Este lunes ha arrancado el juicio del llamado ‘caso de la cabeza de Castro Urdiales’. Carmen Merino, de 64 años, está acusada de decapitar a quien era su pareja, Jesús Mari Baranda, en 2019. Su cráneo fue encontrado en el interior de una caja que custodiaba una vecina, pero su cuerpo nunca ha aparecido. La acusación insiste en que lo mató con premeditación y alevosía por causas económicas. La defensa, por su parte, cree que no podrán probar cómo, dónde y cuándo murió, por lo que no podrán culpar a su clienta de asesinato.
En la primera sesión, Carmen Merino, quien lleva tres años y dos meses en prisión provisional, se ha negado a declarar al fiscal y la acusación. “No confío absolutamente nada en ellos”, ha dicho la oriunda de Sevilla, quien mantenía una relación de aproximadamente siete años con el fallecido, de 67 años, un vizcaíno exempleado de banca.
A quien sí ha contestado la acusada es a Ezequiel García Peña, su abogado, quien le ha preguntado por una de las grandes incógnitas del caso: ¿Entregó usted un paquete con la cabeza de su marido dentro a Carmen Mendoza? le ha dicho, en referencia a su vecina, quien habría custodiado “durante seis meses” el cráneo del fallecido en el interior de una caja. Ante la pregunta, la acusada ha negado la mayor, y ha precisado que lo que le entregó fueron “juguetes sexuales” envueltos en el interior.
Todo se remonta al momento en que la Guardia Civil informaba a Carmen Merino de que iban a realizar un registro en su domicilio tras buscar sin éxito a Jesús Mari Baranda, desaparecido en febrero, si bien la denuncia de su desaparición se efectuó un poco después, en abril, después de que la familia sospechase de las palabras de la acusada. Presuntamente, esta les habría dicho que estaba de vacaciones, y les facilitó otro número de teléfono para localizarle. Sin embargo, según esta versión de la acusación, las respuestas en forma de mensaje no convencieron a la familia, que presentó la denuncia.
Fue en ese contexto, cuando la Benemérita iba a proceder a un registro, cuando Carmen Merino reconoce que hizo entrega de una caja a su vecina: “Tanto Mari Carmen como Ana Mari, su hermana, tienen perro, y ellas no suelen comprar bolsas para recogida de caca. Lo que utilizan son los papeles de periódico o de publicada que hay por allí. Entonces, como Jesús siempre compra el periódico todos los días, lo vamos amontonando. Unas veces se le da a un amigo de él de Monte Alegre, que es pintor, para cuando va a pintar, y otras veces se lo llevaba yo a Mari Carmen para la caquita de los perros. Aparte de eso, no me acuerdo cuándo fue… lo cierto es que, como mi cumpleaños es el día 1 de marzo, mi marido no estaba… y, bueno, 15 días, lo mismo me da celebrar mi cumpleaños el día 1 que el día 15… el regalo me lo había hecho yo. Yo había ido comprando cosas íntimas que había ido guardando y lo guardé todo en una bolsa de basura. Eran juguetes sexuales; tonterías de esas. Le hice la broma de meterlo en la bolsa de basura, después lo metí en un neceser y después se lo envolví en un papel de regalo con lo típico. Lo tenía ahí esperando que viniera. Cuando ya las cosas se empezaron a complicar, me daba muchísima vergüenza que si por casualidad iba a casa se encontrasen eso allí. Entonces, le dije, Mari… Me dijo que no había problema y se lo di a Mari Carmen”. “Le dije que tenía juguetes sexuales ahí y me lo guardara”, ha asegurado.
No ha sido lo único que ha dicho Carmen Merino sobre su vecina. También, al ser preguntada sobre la relación que mantenía esta con su marido, ha asegurado que en eso sí “hubo un pequeño problema”. Concretamente, dice que Jesús Mari le pidió dejar de salir con ella y su cuadrilla porque se sentía “incómodo”. Entonces, asegura que insistió a su pareja en que saliesen juntos, pero afirma que fue entonces cuando él le hizo ver que la vecina “le tiraba los tejos”.
Sobre la vecina, precisamente, ha discurrido también parte de la estrategia de la defensa, quien ha subrayado que esta “tuvo el cráneo en una caja durante seis meses. En su casa y en su armario”. “Cuando venga aquí nos lo tendrá que explicar”, ha dicho el abogado de Merino, denunciando que “nadie registró la casa de Carmen Mendoza, a pesar de que se pidió”.
“Nadie miró esa casa. Nadie miró si había huellas. Nadie miró si había sangre. Nadie miró en el armario de al lado. Nadie miró en el cajón de debajo. ¿Para qué, si ya hemos titulado que Carmen Merino decapitó a su marido y le mató? ¿Para que hace falta registrar, por ejemplo, la casa de ese testigo que reconoce, veremos a ver qué dice aquí, que tuvo el cráneo durante seis meses en su casa?”, se ha preguntado, añadiendo que tampoco se registró otra casa del fallecido, que había heredado de sus padres, estaba vacía y que comparte con otro testigo.
En esta línea, su abogado cree que la acusación “no va a poder demostrar tres cosas esenciales: ni cuándo murió Jesús Baranda, ni dónde murió Jesús Baranda, ni cómo murió Jesús Baranda".
“Para discutir que alguien mató a alguien lo primero que tenemos que tener claro es que alguien ha sido asesinado”, ha dicho Ezequiel García Peña, señalando que “los médicos dicen que no saben la causa de la muerte”.