Millones de usuarios vieron las polémicas imágenes en las que unos menores de edad perreando en una discoteca +14 de Barcelona. El revuelo en redes sociales fue tal que Pampara, la discoteca que subió el vídeo a sus redes sociales, eliminó todas sus publicaciones y borró su cuenta de Facebook. Ahora otras imágenes de jóvenes que parecen practicar la fiesta del semáforo también han causado sensación. En el Día Europeo de la Salud Sexual nada mejor que recordar algunas de estas prácticas, más habituales de lo que parece.
Son las llamadas fiestas del semáforo, eventos en los que debes indicar con algún distintivo cuál es tu situación sentimental. A saber. Verde: estás disponible. Ámbar: hay algo, pero estás abierto a nuevas relaciones. Rojo: apártate, tengo pareja y soy fiel.
El concepto, que se popularizó a finales de los 90 y principios de los 2000, surgió en las comunidades universitarias para celebrar San Valentín. Es una especie de Tinder analógico en el que cada uno deja, más o menos claro, cuáles son sus intenciones amorosas, y los códigos de colores sirven, además, para romper el hielo y evitar perder valiosas horas intentando ligar con alguien con quien no tienes la mínima posibilidad.
La media de inicio en las relaciones sexuales entre jóvenes se sitúa en los 13 años. Los expertos recuerdan siempre que el principal riesgo para los más jóvenes es el "consumo de pornografía violenta de manera continuada", ya que este tipo de contenido promueve prácticas sexuales "muy alejadas de la realidad", incitando a conductas "narcisistas, machistas y gregarias".
Otra dificultad con la que se encuentran muchos jóvenes es la diferencia de significado que puede tener el sexo para cada individuo, siendo para algunos algo puntual y, para otros, un compromiso relacional. La comunicación previa es vital.
El consumo excesivo de alcohol, la falta de uso de preservativo (que puede provocar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual) y la utilización de las nuevas tecnologías para enviar imágenes corporales repercute directamente en la salud sexual de la población infanto-juvenil. "Los jóvenes deben entender que no es necesario acelerar ciertas conductas y que es importante diferenciar entre sexo y amor, si bien pueden ir unidos. Una sexualidad sana implica respetar la intimidad de cada persona y subrayar los valores y virtudes humanas, frente a las conductas instintivas", señala el experto y director clínico de RECURRA-GINSO, Javier Urra.
La comunicación entre padres e hijos sobre salud sexual es clave. "Es imprescindible educar a los hijos en la responsabilidad individual y en la no posesión, de manera que disfruten de sus relaciones y no fuercen situaciones que no son capaces de enfrentar y gestionar".