Las redes sociales, vía de radicalización exprés de yihadistas: "Ven cómo degüellan infieles y creen que así irán al paraíso"
Raquel Alonso estuvo casada con un terrorista:" Creen que ellos son los que están luchando por la verdadera causa"
"Ya no hace falta entrar en la Dark Web para ver estos contenidos; tienen acceso niños desde los diez años"
La propaganda va dirigida a jóvenes vulnerables, con escasa formación religiosa y sin recursos
"Ven vídeos de personas que se inmolan, degüellan a los infieles o viajan a Siria para hacer la Yihad. Les dicen que así entrarán en el paraíso y se convierten en referentes para estos chicos, como si fueran héroes o mártires. Reciben estos mensajes principalmente a través de las redes sociales y les hacen creer que ellos son los que están luchando por la verdadera causa de Allah", explica Raquel Alonso, la presidenta de la Asociación contra el radicalismo extremista y de ayuda a víctimas en España (ACREAVI).
Estuvo casada durante más de 20 años con uno de los terroristas de la 'brigada' Al Andalus' condenado por los atentados del 11-M en Madrid. Fue testigo de cómo su marido se radicalizaba dentro de su propia casa y pretendía aleccionar a sus hijos. Declaró en su contra en el juicio. "El Daesh acaba de lanzar un vídeo en el que anuncia que va a utilizar a adolescentes y jóvenes para cometer atentados porque es más fácil que se infiltren en la sociedad debido a todo este tipo de grupos de delincuencia habitual", advierte.
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Los expertos creen que los ataques perpetrados durante los últimos meses en Francia, Alemania, Bélgica,Nueva York o el de Yassine Kajaal en Algeciras están generando un 'efecto llamada' y que estos jóvenes actúan por imitación. "Estamos detectando mensajes cada vez más violentos y extremistas. Por eso estamos investigando los contenidos publicados en redes como Youtube, Spotify o Tik Tok, a los que tienen acceso niños desde los 10 años, sin ningún filtro ni control", señala en esta entrevista.
Las redes sociales
-Pregunta: Yassine Kanjaa era un chico "normal" hasta hace un mes y medio, según los compañeros con los que vivía en una casa okupa de Algeciras (Cádiz). Bebía alcohol y fumaba hachís pero cambió de hábitos de manera radical, a través de su teléfono móvil. ¿Pueden las redes sociales servir para adoctrinar a estos jóvenes hasta el punto de llegar a cometer un atentado?
-Respuesta: Es la manera más rápida y sencilla de captarles y de adoctrinar. Buscan principalmente a chicos de entre 20 y 25 años. Todos tienen teléfono y la información llega directamente a sus manos. Tradicionalmente los captadores acudían a parques, mezquitas o zonas marginales y las células se asentaban en casas okupas o entornos rurales tratando de pasar desapercibidos.
Las redes sociales tienen mayor alcance, permiten lanzar mensajes a nivel internacional y de forma anónima. Estamos viendo propaganda yihadista en Tik Tok, cánticos en Spotify, vídeos de decapitaciones o degollando a los infieles con machetes o catanas en Youtube. Incluso en los videojuegos.
Los jóvenes tienen acceso muy fácilmente a estos contenidos. Ya no hace falta entrar en la Dark Web. Estamos haciendo una investigación para ver cómo podemos atajar esto o frenarlo de alguna manera porque si no después va a ser imposible. Los creadores de estos contenidos utilizan perfiles falsos, con varios nicks. Publican desde distintos países. Es casi imposible poder identificarlos.
-P: En la mayoría de los casos son autodidactas. ¿Cómo pueden radicalizarse en tan poco tiempo, de forma 'exprés'?
-R: Tienen escasa o ninguna formación religiosa, no acuden regulamente a la mezquita ni se mueven en esos círculos. Por eso es más fácil inculcarles unas ideas distorsionadas o deformadas de lo que dice el Islam de la paz.
Además tienen una personalidad vulnerable, pocos recursos económicos o ninguno. Muchos no cuentan con permiso de residencia ni de trabajo. Sin perspectiva de futuro, eso les lleva a pensar que de esa manera pueden cambiar su destino y alcanzar el paraíso.
'Lobo solitario'
-P: Suelen ser lobos solitarios, que actúan con una planificación previa, tal y como se puede comprobar por la ropa o las armas que utilizan. ¿Deciden ellos mismos sus acciones o hay algo que les impulsa?
-R: Se radicalizan de forma independiente, con gran secretismo, desconfiando de las personas de su entorno. No están relacionados con ninguna célula ni han jurado fidelidad a ninguna organización. Actúan de forma individual. Tienen un objetivo.
Cuando van a cometer un atentado se visten de negro, que es el color que identifican con el Daesh. En realidad los musulmanes lo utilizan como símbolo del más alto nivel y grado espiritual. Es el color que cubre la Kaaba, la Piedra Negra de la Meca, -la ciudad más sagrada del islam, donde nació el profeta Mahoma y donde se le reveló el Corán-. Su arma preferida es el machete o la catana.
-P: En el caso de Yassine Kanjaa, van a evaluar si tiene alguna enfermedad psiquiátrica y hasta que punto era consciente de sus actos. En las fotografías que le tomaron en comisaría después de matar al sacristán Diego Valencia y herir a otras cuatro personas se le puede ver tranquilo, con una enigmática sonrisa. ¿Es una señal de que había cumplido su misión?
-R: Parece que últimamente todos los yihadistas son enfermos mentales pero saben perfectamente lo que hacen. Todo está cargado de simbolismo. La palabra Yihad en el Corán significa "esfuerzo", dirigido a hacer el bien a los demás". Pero en su ideario ellos piensan que hay que atacar a los infieles, recuperar los territorios “ilegítimamente usurpados” e imponer la Sharía o Ley Islámica con un califato de corte islamista radical a nivel mundial.
Hay un matiz religioso que se nos olvida, lo que creen los musulmanes sobre el paraíso y el infierno. El paraíso es algo maravilloso mientras que el infierno se describe con gran crueldad. Ellos creen que con estas acciones van a convertirse en referentes, héroes, líderes o mártires y que así llegarán en un futuro al paraiso.
Oleada de racismo
-P: ¿Cómo podemos combatir este fenómeno?
-R: Hay que visibilizar el tema sin alarmismo. La información es la clave para prevenir. Si no convencemos a las instituciones, a los colegios, las universidades, para que nos adviertan de las señales de alarma, es muy complicado poder detectarlo.
Por un lado se está generando un 'efecto llamada' a través de la predicación y el proselitismo. Pero por otro hay que tener cuidado porque también estamos notando una oleada de racismo.
Los grandes perjudicados son los propios musulmanes. Ahora todo son noticias de magrebíes exaltados: el que atacó a un grupo de niños en Murcia, el que iba rompiendo las lunas de los coches con unos palos, el asesino del sacristán de Algeciras, otro en Benidorm con un machete. Parece que se enfoca ahí toda la atención.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad hacen una labor encomiable. Han detenido a muchos. Son una minoría. Pero el pulso de la sociedad está muy caliente y tenemos que atajar el problema desde todos los puntos de vista. No podemos meter en un mismo saco a todos porque no es justo.