“Al principio no te das cuenta, solo notas que no te encuentras muy bien y empiezas a ver problemas por todos lados. No quería salir, solo quería estar en casa, del sofá a la cama y de la cama al sofá. Lo único que hacía era ir a trabajar porque no quedaba más remedio. No me duchaba, no me vestía, no limpiaba la casa, empecé a fumar y a beber y el hoyo se fue haciendo más y más profundo”, cuenta Mariano, madrileño de 47 años. “Solo quería que los días pasaran deprisa, que corriera el tiempo, no sé muy bien qué esperaba, pero sentía que si pasaban los días todo acabaría. Y no es así”, dice.
Mariano vive solo, pasaron los meses y la situación empezó a ser insostenible. Mariano se abandonó, comía cualquier cosa, casi no dormía, cada vez bebía más y lo único que hacía, quedar con un amigo por las tardes, se le hizo un mundo. Un día todo se volvió oscuro, escribió a su amigo le dijo que no quedaba, se tomo varias pastillas y se autolesionó. Su amigo lo notó raro y al salir del trabajo fue a su casa. Le encontró tendido en el suelo y con heridas por todos los brazos. Llamó al 112 y tras unos días de recuperación a Mariano le diagnosticaron depresión.
El 13 de enero se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Depresión, un trastorno emocional que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Según la Confederación de Salud Mental de España, casi tres millones de personas tienen depresión, lo que supone el 6,3% de la población española. Además, según datos del ministerio de Sanidad, la depresión es un trastorno casi tres veces más frecuente en la mujer (58,5%) que en el hombre (23,3%).
“Es muy importante desmitificar y no estigmatizar la depresión y esto pasa por abandonar urgentemente la idea de que una persona que padece este trastorno es una persona inmadura, débil, frágil, incompetente, inútil, vaga o pueril. No conozco a ningún paciente que haya elegido tener depresión”, explica Miguel Guerrero Díaz, psicólogo clínico de la UGC Salud Mental del HUVV (Málaga), coordinador de la USMC Marbella y responsable de la Unidad de Prevención de Suicidio UPII Cicerón (HCS).
“Claro que no quieres estar metido en ese hoyo, es como un agujero negro que te va absorbiendo, y cada vez te come más y cada vez es más difícil salir y ver la luz”, Tener depresión es como estar en una curva muy larga de un túnel, parece que no sales y que nunca volverás a ver la luz, pero se puede, yo soy un ejemplo", dice Mariano.
“En la mayoría de los casos, la persona durante un tiempo está afectada por la clínica depresiva, pero se recupera sin ningún problema. Es verdad que algunas personas pueden tener recaídas de la depresión a lo largo de su vida, especialmente, si no reciben tratamiento adecuado”, explica Guerrero. Los datos de la Confederación de Salud Mental de España apuntan a que más de la mitad de los ciudadanos que sufren un trastorno mental no reciben tratamiento o el que reciben no es el adecuado.
Pablo Pérez, psiquiatra de la Clínica Nuestra Señora de La Paz, de la orden hospitalaria de San Juan de Dios asegura que la depresión es multifactorial causada por la combinación de factores biológicos, genéticos, sociales o económicos que no dependen de la persona. Suele haber un detonante grandes duelos, crisis vitales, pérdida de ser querido, jubilación, los hijos se van de casa”, explica Pérez.
En el caso de Marino, el detonante fue un problema de herencia familiar tras el fallecimiento de su madre. Las cosas se complicaron y no veía solución al problema hasta que empezaron los síntomas.
“Tristeza, la falta energía y motivación, perdida de interés por las cosas, aislamiento, irritabilidad, ansiedad, insomnio, pérdida de apetito, pero no hay que caer en la sobre patología: ‘si estás triste es que tienes una depresión’. No es así, sentirse desbordado en algún momento es normal, el problema es cuando es alargado en el tiempo o es muy acusado. Entonces es hora de ver a un profesional sanitario”, explica Pérez.
Coincide con él, Guerrero que añade que “padecer algunos de estos síntomas, no implica necesariamente padecer un trastorno por depresión. No pedir ayuda, retrasarla o negarla solo puede empeorar la depresión y que la persona soporte un nivel de sufrimiento innecesario”.
Mariano no pidió ayuda. “Me daba vergüenza, no quería estar contando siempre lo mismo y aburrir a la gente. Así que te callas, te lo guardas y al final te hundes”. En el caso de Marino llegó a lo peor, al intento de suicidio.
Guerrero advierte que padecer depresión es un importante factor de riesgo para tener ideas suicidas, intentos de suicido o presentar autolesiones. Una persona con este diagnóstico tiene mayor probabilidad de pensar en el suicidio. Sin embargo, la relación no es causa-efecto ni univoca. Una gran proporción de personas que fallecen por suicidio padecían depresión, pero la inmensa mayoría de personas que tienen depresión no van a morir por suicidio. No es una causa ni necesaria ni suficiente para explicar la conducta suicida. La depresión eleva el sufrimiento vital, genera desesperanza e indefensión, tiende a aislar a la persona de su entorno y dificulta el funcionamiento normal de nuestra vida o puede interferir en nuestro trabajo y relaciones, y estos son catalizadores de la conducta suicida.
Por eso, es tan importante hablar, contar que no te encuentras bien, que algo pasa. Los expertos aseguran que, a pesar, de que cada vez se habla más del tema sigue existiendo el tabú de la depresión. Todavía hay gente que te achaca falta de voluntad, vaguería y muchas personas callan y se meten en la burbuja y caen en la autodestrucción: ‘soy un vago, no sirvo para nada’. “Por eso, es crucial hablar de ello. Que los famosos hayan hablado sin tapujos de la depresión ha ayudado mucho. Así, se puede ver que no eres la única persona en el mundo al que le pasa”, dice Pérez.
“Todos estamos de acuerdo que hoy se habla más de la salud mental (aunque no siempre mejor). Para las nuevas generaciones expresar el malestar emocional está siendo menos difícil que para generaciones anteriores. Los medios de comunicación, internet, las redes sociales, la escuela pueden contribuir definitivamente a que los problemas de salud mental se liberen de ese estigma social que lo rodea”, apunta Guerrero.
Mariano ha estado en tratamiento. Medicación, psicólogo, psiquiatra. Hoy no es ni la sombre de los que fue. Hace unos días le han dado el alta y dice que no sabe cómo llegó hasta ese punto. “Ahora hago cosas, me corto el pelo, hago comida buena, he dejado de beber, tengo ganas, voy al campo, conduzco. Vamos que me faltan horas en el día para hacer lo que quiero”.
Y pone el punto en amigos y familia. "Yo no tengo familia, pero sin mis amigos no sé si hubiera salido. Me han ayudado a ver que los problemas que yo hacía inmensos, no son tan grandes, y a no ponerme siempre en lo peor. Se puede salir, pero hay que cuidarse y quererse”.
Guerrero también insiste en que mantener un estilo de vida saludable resultad sumamente preventivo. Hacer deporte, mantener activo a la hora de hacer actividades, comer sano, respetar las horas de sueño, evitar el consumo de tóxicos, mantener relaciones sanas y estables con nuestros seres queridos, una red de apoyo social y saber disfrutar de nuestro tiempo libre y ocio previene los trastornos psicológicos. El amor es profiláctico del sufrimiento.
Pérez concluye haciendo un llamamiento a las administraciones para que se dote la Atención Primaria con más psicólogos. Pero, pone el acento, en que si las condiciones laborales o económicas no acompañan hay más posibilidades de tener una depresión. "Puedes prevenir con medidas laborales y sociales, pero es un factor muy a tener en cuenta. Si las cifras de depresión son tan altas y no han parado de subir en los últimos años agravadas por la pandemia, no es porque haya cambiado la genética de los españoles, sino que hay que mirar que ha pasado con las condiciones sociales y económicas para poder mejorarlas".