La compra de pueblos abandonados en España: "Detrás hay algo más que una moda pasajera"
Esta semana se ha vendido por 300.000 euros la localidad zamorana de Salto de Castro y había lista de espera para comprarla
Decenas de pueblos abandonados están siendo adquiridos en España, la mayoría por clientes extranjeros
¿Es una moda? ¿qué se esconde detrás de esta práctica, que se ha disparado tras la pandemia? Lo consultamos con varias inmobiliarias especializadas
Esta semana se ha vendido por 300.000 euros otro pueblo entero en España, en esta ocasión ha sido la localidad zamorana de Salto de Castro. "Lo ha señalizado el primero que lo visitó, el constructor toledano Óscar Torres, que en breve formalizará la compra", confirma a NIUS María Martín-Abril, socia de la inmobiliaria que ha hecho de intermediaria en la operación, Royal Invest Madrid.
Desde que el 3 de noviembre salió a la venta reconoce María que todo ha sido una "locura". "Nos han llamado cientos de personas interesadas. Unas 70 al día. Y de todos los países que te puedas imaginar, Reino Unido, Alemania, Nueva Zelanda y hasta China", detalla. "Apenas ni hemos podido dormir, porque con las diferencias horarias sonaba el teléfono a cualquier hora", relata.
Parece que comprarse un pueblo en España está de moda. "Este era un chollo porque por ese precio apenas te compras un apartamento pequeño en Madrid", dice. Lo que se ha llevado este empresario español son 44 casas, un bar, una iglesia, una escuela, una antigua hospedería y hasta un cuartel de la Guardia Civil. "Es cierto que precisa de una gran inversión, como mínimo 2 millones de euros para acondicionarlo, pero cuando acaben las obras puede quedar un complejo de ensueño donde veranear y disfrutar de la naturaleza, porque el lugar es paradisíaco".
Cuenta María que no ha terminado de vender un pueblo cuando ya le ha entrado otro en cartera."La semana que viene sacamos otro a la venta. Se llama Aldea Duero y está en Salto de Saucelle, en Salamanca, casi frontera con Portugal. Es más caro, 4.800.000 negociables, pero no necesita reforma y tiene absolutamente de todo: 32 viviendas, un hotel de cuatro estrellas, una hospedería, campo de fútbol, de tenis, piscina semiolímpica, iglesia, salón de bodas, colegio y hasta helipuerto. Y además cuevas prehistóricas excavadas, que le dan un plus", explica la agente inmobiliaria. "Este no está abandonado, al contrario, con todo lo que tiene está custodiado".
"Aunque aún no ha salido oficialmente a la venta ya nos han consultado por él un fondo hotelero saudí, una agrupación de cristianos ecologistas de Alemania que harían la división horizontal y vivirían como en una urbanización allí y una cadena hotelera inglesa, que es la que está más lanzada porque traen turismo inglés a la zona del vino de Oporto que tiene muchísimo éxito entre el público británico".
Entre los clientes, de todo. "Inversores, pero también gente normal, con unos ahorritos, que quiere dar un giro a sus vidas". "La mayoría de las personas que se interesan por los pueblos abandonados son extranjeras, aunque poco a poco va habiendo también clientes españoles. En el caso del pueblo de Salto de Castro, el 40% de las llamadas que hemos recibido han sido de Inglaterra y de Alemania porque ya no quieren solo sol y playa. Incluso muchos de los que se mudaron al sur de España nos están contactando porque están hartos de pasar tres o cuatro meses metidos en el piso con el aire acondicionado huyendo de las altas temperaturas. Ahora buscan lugares más al norte, más verdes y con menos calor", avanza.
Decenas de pueblos vendidos en Galicia
Antes, británicos y alemanes iban en busca de villas de ensueño en las costas españolas, pero ahora buscan pueblos enteros abandonados que se venden por el mismo precio o más baratos. Las aldeas, cuyos habitantes se han extinguido o se han mudado, se han convertido en el nuevo objeto de deseo.
La gallega Rosy Costoya y su marido, el británico Mark Adkinson, son testigos de este cambio de tendencia. Hace 20 años fundaron Galician Country Homes, especializada en este tipo de ventas. "Mark trabajaba como genetista en Reino Unido y decidió dejarlo todo y venirse a Galicia, fue pionero en esto que ahora está tan de moda de querer buscar un modo de vida más natural, en la vuelta a lo rural, al campo", cuenta a NIUS la española.
"Él lo consiguió y con el tiempo decidió ayudar a otros a cumplir su sueño. Esa es la esencia de nuestra empresa. Suena muy pasteloso, pero es real", explica. En estos años han visto cómo el interés por este tipo de propiedades aumentaba. "Sobre todo desde la pandemia se ha disparado". Reconoce haber vendido decenas de pueblos. "No como el de Zamora, en Galicia no hay pueblos así, pero sí aldeas que constan de un puñado de edificios, pueden tener una casa principal, otra para los caseros, un almacén para los animales, otro para meter los aperos de labranza, un pajar, una escuela y a veces incluso capilla", aclara. "Son muy atractivas porque por ejemplo solo el pajar puede ser muchísimo más grande que un chalet que tú puedas comprar en Madrid, y con una mejor conformación, porque está hecho desde hace siglos de unas piedras potentes, con unas paredes de medio metro, que si tú reformas eso y lo acondicionas para vivir el resultado es increíble".
“Los clientes vienen en busca de libertad. Quieren vivir sus propias vidas. Quieren ser autosuficientes y eso lo puedes conseguir hasta cierto punto con tu propia casa, pero mucho más con tu propio pueblo", añade. "Justo antes de la pandemia vendimos un pueblo en Viveiro que nos dio un gran impacto a nivel internacional. Eran seis casitas, todas con su finquita y todas con salida al mar", cuenta Rosy.
Después de ese ha habido muchos. Hace poquito vendimos uno en Ortigueira, O Penso, que estuvo abandonado durante 10 años. Lo compró un francés por 200.000 euros que quiere ir allí a hacer su vida. Tiene incluso una antigua fábrica de luz propia. También vendimos otro, Xerdiz, a un capitán de barcos de placer en el Caribe, que ha cambiado el sol y el calor por un pueblecito de Lugo con sus nieblas. La semana pasada firmamos otro con un español que vive en Londres y ha adquirido una aldea con 9 edificaciones. Ahora estamos negociando uno más pequeño... la demanda es enorme y no solo de pueblos, también de castillos, palacios, pazos...
El éxodo constante de los jóvenes de las zonas rurales a las grandes ciudades o al extranjero en busca de trabajo y mejores oportunidades ha dejado sin habitantes a muchas zonas rurales. Es la llamada España vaciada. Al menos 3.000 pueblos, que alguna vez fueron comunidades prósperas, ahora son localidades fantasmas, según el Instituto Nacional de Estadística.
"Nosotros, por ejemplo, tenemos localizados con coordenadas 1.500 pueblos abandonados en todo el territorio de Galicia", detalla Rosy. "Mark cayó enfermo y estuvo casi un año encamado, para no volverse loco y tener la mente ocupada, se dedicó a buscarlos usando Google Maps". "Muchos no se pueden vender porque carecen de la documentación básica, porque las casas son propiedad de alguien ilocalizable o que murió sin herencia, por mil razones", aclara. Pero centenares de ellos buscan una segunda oportunidad, un nuevo propietario que devuelva la vida a sus calles, que encienda una vez más sus chimeneas.
Cambio de paradigma
"Tras la pandemia la gente ha empezado a darle importancia a lo que realmente la tiene", dice Rosy. "Ha habido un cambio radical en muchas personas que han querido recuperar una vida más tranquila, más cercana a la naturaleza, y gracias a las nuevas tecnologías, a las redes sociales, es posible. Ahora podemos estar conectados con el mundo desde cualquier rincón. Mira, hace poco nos vino a buscar un ejecutivo internacional holandés que quería una casa aislada en un valle. Se la encontramos y nos hizo subir un dron para estar seguro de que en varios kilómetros a la redonda no iba a encontrar a nadie. La ha restaurado y vive allí tan feliz. Cuando el trabajo se lo exige coge un avión y se planta en la parte del mundo que sea, pero cuando acaba su trabajo se vuelve a la "nada".
"Esa nueva forma de vivir está adquiriendo una dimensión importante. Las nuevas tecnologías han cambiado completamente la forma de trabajar y de estar en el mundo. Los seres humanos estamos evolucionando en conciencia. Tenemos muchos extranjeros porque el teletrabajo ya se implantó allí antes, pero ahora también gente que vivía en Madrid, en Barcelona, en el sur, nos llama diciendo mira, quisiera vender mi apartamento para irme para allá. Muchos porque pueden teletrabajar, otros porque han perdido sus empleos y no pueden mantener sus casas en las grandes ciudades y se dan cuenta de que vendiéndolas pueden empezar una nueva vida en otro lugar, más sostenible, utilizando la tierra y los animalitos", explica Rosy.
"A nuestro e mail, a nuestra puerta, llega gente de todo tipo y de todos los lugares del mundo, lo mismo alguien relacionado con la familia real de un país lejano, que un alcalde de EE.UU o una pareja con los ahorritos de toda su vida que busca vivir en paz levantando una casa rural que les ayude en la jubilación. Todas estas historias maravillosas pasan. Y es mágico", dice la gerente de Galician Country Homes.
"A la gente mayor de Galicia le sorprende lo que está sucediendo, que personas que hablan idiomas que no conocen se instalen de repente en aldeas vacías o en las que solo quedan uno o dos abuelos ¿Tú les has dicho que aquí se van a morir de hambre?", me preguntan. "Yo les explico que para nada, que igual son empresarios que están vendiendo a todo el mundo con un ordenador, pero no lo entienden, a ellos eso les suena a ciencia ficción".
El cambio climático y la crisis económica
"Además del cambio de paradigma a nivel mundial no hay que olvidar el cambio climático", añade Rosy. "Muchas personas que nos vienen del sur, la mayoría extranjeros, nos dicen que el sur es maravilloso, bellísimo, pero que las temperaturas que se alcanzan en verano empiezan a ser difíciles de llevar. Piensa que muchos de ellos son jubilados y por sus enfermedades les resulta difícil salir de casa y pasan meses encerrados porque con más de 40 grados les cuesta respirar", explica.
"Ese cambio climático también ha afectado a Galicia, donde nosotros estamos, haciéndola más amable. Antes llovía más y hacía más frío y por eso quizá resultaba menos atractiva. El tiempo está jugando a nuestro favor, pero esperemos que no cambie más, porque el noroeste de España necesita sus lluvias para que sus bosques sigan siendo frondosos, para que sus ríos sigan siendo caudalosos, para seguir siendo tan verde. Ese es uno de nuestros encantos", destaca.
"Es cierto que la gente está comprando pueblos y casas abandonas en zonas rurales, pero detrás de todo este movimiento lo que hay es una crisis mundial brutal, tanto a nivel económico como humanitario. Lo que estamos es siendo testigos de cómo las personas están elevando su nivel de vibración, de conciencia, de forma de querer vivir. Lo que estamos presenciando es un retorno a lo que siempre debió de ser, porque el nivel y el ritmo de vida que se nos ha impuesto es insostenible" concluye.