"Otra vez sales en la tele. ¿Tú me juras que no mataste a la mellada?", le preguntaba su actual pareja a Jesús Pradales. Así es como se referían a Juana Canal. Los investigadores les estaban escuchando. Habían pinchado el teléfono al hombre, al ser el principal sospechoso de su desaparición hace 19 años. "Ya te lo he dicho antes", respondía él. "¿Serías capaz de jurarlo por Dios y por la Virgen?", insistía la mujer. "Ya estás otra vez. Te he dicho siempre que los juramentos los hace el diablo", contestaba el hombre intentando disuadirla. Desde que se confirmó que los restos óseos hallados por una pareja en Navalacruz (Ávila) en el año 2019 pertenecían a la víctima, el juzgado había autorizado que los investigadores pudieran intervenir sus comunicaciones, tratando de obtener algún indicio.
Desde el verano vigilaban discretamente todos sus movimientos, especialmente por si intentaba abandonar el territorio nacional. Los agentes quisieron dar una gran visibilidad mediática al registro que hizo la Policía Nacional en el piso que la pareja compartía entonces en la calle Boldano, en el distrito madrileño de Ciudad Lineal, para ver cuál era su reacción. "Voy a escuchar la tele, a ver si dicen algo", le decía su actual pareja, que preguntaba una y otra vez: "¿Tú estás tranquilo niño, que tú no has hecho nada?", intentando obtener una respuesta. "Yo te creo lo que tú me digas. Yo te quiero mucho. Yo me muero", le aseguraba. En su voz puede intuirse su temor a obtener la peor de las respuestas.
"Estate tranquila. Tendré cuidado...Iré por la sombra", contestaba Jesús, en tono jocoso. En los audios recogidos en el sumario pueden oírse incluso sus risas. Siempre intentaba eludir el tema en sus conversaciones. El viernes pasado el hombre ingresó en prisión provisional tras confesar que había acabado la vida de Juana tras golpearla durante una discusión y que había enterrado los restos después de descuartizarla en una finca de sus padres.
Fue detenido el miércoles y fue variando su declaración a lo largo de las horas. Finalmente señaló que la trifulca se había originado por dinero y que Juana se golpeó en la cabeza con algún objeto al caer, después de que él la empujase, quedando inconsciente. Entonces decidió bajarla hasta el taxi del que era propietario, simulando que estaba borracha. "Pesaba demasiado, llevaba los pies arrastrando y decidí descuartizarla", manifestó en dependencias policiales. Luego lo ratificó en la sala.
Los investigadores también quisieron que el presunto homicida fuera consciente de la búsqueda conjunta que realizaron los agentes de la Policía y de la Guardia Civil el pasado 17 de octubre en Navalacruz, en la que hallaron nuevos huesos. Su objetivo era comprobar si Jesús se ponía nervioso y "movía el avispero" ante la publicación de estas informaciones. "Mi madre está llorando porque lo ha visto en la tele. Dicen que la han encontrado muerta en una finca de Ávila", le anunciaba su mujer. "Me extraña que la hayan encontrado ahí. Hubiéramos visto el agujero", le contestaba Jesús, sin perder la calma.
Aún así, su esposa desconfiaba ya de él: "¿Qué hacemos ahora Jesús, si te llevan?. Yo me muero", le planteaba. "Niña, yo no he hecho nada. ¿Te apetecen unas lentejas?", contestaba él, tratando de convencerla para desviar la conversación, como si se tratase de una broma. "Esto no es de risa", concluía ella entre lágrimas.