El 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación y las cifras son preocupantes ya que más de 800 millones de personas pasan hambre y 45 millones sufren desnutrición aguda.
Otros 16 millones de personas padecen desnutrición severa, muchas de ellas menores. La crisis energética y la inflación han empeorado la situación y la FAO insiste en transformar los sistemas agroalimentarios para no dejar a nadie atrás.
Los recursos se agotan por múltiples factores: el cambio climático, la desigualdad, los conflictos. El hambre ha matado ya a nueve millones de personas, muchas menores de cinco años, una cifra que seguirá creciendo en los próximos años.
A los factores habituales, el hambre tiene otra aliada: la desmesurada subida de precios. En España se han incrementado una media de un 20 por ciento, algunos hasta un 50. Suben los precios, baja la calidad de lo que comemos y las colas del hambre son cada vez más largas.
Una alimentación desequilibrada conlleva riesgos. "La diabetes tipo II, el riesgo cardiovascular o incluso el cáncer", apunta el nutricionista Rubén Bravo. Y para ajustar presupuesto sin sacrificar la salud recomienda consumir más legumbres, frutas y verduras, priorizando el consumo de productos de temporada.