Este miércoles vuelven los bostezos bien visibles a vagones, metros o autobuses. Porque desde hoy, 8 de febrero de 2023, ya no es obligatorio el uso de la mascarilla en los transportes públicos. Se acabó el “póntela que llega el taxi” o “acuérdate de la tarjeta de embarque y de la mascarilla”. La prenda símbolo de la pandemia ha llegado (casi) a su punto y final, lo que ha arrastrado a multitud de empresas españolas que, con mayor o menor acierto, vieron en la mascarilla una oportunidad de negocio y la posibilidad de hacer su agosto.
Una de ellas fue Mascarillas Alcalá, que llegó a tener su propio establecimiento de venta al público. Hoy la tienda ya es historia, aunque siguen haciendo mascarillas por encargo. “Continuamos atendiendo a los pedidos que nos llegan a través de nuestra página web y por teléfono”, explica a NIUS Beatriz Cuevas, adjunta a la dirección de la empresa. En un año, asegura, desde el fin de la mascarilla en interiores, las ventas se han reducido entre un 60 y un 70%. Así que han reajustado la producción, los precios y el personal. "Llegamos a ser 25 personas en la empresa y ahora con las mascarillas somos seis”, indica la directiva.
¿Tendrán que cerrar con el fin de la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte público? “La actividad va a seguir y seguirá”, asegura Beatriz Cuevas. Mascarillas Alcalá no es una de las que tiene pensado echar el cierre ya que sigue teniendo clientes de hospitales y farmacias. Además, se han "reinventado" y ahora se dedican a fabricar "plástico estirable de material 100% reciclado", con una nueva empresa, Neoplastics, en la que están empleadas 35 personas. “Esto es un negocio, pero también queremos aportar nuestro granito de arena para fomentar la economía circular y cuidar el medio ambiente”, señala la gerente.
El caso de Geopannel, una empresa familiar con cerca de 100 empleados y más de 70 años de historia en Logroño, es algo diferente. Fue el Gobierno de La Rioja el que pidió a compañías como la suya, especializada en la fabricación de productos térmicos y acústicos, que se pusieran a fabricar mascarillas ante la necesidad y su escasez.
Para ellos fue todo un reto lograr hacer siete millones de mascarillas en un año con máximos estándares de calidad. “Porque nosotros diseñamos nuestro propio tejido y nuestras propias máquinas, no las importamos de China, como sí hicieron otras empresas”, destaca Ángel Ruiz, director general de Geopannel.
En esta pandemia, indica el directivo, no se han gestionado todas las cosas bien. La urgencia de la situación puso de manifiesto las contradicciones de un sistema europeo que, por una parte permite la importación de mascarillas procedentes de China con dudosos controles sanitarios, pero por otra somete a exigentes pruebas de calidad a los productos europeos para obtener la homologación.
A pesar de la competencia de empresas creadas ad hoc para la pandemia y que sólo se encargaban de importar el producto de China, las mascarillas supusieron para Geopannel una cuarta parte de su facturación en 2020. Hoy ese porcentaje apenas supera el 1%, pero sigue fabricando sus mascarillas de "altísima calidad" para hacer frente a la demanda de los hospitales de La Rioja. Cubrebocas con arneses que fijan la prenda a la parte trasera de la cabeza y no a las orejas, como en el 90% de los casos.
La intención de Ángel Ruiz es continuar produciendo sus FFP2 porque, aunque la demanda haya disminuido, “en el mundo del marketing no hay nada escrito y si mañana hay un legislador que decide poner aranceles al material chino, se acabó esa provisión barata de material médico”. Además, hay mil cosas que pueden suceder, constata. “Hace cinco años nos hubiera entrado la risa si te digo que después de dos años y medio de pandemia, viene la amenaza de una crisis energética sin precedentes y una guerra en Europa con dos países que hasta hace dos días eran aliados”.
Ángel Ruiz no se aventura a dar cifras, pero el porcentaje puede ser “brutal”, indica. “De hecho, me ha llegado más de una oferta para quedarme con líneas automáticas de producción, 100% de fabricación China, eso sí”. Según los datos que la OESP (la Asociación Española de Fabricantes de Mascarillas, Batas y Epis) ofrece en su página web, la organización llegó a tener 14 empresas asociadas, una facturación de 80 millones de euros, más de 160 millones de mascarillas al mes y 700 empleos directos. Cifras que ya en mayo de 2022, tal y como se indicaba en el penúltimo tuit publicado por la OESP, se habían reducido a más de la mitad. Hace meses que la asociación no actualiza su página web ni atiende al teléfono o al mail.
¿Y qué pasa si surge una nueva pandemia, volverá a haber falta de suministro de productos sanitarios como mascarillas o trajes de protección individual? España cuenta con una reserva estratégica de material gestionado por el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) desde el principio de la pandemia, aseguran a NIUS fuentes del Ministerio de Sanidad.