Esta semana hemos sabido que otra futbolista femenina de élite, la jugadora del Arsenal Vivianne Miedema, se ha roto el ligamento cruzado anterior (LCA). La misma lesión que mantiene alejada del terreno de juego a Alexia Putellas, la centrocampista del FC Barcelona, ganadora los dos últimos años del Balón de Oro. También la americana Megan Rapione, considerada varios años como la mejor jugadora del mundo, tuvo que afrontar esa misma rotura. Como ellas, decenas, cientos de mujeres futbolistas profesionales sufren esta lesión cada temporada, lo que les obliga a interrumpir su carrera deportiva durante meses y termina afectando gravemente a sus clubes, que se quedan sin jugadoras claves.
La lesión de LCA consiste en un esguince o ruptura del ligamento que generalmente sucede durante la práctica del deporte, especialmente en cambios de sentido, quiebros y saltos. En la mayoría de los casos, la deportista tiene que someterse a una operación quirúrgica y afrontar un largo período de recuperación, que puede llegar a ser de un año.
Putellas se lesionó a pocos días de empezar la Eurocopa de Inglaterra 2022 y no volverá a pisar un terreno de juego hasta 2023, aún no sabe si podrá estar en el próximo Mundial, que comienza el 20 de julio en Oceanía, para el que Miedema parece baja segura. ¿Pero qué está sucediendo? ¿A qué se debe esta 'plaga' que afecta al fútbol femenino?
Una de cada cien mujeres futbolistas se rompe el ligamento cruzado anterior de rodilla, una incidencia que es tres veces superior a la de los hombres que practican el mismo deporte. La razón la explica a NIUS Ramón Cugat, traumatólogo y director del Instituto Cugat, que lleva su nombre, y presidente de la junta médica de la Mutualidad de Futbolistas Españoles. "Las mujeres tienen una anatomía de pelvis y de extremidades inferiores diferente a la de los hombres. Tienen una pelvis más ancha, esto hace que el fémur, y todo el muslo, se vayan hacia dentro. La rodilla también cae con ello, y por lo tanto, la planta del pie mira un poco más hacia afuera", avanza el médico especialista. "Esto hace que las mujeres se muevan con una mecánica más propicia para que se rompa el LCA", aclara. "Por ejemplo, cuando la mujer salta no suele caer recta, sino que tiene un genu valgo. Esto es precisamente lo que hace que la rodilla se le vaya hacia dentro. Un mecanismo típico de rotura del ligamento cruzado anterior. Es como si las mujeres tuvieran ya medio camino recorrido hacia la lesión solo por su anatomía", detalla.
"Además, la mujer tampoco tiene la potencia muscular que tiene el chico. Las rodillas de las chicas son más elásticas, al tener más tejido colágeno no tienen la misma consistencia que las de los hombres, por lo tanto no tienen tanta fuerza", detalla. "Y a esto se suman las subidas y bajadas de hormonas por el ciclo menstrual, que también pueden afectar la resistencia de los tejidos musculares. Hay unos días al mes en los que hay una mayor relajación del tejido colágeno, una mayor laxitud, y como el ligamento cruzado anterior está formado por tejido colágeno, qué sucede, que se produce una mayor propensión a la rotura de ligamentos".
"Todos estos elementos provocan que ellas se lesionen entre 1,5 y 3 veces más que ellos", puntualiza Ramón Cugat. El instituto que dirige ha analizado los datos de todas las lesiones de ligamento cruzado anterior sufridas por futbolistas masculinos y femeninas entre 2015 y 2021. "El estudio está hecho con datos de federados en Cataluña, pero los resultados son extrapolables a futbolistas de todo el país", indica.
Según este estudio, en 2015, las mujeres representaban el 6,45% del total de los futbolistas federados y, en cambio, acumulaban el 15,73% del total de lesiones de LCA. En ese año, se lesionaron el 0,89% de las futbolistas en activo, una de cada 112 jugadoras, mientras que entre los hombres se lesionaron el 0,33% de los federados, uno de cada 300. Por lo tanto, ellas se lesionaron tres veces más que ellos.
Los datos han ido variando en los últimos siete años y han ido mejorando para las mujeres. En el 2021, tras la recuperación del fútbol después de la pandemia, las mujeres lesionadas eran el 0,65% del total (una de cada 150) y los hombres eran el 0,44% (uno de cada 230), lo que significa que ellas se rompieron 1,5 veces más que ellos.
"Hay que destacar que esta disminución de la diferencia de la incidencia por sexos se ha producido en un momento de auge del fútbol femenino, ya que el número de mujeres federadas ha crecido más de un 60% frente a un 10% en el caso de los hombres, es decir, seis veces más", apostilla Cugat.
"Una buena preparación física y técnica es esencial para reducir el riesgo de estas lesiones de rodilla", dice con contundencia el traumatólogo especialista en medicina deportiva. "Las mujeres tienen menos ahora porque por fortuna la tendencia ha cambiado y las futbolistas están mejor preparadas", indica. "Se nota que los clubes están más concienciados sobre la importancia de esta preparación física a la hora de prevenir lesiones en el fútbol femenino, pero aún queda bastante camino por recorrer", destaca Cugat.
"Es necesario que se hagan unos protocolos de entreno específicos para las chicas, porque son cuerpos diferentes, con elasticidad y resistencia diferente, potencia y musculatura diferente, anatomía diferente. Precisan de un entreno más selectivo. Cada traje hay que adecuarlo a cada cuerpo", resalta. "Porque el problema es serio, en la Mutua de Futbolistas Españoles existe mucha preocupación ante esta plaga de lesiones a las que tenemos que dar solución", lamenta. "Piensa que son cirugías caras y que además el futuro de las rodillas que han sido rotas y operadas no es el mismo de las que no han tenido esta lesión. Tienen, evidentemente peor futuro. Aunque tenemos la esperanza puesta en la medicina regenerativa que va a ser un arma para poder retrasar las lesiones artrósicas, que tienen normalmente tanto chicas como chicos que se rompen el ligamento cruzado anterior", avanza.
"Pero a día de hoy nuestro objetivo debe ser primero, reducir al máximo estas roturas con una buena prevención, y luego, lograr, cuando se han producido y no hay más remedio que operar, que las futbolistas no recaigan tan pronto como está sucediendo ahora", explica. "Una lesión de este tipo necesita un año o cerca de un año de recuperación, pero en España hay una tendencia a que se vuelva cuanto antes al terreno de juego y eso es fatal, sobre todo para las mujeres. Pueden jugar sí, pero es muy fácil que se vuelvan a romper cuando no han sanado lo suficiente", concluye Ramón Cugat.