad, se otorga una ayuda a la maternidad directa que apenas tienen retenciones fiscales, y que comprende desde una prima por nacimiento o adopción (de algo más de 900 euros) a subsidios familiares a partir de los dos hijos, con un complemento a partir del tercero.
"El foco está puesto en facilitar la conciliación pero con más ayudas. Francia ha combinado los dos elementos claves, recibir dinero directo, centrándose en la política del tercer hijo y adoptando políticas que favorecen la conciliación a la hora de trabajar", explica el profesor Meil.
Las políticas familiares en Francia lo que buscan es que padres y madres puedan conciliar el trabajo con la vida familiar, con complementos en este sentido como uno por el cuidado de los niños hasta los seis años, por ejemplo o prestaciones económicas cuando el padre o la madre suspenden o reducen su actividad para atender a su prole.
Unas ayudas que además tienen la ventaja de estar consolidadas por todos los gobiernos franceses, independientemente del partido que representen. Por eso las familias están tranquilas, saben que sea el gobierno que sea se dedicarán recursos a favor de las familias. Y quizá por eso Francia sigue siendo el líder de fomento de la natalidad en Europa.
En España pensamos en lo que cuesta
A diferencia de Francia en España, con 1,23, tenemos una de las tasas de fertilidad más bajas de Europa. Una cifra que quizá se deba a que los españoles consideran que tener hijos "cuesta mucho", tanto en términos económicos como en términos de oportunidades vitales, según recoge un informe del Ministerio de Trabajo.
La sociedad española estima además que las “ayudas a las familias” son muy bajas y que es muy difícil conciliar la vida familiar y la vida laboral, además de existir discriminación laboral hacia las madres.
Por eso, y según recoge el informe "para elevar las tasas de fertilidad es preciso, por un lado, que se reduzcan los costes directos, indirectos y de oportunidad de tener hijos".
"Hace falta incidir en la lineal del permiso del cuidado del menor, que no sea solo un tema de la mujer, que el otro progenitor se implique, además de promocionar la gratuidad en la enseñanza de 0 a 3 años y otras medida que ayuden a conciliar la vida laboral. Porque esto no puede ser un tema que se deje solo en manos de la mujer", insiste el profesor Meil
De acuerdo con un informe del Observatorio de la infancia y el Banco de España los ingresos laborales de las mujeres caen un 11% en el primer año tras el nacimiento, pero no ocurre lo mismo con los hombres. Es decir, la mujer sufre una cierta penalización al ser madre y quizá por eso prefieren no serlo.
Por eso el informe del Ministerio de Trabajo propone llevar a cabo medidas que eviten que las parejas perciban su decisión de tener un hijo "como una decisión que puede amenazar su nivel de bienestar, o eventualmente abocarles a la pobreza".
Y sobre todo evitar que se considere la maternidad "como una causa de discriminación en el mercado de trabajo y en la carrera profesional para las mujeres".