Ocurrió el 2 de enero de 2007. Una patera con nueve migrantes argelinos fue detectada a su llegada a Mallorca. Fue la primera vez que una embarcación de este tipo llegaba a las Islas Baleares. Entonces pareció algo extraordinario. Incluso hubo voces que aseguraron que la embarcación pudo llegar hasta allí tras equivocarse. Pero no fue así. La presión en otras rutas, como la canaria, hizo posible lo que entonces parecía imposible: pateras llegando al archipiélago balear. Aquella fue la pionera. Ahora, esas llegadas se han convertido en algo habitual.
De hecho, 2022 va a ser un año récord en cuanto a la presión migratoria en Baleares. Entre el 1 de enero y el 28 de diciembre han llegado 2.520 personas. Son 100 más que el año anterior, y 1.000 más que en 2020. Se ha multiplicado por cinco con respecto a 2019 y por trece a 2018. Las últimas llegadas se han producido en la madrugada de este martes y en la mañana del miércoles. La Guardia Civil y Salvamento Marítimo han interceptado seis pateras en Baleares, cinco al sur de Mallorca y una en la isla de Formentera, en las que viajaban en total 120 migrantes. También otras dos en Ibiza, con 29 personas.
Estas son las cifras generales de este año y la evolución en la última década:
El incremento ha sido espectacular desde 2014 hasta 2022, multiplicándose por 126. Pero, ¿por qué se ha producido este incremento?, ¿se ha incrementado también la peligrosidad?, ¿a qué se debe que se vayan diversificando las rutas?
Las pateras que llegan a Baleares suelen tener en Argelia su punto de salida. En esas embarcaciones a motor suelen viajar ciudadanos de ese país, aunque cada vez es más habitual que personas de origen subsahariano también les acompañen. En los primeros años de la ruta argelina, esas pateras llegaban a la costa almeriense, pero para sortear la vigilancia la ruta se expandió hacia Levante y finalmente Baleares. Los precios suelen estar entre 1.500 y 2.000 euros.
"Las rutas no desaparecen, van cambiando", explicaba hace unos meses la investigadora del área de Migraciones en el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), Blanca Garcés. "Hay un claro efecto de vasos comunicantes: más control en el Estrecho, más salidas desde otros puntos de África", precisaba Garcés.
Ya ocurrió, por ejemplo, en 2005. Ese año la crisis de las vallas de Ceuta y Melilla movió el flujo desde el Estrecho de Gibraltar hasta Mauritania y Senegal. Ahí comenzó la ruta canaria y la llamada 'crisis de los cayucos', con casi 32.000 llegadas a las islas en 2006.
Una vez que se acentuó la vigilancia en el Mediterráneo oriental y central, las rutas occidentales tomaron más fuerzas, de ahí el ascenso en el número de pateras con destino a Baleares desde 2019. "Son rutas más peligrosas pero acaban siendo las únicas posibles cuando la del Estrecho se cierra", explicaba Garcés a EFE
Argelia tiene 1.200 kilómetros de costa. Orán ha sido siempre el punto de partida principal, ya que es el lugar más cercano a la costa de Almería. Pero poco a poco otras ciudades como Bormerdés, Tipasa o Dellys están ganando peso considerablemente en las rutas migratorias. Estas localidades están más alejadas de la península pero están frente al archipiélago balear. Con buen tiempo, una patera puede tardar unas 20 o 24 horas en llegar a las islas.
Además, no se hacen devoluciones a Argelia porque las fronteras están cerradas. Así lo recordaba este mismo miércoles la delegada del Gobierno en Baleares, Aina Calvo. Por eso, ha insistido en que la inmigración tiene que ser "regulada, ordenada y segura porque si no nos aboca a una situación dura y a la no garantía de que estas personas no tengan una vida digna".
En cifras generales, la ruta argelina que acaba en Baleares es de las menos mortales del Mediterráneo. Aún así, tiene riesgos considerables. Sobre todo los que llegan por la meteorología, que ha provocado que las embarcaciones que van sobrecargadas acaben volcando.
Según el Centro Internacional para la Identificación de Migrantes Desaparecidos (CIMPIMD), en 2021 desaparecieron 82 personas intentando llegar a Baleares. Además se certificó el naufragio de, al menos, 55.
Algunos migrantes que han hecho esta ruta han confirmado que tener acceso a un chalecos salvavida durante el trayecto supone un extra. Hay que pagar unos 200 euros más si el pasajero quiere tener derecho a usarlo.