El planeta alcanza los 8.000 millones de habitantes: hasta cuándo seguirá creciendo y por qué
Este martes, 15 de noviembre, alcanzaremos los 8.000 millones de habitantes en el planeta: estamos cerca de tocar techo
El crecimiento de la población lleva décadas ralentizándose: somos más, pero no porque nazcan más, sino porque morimos más tarde
Dos tercios del planeta están por debajo de los 2 hijos por mujer: África es el único continente donde no se ha estancado la natalidad
La fecha prevista es el 15 de noviembre, el próximo martes. Es una fecha simbólica, establecida por la ONU para alertar de “un hito en el desarrollo humano”: alcanzaremos los 8.000 millones de habitantes en el planeta. Venimos de un crecimiento histórico. "En tan solo doce años la población mundial ha pasado de 7.000 a 8.000 millones de habitantes". ¿Hemos tocado techo? No. Para finales de siglo seremos más de 10.000.
Sus proyecciones indican que el número de habitantes del planeta podría llegar a los 8.500 millones en 2030, los 9.700 en 2050, y que el pico se alcanzará en torno al año 2080: 10.400 millones de personas. Pero se estima que nos quedaremos ahí, que llegaremos así al año 2100.
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De hecho, hace ya décadas que el crecimiento de la población se está ralentizando. “La población mundial está creciendo a su ritmo anual más lento desde 1950”, advierte la ONU. Cada vez somos más, pero no porque nazcan más, sino porque morimos más tarde.
La "transición demográfica"
“Hace ya más de medio siglo que tocamos techo en crecimiento, en la década de los 60. Desde entonces, se ha ido ralentizando”, explica Antonio López Gay, investigador del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del Centro de Estudios Demográficos. ¿Por qué? Por lo que los demógrafos denominan “transición demográfica”. Una teoría que, “hasta ahora, se ha cumplido siempre”.
Lo que dice esta teoría es que “todas las sociedades han pasado de niveles altos de fecundidad y mortalidad (vidas cortas y familias grandes) a baja fecundidad y larga esperanza de vida. Esa transición ha ocurrido en todas las sociedades del mundo”, explica el demógrafo. Y es, efectivamente, lo que está ocurriendo en la nuestra.
Unos países la han hecho antes, otros después, y otros la están haciendo ahora. “Algunos ya la habrían hecho, durante segunda mitad del siglo XX. En los países de Europa, esa transición ya ha acabado”. Y no sólo ocurre aquí. “Dos tercios de la población mundial vive en países que tienen niveles postransicionales de fecundidad, es decir, que ya han bajado por debajo de los niveles de reemplazo”.
¿Qué se considera nivel de reemplazo? Dos hijos por mujer. Hablamos de que en dos tercios del planeta ya no se alcanza ese nivel de reemplazo. “Significa una fecundidad global por debajo de 2 hijos por mujer. Esto, estimando una mortalidad constante, nos haría pensar en pérdida de población. Y eso es lo que llegará a finales del siglo XXI, cuando tocaremos techo”.
África crece, pero también frenará
Seguimos creciendo, por tanto, pero cada vez lo hacemos más lentamente. Esto, a nivel global. Porque hay zonas del mundo donde todavía se crece a buen ritmo, sobrepasando con creces ese nivel de reemplazo. En África no está estancada la natalidad. Más bien todo lo contrario.
“En el África subsahariana hay una fecundidad muy alta todavía: 4 hijos por mujer”, explica López Gay. “Pero va a ir a la baja”, advierte. “África también va a hacer esa transición, ya ha empezado hace algunas décadas”. ¿Por qué? Porque aunque ha descendido mucho la mortalidad infantil, la fecundidad también ha comenzado a bajar.
América Latina y Asia también están haciendo ya la transición. “Y van mucho más por delante, actualmente están alrededor de 2 hijos por mujer”. Nada comparado con Europa, donde la media está en 1,5 hijos por mujer, con grandes diferencias entre los países nórdicos y los del este y sur del continente. En España estamos muy por debajo de los niveles de reemplazo: nuestra tasa de fecundidad es de 1,20 hijos por mujer. En 1975 era de 2,8.
Añadan a esto que se está alargando la esperanza de vida, y el resultado del cóctel es claro. “A la larga, veremos un crecimiento natural negativo, más muertes que nacimientos. Tenemos una pirámide poblacional cada vez más envejecida”, advierte López Gay.
Más viejos y más urbanos
Se prevé, por tanto, que a finales de este siglo toquemos techo. “No llegaremos a los 11.000 millones”. El demógrafo explica que ahora mismo, “nos quedarían unos 2.500 millones de habitantes por crecer. Es un crecimiento equivalente al que hemos tenido en los últimos 25 años. Tocaremos techo antes de 2100”.
¿Esto es inexorable? López Gay es rotundo. Según la teoría de la transición demográfica, “no hay ningún país en que haya empezado a bajar la fecundidad y luego de repente haya subido”. Eso sí, entre esos 8.000 habitantes habrá mucha población mayor, porque cada vez seremos más viejos. Recuerden que en dos tercios del mundo, estamos por debajo de dos hijos por mujer, lo que no garantiza el reemplazo generacional.
“El envejecimiento de la población es un reto. Cada vez tenemos sociedades más envejecidas, más personas mayores. La pregunta es ¿cómo vamos a hacer para que estén bien atendidas y tengan una buena calidad de vida?”. Es un problema que ya se está planteando en países como el nuestro, por ejemplo.
El mundo, además, “cada vez va a ser más urbano”, advierte el demógrafo. “En Asia y en África vamos a ver crecer ciudades en lo que ahora son núcleos pequeños. Aún queda mucho por crecer allí, vamos hacia una urbanización muy clara del mundo”.
China, reemplazada por India
Y otra cosa. Llevamos décadas escuchando que China es el país más poblado del planeta. Pues eso también va a cambiar. El año que viene va a ser superado por India. “China ha controlado la fecundidad, desde los años 60, con la ley del hijo único. Llevan muchos años con una tasa de fecundidad por debajo de 2”, explica López Gay. “En India, la transición está siendo más lenta”.
Pero el cambio, en China, no sólo se debe a decisiones políticas. “Además, las mujeres han accedido más a la educación, están más formadas”, y eso es clave, tiene un impacto importante en la natalidad.
“Cuando se garantizan más derechos, cuando las mujeres tienen más capacidad de decidir, la demografía se estanca”, advierte Francisco del Pozo, portavoz de Greenpeace.
Los retos de ser 8.000
Desde Greenpeace y otras organizaciones ecologistas advierten de que 8.000 millones de habitantes no puede ser sólo un hito demográfico. “No se puede hablar de 8.000 millones de habitantes como si todos consumiéramos lo mismo. Es falaz. A nivel de recursos y de espacio, no todos consumen lo mismo”, advierte. Ni contaminan lo mismo. Ni causan el mismo impacto en el ecosistema, en la biodiversidad.
Es decir, hay que plantearse si es sostenible un mundo con 8.000 millones de personas. “Todo depende de cómo se gestione”, advierte López Gay. “Si tenemos 8.000 millones de personas consumiendo de una forma determinada, lo importante es la forma de afrontar los retos que se plantean, y eso está fuera de la demografía, es más un tema político y tecnológico”.
Uno de ellos sería, por ejemplo, el alimentario. ¿Hay alimentos suficientes para tanta población? Se estima que la producción mundial de alimentos tendría que crecer un 50%, para alimentar a los 10.000 millones que seremos en 2050. Y que ese aumento requeriría 566 millones de hectáreas de tierra, según un informe elaborado en 2019 por el Banco Mundial y el PNUMA, entre otros. Con los impactos que ello supondría en la lucha contra el cambio climático, la deforestación y la pérdida de biodiversidad.
El propio cambio climático nos hará enfrentarnos a otra forma de vida, distinta a la que conocemos, y el impacto será mucho mayor en determinadas zonas del mundo, afectando a miles de millones de personas. Eso provocará, entre otras muchas cosa, movimientos de población, las denominadas migraciones climáticas.
Más equidad y más sostenibles
Desde Greenpeace insisten en esto: hemos crecido unos a costa de otros. Y entre otras cosas, a costa de la biodiversidad del planeta. Y eso ya no es sostenible. “Tiene que haber un equilibrio, una equidad en el reparto de los recursos y medios de vida", advierte Del Pozo.
Para que el crecimiento de la población sea sostenible, dice, “debería serlo a nivel local”. Y para ello, es importante “dejar de externalizar necesidades, recursos que se extraen de otros lugares y que generan desequilibrios, inequidad”.
Explica que los países más desarrollados, “como importan mucho, tienen un área de necesidades que es mucho mayor que su área geográfica”. ¿Y eso qué implica? Que “en recursos, bienes y servicios, hay un impacto ecosistémico que afecta a la biodiversidad y los ecosistemas de otros países”. A esto lo llaman “zonas de sacrificio”, porque “se extraen recursos a las necesidades de la población que en ellos habita”.
Se trata, dice Del Pozo, de buscar un equilibrio. “Que se pueda vivir en buenas condiciones en todas partes, que no haya pozos de opulencia y zonas de sacrificio”. Si vamos a los 10.000 millones de habitantes, “hay que ser más sostenibles en lo local”.
Para López Gay la clave también está ahí. “No me parece tan importante pensar en el número, los 8.000 millones, como en la forma de gestionar los recursos que tenemos. La clave está ahí”. Pero él es optimista.
Destaca el geógrafo “lo positivo de los últimos años, en los que hemos crecido a un ritmo muy elevado pero hemos conseguido seguir añadiendo años de esperanza de vida, y que cada vez menos población viva por debajo del umbral de la pobreza”. Ahora, dice, “que ya queda muy poco por crecer”, seamos optimistas. “Vamos a intentar darnos una forma de gestionar los recursos más justa a nivel ambiental y social”.