Dime lo que comes y te diré quién eres. Llevar una alimentación saludable, rica en frutas y verduras, contribuye a mantener alejadas enfermedades graves, como el cáncer. Cada vez son más los investigadores que atribuyen a la dieta un papel más importante en el desarrollo del cáncer, e incluso aseveran que "se debe actuar sobre la nutrición, no solo para prevenir el cáncer, sino como intervención terapéutica”, asegura Marcos Malumbres, Investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). El científico explica que, en el riesgo de desarrollar cáncer, y para la mayor parte de la población, "los hábitos como la dieta pesan más que los factores genéticos, al menos en las sociedades modernas”.
No se trata de curar el cáncer con la dieta, sino de complementar el tratamiento con estrategias nutricionales precisas. Y prevenir el riesgo de contraer cáncer con una alimentación adecuada. "Hoy está claro que los hábitos de nutrición están detrás de muchos de los tipos tumorales más frecuentes, sobre todo los gastrointestinales y los de mama o próstata, dependientes de hormonas”. "En los últimos años se ha invertido mucho tiempo en ver cómo el tabaco, el alcohol, o el sol provoca mutaciones en nuestras células, y se nos ha olvidado lo más cotidiano, la nutrición y el estilo de vida. Ahora mismo, hay interés en analizar cómo los alimentos y la nutrición afectan al cáncer y estamos viendo que realmente son muy importantes".
La razón, dice Malumbres, es que nuestro cuerpo está preparado para asimilar ciertos nutrientes y el estilo de vida que llevamos nos hace tomar alimentos que no son muy buenos. Hablamos de productos procesados, bollería, zumos, comida rápida... "A corto plazo, quizá, no tiene unas consecuencias muy grandes, pero a largo plazo afecta mucho. Por ejemplo, nuestro cuerpo está preparado para tomar una cantidad determinada de azúcar, que además, es adictiva para nosotros. El problema viene cuando acumulamos durante 30 o 40 años tal cantidad de azúcar, que es la responsable de varias enfermedades como la diabetes, la obesidad, pero también el cáncer", explica.
España, hace pocos años era uno de los países más longevos del mundo y ahora, es el país europeo con más obesidad infantil. "Hay que dejar de engañarse y saber que la dieta mediterránea ya no existe en España. Creemos que estamos a salvo porque vivimos en el Mediterráneo, pero no. Y si lo asumimos es fácil de cambiar. Al hablar de una dieta equilibrada, que evite sobre todo alimentos procesados, no estamos promoviendo una dieta súper rara, al revés, tenemos que darnos cuenta, que la inercia en la dieta nos está llevando a aumentar de una manera enorme el número de enfermedades", explica el investigador del CNIO.
Por eso, parece claro que hay que pensar en las próximas generaciones, en nuestros hijos y nietos. Si intentamos evitar la acumulación de estos alimentos, el porcentaje de enfermedades será menor. "No hace falta discusión científica. Nuestra alimentación actual, unido a estrés, al tabaco y al alcohol, aumenta el riesgo de padecer cáncer. Hay sociedades en las que las dietas no han variado tanto, o no se consume tanta cantidad de productos procesados. En ellas, el porcentaje de tumores es menor al 5%, en nuestra sociedad llegamos al 30%", comenta Malumbres.
Son países desarrollados, pero que geográficamente son de más difícil acceso. Islas o territorios elevados donde casi no llegan alimentos procesados. Estas sociedades tienen en común que la longevidad es muy alta y el porcentaje de enfermedades es muy bajo en todas ellas. "Comen lo que cultivan, ingieren bastante pescado y dejan las carnes rojas para eventos o celebraciones, los zumos y la bollería casi no la prueban. Siguen una dieta parecida a la que hacían nuestros padres", explica el investigador.
"Luego, una dieta adecuada, no puede asegurar que el cáncer no exista, pero sí baja el porcentaje de casos. Hay evidencia científica para decir que sí. Las terapias actuales han avanzado mucho. Hay cánceres que se curan, pero al final estamos consiguiendo extender la vida meses y meses. Al cambiar la dieta y el estilo de vida, hablamos de que a un niño le salga cáncer o no le salga. Se espera que, en 2050, la mitad de los hombres y una de cada tres mujeres tendrá un cáncer. Si solo con nutrición, conseguimos reducir del 50% al 10-5%, imagina lo que significa esto en nuestros hijos y nietos", explica el científico.
En la misma línea habla, Miguel Ángel Seguí, portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y jefe de servicio de oncología del Hospital de Sabadell, que hace diferenciar entre genética cómo herencia o cómo alteraciones de los genes. "Es decir, los cánceres hereditarios no dejan de ser una rareza, que provocan tumores en una proporción muy pequeña. Y por sí misma, la herencia tampoco basta, tiene que haber más cosas. Si entendemos como genética, alteraciones de los genes, todos los cánceres tienen alteración de genes inducida por múltiples causas.
El tabaquismo es uno de los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de cáncer de pulmón y otros tipos de cáncer. Pero se estima que la obesidad, que es resultado de una mala nutrición, será en poco tiempo el primer factor de riesgo para el desarrollo de cáncer. Una 'mala dieta' puede provocar cambios en el organismo que favorecen la aparición de ciertos tipos de cáncer".
Los expertos insisten en que cuanto más procesado es el alimento, más probabilidad hay de que aparezca un cáncer. Por eso, en el mundo desarrollado hay más posibilidades de riesgo de cáncer que en otras partes del mundo con menor bienestar social. "No es un alimento concreto, es la dieta en general". Seguí, insiste en comer mucho verde, legumbres, proteínas procedentes del pescado, poca carne roja y ejercicio. "Pero no solo la dieta mediterránea es la buena, también la dieta japonesa, basada en mucho pescado, o la nórdica que tiene mucha legumbre, vegetales y pescado azul, huevos y lácteos. Todas con poca carne roja y pocos alimentos procesados".
Los datos estadísticos indican que algunos tipos tumorales como los gastrointestinales o los que dependen de hormonas (mama, próstata, etc.) pueden tener mayor asociación con los malos hábitos de nutrición. Es decir, los órganos que se encargan de procesar la comida y a los que estamos metiendo sustancias que causan daño a largo plazo como intestinos, estómago, o hígado, son los que más sufren de esta alimentación, por lo tanto, los que más probabilidades tienen de sufrir un cáncer. Por otro lado, la obesidad está más relacionada con el cáncer que depende de las hormonas como de endometrio, o de mama.
Para Seguí es más fácil relacionar los cánceres más frecuentes con el estilo de vida, ejercicio, dieta, o tabaco. "Es importante en el cáncer de colon, de mama, de endometrio, de próstata, incluso de páncreas. En otros cánceres menos frecuentes es más difícil relacionarlos con la dieta porque están menos estudiados, pero seguro que también influyen".
No hace falta repetir cuáles son los alimentos saludables, dice el experto del CNIO, el problema es que es difícil comerlos a diario. "Antes estaban en el día a día y hacíamos un esfuerzo para conseguir un pastel. Ahora, es al contrario, la bollería y los productos procesados es lo fácil y lo cómodo y lo complicado es hacer verduras a diario. Hay que procurar cambiar las tornas, desde tres puntos de vista. "Desde las escuelas se puede hacer mucho. En casa, lo mejor es no comprar, si hay se lo comen. Si lo que predomina es información sobre alimentos rápidos y procesados hay que advertir de que no son beneficiosos y habría que regular la publicidad para que repercutiera en su consumo".
Seguí coincide e insiste en que en nuestro mundo occidental moderno hay una presión comercial sobre los alimentos procesados y asegura que hay muchos estudios que demuestran que tomarlos aumenta entre un 10 y un 15% el riesgo de padecer cáncer. "Hay que evitar los alimentos procesados, que sean fáciles no quiere decir que sean buenos, y esto es una labor de todos, empezando por las administraciones. Bollería, azúcares, platos preparados, colorantes, estabilizantes una dieta basada en estos alimentos confirman que aumenta el riesgo de cáncer".
También quiere dejar claro que no hay una dieta que proteja del cáncer a nivel personal, aunque sí a nivel general. Una dieta correcta es buena porque hace que todo sea más fácil. Pero ninguna dieta va a curar el cáncer, no hay ninguna evidencia científica que diga que dejar de comer azúcar sea efectivo para la curación. Lo que sí parece claro es que una dieta sana previene de la aparición del cáncer en el futuro y además ayuda a tolerar mejor el tratamiento". Aquí, Malumbres expone, que las evidencias actuales sugieren el beneficio del ayuno intermitente. "Alternar periodos de ayuno extensos con las horas de alimentación antes de las terapias mejora los efectos secundarios durante el tratamiento".
Los expertos creen que hay muchas cosas que se pueden hacer para prevenir el cáncer. Es más, hasta una tercera parte del cáncer se puede prevenir con medidas de salud pública, una dieta equilibrada, ejercicio, fuera el tabaco y el alcohol. "Esto depende mucho de la sociedad, por eso hay que mandar el mensaje de que la vida sana tiene beneficios, quizá no sea tan divertida como la vida menos sana, pero si da muchos beneficios para la salud. Los alimentos que ahora nos facilitan la vida ahora nos la pueden complicar mucho en el futuro", concluye el portavoz de SEOM.