Rosa, 4 cánceres en 7 años: el tumor primario múltiple, la otra cara de la supervivencia al cáncer

  • Los oncólogos explican que tiene que ver con el envejecimiento y con la mayor supervivencia al cáncer: "en España, se ha duplicado en los últimos 40 años"

  • Rosa nos cuenta su caso: dos tumores primarios (de colon y mama) y otros dos metastásicos (en pulmón e hígado) en sólo siete años

  • “Cuanto más vivamos, más probabilidades tendremos de desarrollar un tumor”: casos como el de Rosa son más frecuentes en personas mayores

Seis operaciones en siete años. Dos tumores y dos metástasis. Un historial médico podría tumbar a cualquiera, física y anímicamente. Pero Rosa habla de ello sin darle importancia. “Yo no me encuentro mal. Es como si no tuviera nada, se me olvida”, confiesa. Y nos cuenta su caso.

Todo empieza en octubre de 2015, con la primera operación de colon, que fue por urgencias. En enero de 2016, la segunda: le quitan el colon. En mayo de 2018, una metástasis en el pulmón. En septiembre de 2019, le diagnostican un cáncer de mama. En 2022, dos metástasis en el hígado la llevan otras dos veces al quirófano.

En resumen: dos tumores primarios (de colon y mama) y otros dos metastásicos (en pulmón e hígado) muy seguidos en el tiempo. Es lo que se llama “tumor primario múltiple (TPM): la presencia de más de un cáncer en un mismo paciente, ya sea simultáneamente (sincrónico) o después de un tiempo del diagnóstico de una primera neoplasia (metacrónico). “Nadie me va a agradecer lo que yo estoy aportando a la ciencia, seguro que no tienen muchos enfermos como yo”, bromea Rosa, mujer admirable y de ánimo inquebrantable. ¿Son frecuentes casos como el suyo?

Más supervivencia al cáncer, más tumores

“No es lo habitual, pero puede pasar, y a los médicos no nos extraña”, afirma Elena Castro, oncóloga e investigadora de la Fundación CRIS contra el cáncer. No les extraña porque, entre otras cosas, “tiene que ver con la mayor supervivencia al cáncer. Ahora los detectamos más a tiempo y hay más tratamientos”.

Explica la oncóloga que muchos de los que eran mortales hasta hace nada, ahora se curan. Y lo constatamos en el último informe de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). A nivel mundial, “en el conjunto de cánceres, la mortalidad representa un 41% de la incidencia”. Aunque cambia mucho según el tipo de tumor. “En el cáncer de mama es 19%, en el de próstata 20%, en el de pulmón 72% y en el de páncreas 83%”. La SEOM afirma que “la supervivencia de los pacientes con cáncer de España se ha duplicado en los últimos 40 años, y es probable que, aunque lentamente, continúe aumentando en los próximos años”.

Pero Castro advierte. “Aunque te recuperes de uno, puede haber más en los años siguientes. Una cosa no quita la otra”. Sobrevivir a un tumor no quita que puedas desarrollar otro, tiempo después. Y hay algo más.

Cáncer y envejecimiento

El cáncer es una enfermedad del envejecimiento. Cuanto más vivamos, más probabilidades tendremos de desarrollar un tumor”. Por eso, casos como el de Rosa son más frecuentes en personas mayores que en personas jóvenes. Rosa tiene 73 años.

Hace poco les contábamos el caso de Daniel, que con 38 años ha superado ya cuatro tumores cerebrales. Y el año pasado conocíamos la historia de una mujer de 36 años que ha sobrevivido a 12 tumores. Su caso es absolutamente excepcional. Y el de Daniel, muy poco frecuente.

“El cáncer es consecuencia del envejecimiento celular y del organismo, por eso es más probable en la gente mayor. En una persona más joven siempre nos impacta más”, explica Castro. Y añade: “Si crece la población, y envejece, tendremos más cáncer”. Porque “al que ha tenido un cáncer a los 60, a lo mejor se lo hemos curado, pero todavía tiene posibilidades de desarrollar otro”.

Aunque los hay más frecuentes que otros. “El de mama y el de colon son muy frecuentes. No es raro que coincidan en la misma persona”, advierte. Y Rosa es un buen ejemplo. Ella ha tenido los dos. Y muy seguidos, en un intervalo de cuatro años.

La primera de seis operaciones

“Yo un día me levanté, y cuando me iba a ir a trabajar me sentí fatal. Paré dos veces a vomitar en la calle. Me fui a casa y me encontraba horrible, como nunca. Fui con mi hijo a urgencias, pensando que era algo que me había sentado mal. Pero me dijeron: “Quédate, que te vamos a operar”. Así recuerda Rosa cómo empezó su periplo, en 2015. Con un bulto muy grande que los médicos intuyeron que podía ser cáncer de colon. Tenía 66 años.

“Me quitaron un trozo de colon, lo analizaron, y yo salí tan contenta. Todavía no sabía lo que tenía. Al cabo de unos días, me hicieron pruebas y vieron que había muchos pólipos y que me tenían que quitar el colon entero, porque al agrandarse se malignizaban”. Otra vez al quirófano, meses después. “Pero yo, las operaciones las supero fenomenal”, nos cuenta.

Rosa es un ejemplo de fortaleza física, mental y anímica. Porque esa iba a ser la primera de seis operaciones, y el de colon, el primero de cuatro tumores. “Pero a mí no me duele nada, en ningún momento me he encontrado mal, yo hago vida absolutamente normal”. Sólo si insistimos, sale alguna pequeña queja: “Bueno, en cada operación tardo un poco más en recuperarme, ahora estoy un poquito más cansada”.

Tras las dos operaciones de colon, a Rosa empezaron a hacerle revisiones cada tres meses. Y menos mal. Porque en 2018 apareció otra lesión cancerígena en el pulmón. “Yo soy fumadora de toda la vida”, nos confiesa. Y Castro nos recuerda que el tabaquismo “es un factor de riesgo común a varios tipos de cáncer: pulmón, cabeza, cuello, vejiga”. Un fumador puede desarrollar uno o varios de estos cánceres a lo largo de la vida. En el caso de Rosa, fue una metástasis. Por suerte.

“El cirujano estaba contentísimo”, recuerda. “Me dijo: esto es una metástasis, no te preocupes, si fuera un tumor primario de pulmón, apaga y vámonos”. Porque el cáncer de pulmón es uno de los más fulminantes. Y, además, se está viendo “un fuerte incremento de la mortalidad en mujeres en las últimas décadas, debido a la incorporación más tardía de la mujer al hábito tabáquico, mientras que continúa la tendencia descendente en varones”, advierte el informe de la SEOM.

Chequeos cada tres meses que detectan tumores y metástasis

En 2019, y gracias a los chequeos tan frecuentes que le van haciendo, a Rosa le detectan otro tumor, en este caso primario: cáncer de mama. Cuando se lo iban a quitar, ella les dijo: “¿No me podéis quitar el pecho directamente?”. A Rosa le daba más miedo la quimioterapia que el quirófano, a esas alturas. “Pensé: tengo 70 años, estoy viuda hace 20, si no me ponen radio ni quimio, bendito sea Dios”. Su oncóloga reconoció que era la mejor solución, si a ella no le importaba. “Y me quitaron el pecho”.

Desde entonces, empezó con quimioterapia, pero en pastillas. Durante cinco años. “Pero no he tenido ningún problema, ni efecto secundario, ni nada de nada”. Y eso no fue el final.

“Yo estaba contenta. Todo me iba fenomenal. Pero en enero de 2022 me pillan otra lesión en el hígado”, recuerda. “Que yo también soy de beberme mi vinito… y como me encontraba bien…”. La operan en abril. Cuando hacen la biopsia, ven que es metástasis, de nuevo, del cáncer de colon. “Después, me hacen pruebas y parece que ya no queda nada tumoral”. Pero a los tres meses, nuevo chequeo, “y aparece que tengo otra lesión en el hígado, en otro segmento. Otra metástasis”. Rosa tiene que volver al quirófano en julio, y por primera vez se siente “un poco enfadada. ¿Pero cómo me voy a operar a los 3 meses otra vez? ¿Cómo no lo han visto antes?”.

Desde la primera operación del hígado, está en tratamiento: quimio en pastillas otra vez. “Ocho ciclos de 15 días cada uno, con una semana de descanso”. Rosa ha estado seis meses tomando siete pastillas al día: cuatro por la mañana y tres por la noche. Acaba de terminar, le acaban de hacer pruebas otra vez, y está pendiente de volver al oncólogo “a ver si se ve alguna otra cosa o estoy bien”.

A pesar de todo lo que ha pasado, Rosa es pura energía y optimismo. Se considera “afortunada”. Y es consciente de la importancia que han tenido los chequeos periódicos en su historial. “Cada tres meses es un poco rollo, pero los médicos me dicen: tu caso hay que vigilarlo muy de cerca. Y la verdad es que no me puedo quejar de nada”.

Su caso no es habitual, aunque también es cada vez más frecuente, ya lo hemos visto. Pero queda una duda. ¿Podía Rosa haber sabido todo lo que se le venía encima? Es decir, tras el primer cáncer de colon, ¿podía saber el riesgo que tenía de padecer otros?

El estudio genético es clave

“Que alguien tenga varios tumores no es lo habitual, pero hay personas que tienen una predisposición genética, porque tienen algún cáncer hereditario. En ese caso, tienen más probabilidad de tener otros tumores”, advierte la oncóloga Elena Castro. ¿Cómo se puede saber esa predisposición?

Cuando aparece un primer cáncer, los oncólogos tienen en cuenta varios factores: "La edad, la histología del tumor (de qué células viene), que hay alteraciones genéticas que conllevan cierta predisposición, o a veces vemos que hay más miembros en la familia con el mismo cáncer o similares”, explica Castro. “Si hay sospechas de que pueda haber un factor genético, se le hace un estudio”. Pero advierte: “Menos del 10% de los cánceres tienen un factor genético claro. La gran mayoría no son hereditarios”.

Con el estudio genético se puede saber si la persona que ya ha superado un cáncer es más proclive a tener otro. Ella u otros miembros de su familia. A Rosa no se lo hicieron. Y ella no sabe sus antecedentes, porque hasta hace muy poco, recuerda, el “cáncer” era tabú. “Antes no se hablaba del cáncer, no se pronunciaba la palabra. Y sé que una tía mía murió de no sé qué, pero no sé si era cáncer. Y lo mismo mi abuelo… No sé si alguien de mi familia ha tenido cáncer, sinceramente”, nos cuenta.

La oncóloga explica que, “hasta ahora, los estudios genéticos solo se hacían si había una historia familiar muy fuerte y muy clara, o si la histología del tumor sugería una asociación muy clara con un gen”. Pero esto, dice, está cambiando. Porque casos como el de Rosa, que desconocen sus antecedentes, cada vez hay más. "El 30% de las personas que tienen alteraciones genéticas hereditarias no tienen historia familiar, o no saben si la tienen”, asegura Castro.

Por eso, “cada vez se hace el estudio genético a más personas”, explica. “Y esto ayuda mucho en la prevención. Porque curar está bien, pero hay que intentar prevenir, que es para lo que es la medicina”, zanja Castro. A Rosa no se lo han hecho. Pero el caso la mujer de los 12 tumores es un claro ejemplo de mutaciones heredadas, detectadas precisamente gracias a eso. 

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