Francisco recuerda con terror su paso por el colegio y el instituto. "Siempre me recuerdo solo", reconoce a NIUS. "El que se acercaba era para reírse de mí o para humillarme. Me llamaban bicho raro, me insultaban, me pegaban, me obligaban a hacer cosas que no quería... vamos, el maltrato habitual que sufrimos muchos niños autistas", lamenta.
Su testimonio lo avalan los datos. En el último estudio realizado por Autismo España se revela que el 43% de los niños con autismo escolarizados en centros ordinarios pasa en soledad los recreos en la escuela. "Una de cada dos personas con autismo sufre acoso escolar en el sistema educativo", denuncia Marta Plaza, una de las sociólogas responsables del estudio. "El bullying afecta a más del 50% de nuestros estudiantes y si no tienen discapacidad intelectual asociada llega hasta el 80%", apunta.
"Ese es justo mi caso", añade Gadea, una joven con altas capacidades a la que de forma tardía se le ha diagnosticado autismo. "En mi caso el acoso lo propiciaba el propio equipo docente, como sacaba muy buenas notas siempre me ponían de ejemplo respecto al resto de los alumnos. No eran conscientes de que poniéndome en la picota los niños podían ir a por mi", recalca. "Había excepciones, claro, profesores muy comprometidos que me apoyaron mucho". "Pero lo cierto es que caí en el absentismo escolar. Acabé evitando ir a clase. Entonces no era consciente del motivo, pero con el tiempo me he dado cuenta de que socializar en la clase o en la escuela era un asunto complejo porque no terminaba de sentirme parte del grupo", explica.
"Lo que el estudio pone de manifiesto es la dificultad de socializar fuera del aula que tienen las personas con autismo", asegura Plaza. "Estos chicos y chicas se manejan más o menos bien en las actividades estructuradas que se dan dentro de la clase, pero tienen serios problemas con las relaciones sociales espontáneas que se dan fuera. Es decir, las que producen en los patios, en el comedor, en los pasillos, en las rutas escolares ... en esos entornos la mayoría confirma que están solos, y es preocupante porque les coloca en una situación de vulnerabilidad en la que es fácil que el acoso se produzca".
A las dificultades para socializar dentro del colegio se suman las de hacerlo fuera. "El estudio recoge que solo el 14 % de estos alumnos queda con sus compañeros después de clase", alerta Plaza. "No les suelen invitar a los cumpleaños ni a las quedadas de la clase ni a hacer ciertas actividades a las que el resto de los niños sí que están convocados. Esto es también un tipo de maltrato o acoso".
"Para las personas con autismo la socialización es tan importante como la parte académica. Si se están poniendo apoyos para ayudar a este colectivo en la parte curricular, se deben poner apoyos también para fomentar su participación social, que es algo que a ellos les cuesta mucho y que contribuye al aislamiento y al acoso".
"Hay otro dato muy llamativo en el estudio", explica Plaza. "El 33,5% de los encuestados dijo no saber si sus compañeros les estaban insultando o hablando mal de ellos", indica. "Las personas con autismo muchas veces no son capaces de detectar que están siendo acosadas. Es más, a veces confunden esas situaciones con la amistad. Igual están mofándose de ellos y lo interpretan como que les están prestando atención, que forman parte del grupo, porque las personas con autismo tienen dificultad para entender las indirectas, las frases con doble sentido, las bromas...", aclara.
"En los casos en los que ellos no se dan cuenta juega un papel fundamental la observación del equipo docente y de la familia, porque aunque los afectados no sean conscientes sí que dan pistas, igual están más nerviosos, ansiosos, tristes, etc".
"En el estudio sale que el 70% de los centros educativos tienen protocolos de prevención de acoso escolar para estos colectivos, pero la percepción de las familias es muy diferente. Un 40% de las familias entrevistadas piensan que los protocolos contra el acoso no funcionan todo lo bien que deberían".
"Es importante, por tanto, que los centros tomen conciencia y trabajen desde las tutorías y los departamentos de orientación para dar claves a chicas y chicos a la hora de identificar este tipo de situaciones. Herramientas de autodetección de situaciones en las que puedan estar sufriendo acoso o algún tipo de violencia. Pero no solo destinado a los alumnos con TEA, sino a todos, porque muchas veces el acoso se produce por falta de información, porque no se conoce el problema que tiene el otro", recalca. "Igual se están riendo del que tiene autismo porque no entiende los chistes, igual nadie les ha dicho que aunque comprenden perfectamente el lenguaje no son capaces de identificar las metáforas o los dobles sentidos o las ironías. Igual si alguien se lo explica la siguiente vez ya no se van a reir".
"A veces hay también falta de formación del resto de profesionales que trabajan en un colegio, me refiero a esas personas que igual no son docentes y que se ocupan de vigilar en los recreos, o en el comedor, o en la ruta. A lo mejor no tienen el conocimiento adecuado sobre las formas diferentes de comportarse de los alumnos y no saben reaccionar ante un caso de acoso. Una falta de comprensión que podría ser paliada, como siempre, con formación".
"Los programas de prevención de acoso y de promoción de la convivencia en los colegios son esenciales", defiende. "Todas las actividades que favorezcan o que promuevan la diversidad son de mucha utilidad porque al final las personas que sufren acoso lo sufren porque son diferentes, y lo diferente se rechaza. Si a mi desde pequeño se me enseña que hay personas diferentes, que no todos funcionamos igual, que no todos nos comportamos de la misma forma, pues lo voy a aceptar cuando me encuentre con alguien así en el camino", arguye la socióloga de Autismo España.
"El daño que se puede hacer a una persona que sufre acoso de niño es enorme y puede marcarles en su vida de adultos", sentencia Plaza. "Yo no he podido olvidarlo nunca", espeta Francisco. "Es como una herida que se te queda dentro y que te afecta para siempre en la forma de relacionarte con el mundo. Si ya nos cuesta de por sí hacerlo, sufrir algo así te aisla aún más. Te puede convertir en un ser solitario de por vida".