¿Qué emociones despierta la Navidad y cómo podemos hacerles frente?
La Navidad es sinónimo de alegría para muchas personas, pero también puede despertar emociones negativas, especialmente ante la ausencia de seres queridos
Es importante afrontar las emociones negativas, como la tristeza, de forma natural: podemos aprender algo de ello y resolver situaciones gracias a un buen análisis
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Aunque nunca faltan 'haters' de la Navidad, lo cierto es que la mayoría de nosotros disfrutamos (y mucho) de estas fiestas, aunque no siempre lo queramos reconocer. Los motivos pueden ser muy distintos: tal vez nos gusten las tradiciones que se repiten cíclicamente (como la Lotería, la decoración o las recetas navideñas), o puede que asociemos estas fiestas con reuniones familiares y reencuentros. También es posible que nos contagie la alegría y los buenos deseos transmitidos por otros, que nos haga ilusión recibir regalos o, simplemente, que estemos deseando disfrutar de unos días de vacaciones, sea cual sea el motivo. Incluso el frío puede ser motivo de alegría.
Sin embargo, la Navidad también puede despertar emociones negativas, especialmente si no somos especialmente sociables, si tenemos problemas familiares o si notamos la ausencia de un ser querido. Todas estas emociones (y también las buenas) pueden requerir cierta gestión para que no nos dominen. Toma nota de qué emociones despierta la Navidad y cómo hacerles frente.
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¿Qué emociones despierta la Navidad y cómo hacerles frente?
No hay duda de que la Navidad es un momento del año especialmente emocional: independientemente de los detalles de nuestras vidas y de nuestros momentos de euforia o tristeza personales, con el cierre del año llegan inevitablemente los reencuentros, las reuniones familiares y ese momento de balance que nos puede dejar un sabor agridulce si nuestra metas no se han cumplido tal y como deseábamos, o si miramos hacia el futuro con cierta incertidumbre.
Son momentos de reflexión, de reunión y de cierto descanso, y todo ello puede traer de la mano un torrente de emociones en todos los sentidos posibles: gratitud, ilusión, añoranza, tristeza, culpa, esperanza... Estas son algunas de las emociones más típicamente navideñas, junto con algunos trucos para gestionarlas mejor:
- Alegría. Sin duda es la mejor emoción de todas y difícilmente podemos recomendar mantenerla bajo control. Cuando tenemos tiempo para reconectar con nuestros seres queridos, vuelven las anécdotas, los recuerdos... y se afianzan los lazos. Recordamos por qué queremos tanto a las personas a las que queremos, y hacemos hueco a nuevas incorporaciones: nuevas parejas, nuevos amigos... pasan a engordar nuestro núcleo cercano. El único consejo en este sentido es intentar estirar esta sensación de alegría, en forma de amor universal y de armonía, todo el tiempo que puedas. Mantener esa mirada 'navideña' durante todo el año es posible.
- Entusiasmo. El cierre del año, los nuevos proyectos, los periodos de reflexión acerca de todo lo logrado... pero también los detalles personales recibidos, los regalos, el cariño dado y recibido o un calendario lleno de fechas de encuentros (siempre que nos apetezca), son elementos que hacen que nos inunde el entusiasmo, muchas veces en forma de sentimientos como la ilusión. Lo bueno de esta emoción es que es muy contagiosa. Mantenla viva tanto tiempo como sea posible.
- Tristeza. En estas fiestas es frecuente que tengamos sentimientos encontrados y que las emociones positivas se entremezclen con las negativas, como la tristeza. La ausencia de seres queridos, conflictos familiares, una situación económica o laboral compleja, la lejanía física de nuestro entorno más cercano a nivel emocional... Lo mejor es no negar esta emoción, aceptándola tal y como es y lidiando con ella a través de la reflexión. Si existe algún proceso de análisis que debes llevar a cabo para cerrar un capítulo que te entristece o si puedes hacer algo para resolver la situación, es el momento de hacerlo. En cualquier caso, haz lo posible por impulsar tu felicidad y no dejes de cuidarte: aliméntate bien, descansa, haz deporte y rodéate de encuentros positivos, huyendo de compromisos y de cualquier actividad que gaste tu batería de forma innecesaria, siempre en la medida de lo posible. Tampoco debes caer en la autocompasión: asume tu parte de responsabilidad y actúa en positivo cuando sientas que estás preparado para hacerlo, evitando regodearte en sentimientos de culpa, impotencia, desprecio...
- Miedo. Es normal sentir miedo cuando nos encontramos en tiempos de cierta incertidumbre. Si durante los años de la pandemia la salud y la economía fueron nuestras grandes preocupaciones, ahora el plano económico se ha convertido en el principal protagonista. Con todo, conviene no perder de vista que, en realidad, toda sensación de certeza absoluta en el futuro es una ilusión. Si algo nos enseñó la pandemia fue precisamente a asumir que todo puede cambiar de la noche a la mañana. Por eso es importante encontrar un sano equilibrio entre cierto nivel de previsión (planificar tu futuro próximo y mantener tu vida en orden es importante, así como definir metas que te ayuden a superarte y a lograr nuevos objetivos) y cierto nivel de espontaneidad y confianza en el futuro. No podemos controlarlo todo, pero sí podemos controlar nuestra forma de adaptarnos a lo que la vida nos depare.
Por último, ten en cuenta que la vuelta al trabajo tras la navidad puede resultar algo traumática: una forma de evitarlo es utilizar estas fiestas para reflexionar sobre tu futuro laboral y tomar decisiones que te hagan sentir más cómodo. El nuevo año suele ser un momento de toma de decisiones, a veces pequeñas, a veces muy grandes, en la dirección adecuada: desde apuntarte al gimnasio o sacar el móvil de tu habitación por las noches, hasta dejar tu trabajo o reducir tu jornada unas horas.
El abanico de opciones es amplio y la búsqueda del equilibrio que mejor te funcione es siempre saludable, ya que implica ponerte en el centro y aprender a tomar las riendas de tu felicidad. Esto se aplica perfectamente a tu vida laboral, pero también a cualquier otro aspecto de tu día a día.