Nadia (nombre ficticio) nos pide que no revelemos su verdadera identidad. Teme que su familia en Irán pueda recibir represalias por sus palabras. Ella salió del país hace 21 años pero sus padres y hermanos siguen allí. "Aunque llevemos toda una vida en Europa seguimos teniendo miedo del régimen islámico", reconoce a NIUS. "Si hablas en su contra lo más seguro es que acabes muerto".
Teme sobre todo por sus sobrinos, que están participando activamente en las revueltas de los últimos días. "Saber lo que está pasando realmente es complicado. Han cortado internet y las comunicaciones se han vuelto extremadamente difíciles. Las conversaciones por teléfono son escuetas, solo sirven para chequear que están bien, nadie da ninguna información más. La gente no se fía de contar nada. La política del terror funciona de maravilla", lamenta.
Nadia sigue desde España con atención cada nueva noticia. Explica que la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, tras ser detenida por la Policía de la Moral por llevar mal puesto el velo ha sido solo la chispa que ha encendido un polvorín de malestar de décadas. "Nadie es libre en Irán y si eres mujer menos aún. Las nuevas generaciones han crecido en este régimen dictatorial y están reaccionando", asegura. "Más del 70% de la población está en contra del Gobierno Islámico pero es difícil levantarse contra él porque la represión es brutal. No les importa asesinar a quien se oponga, ya sean ancianos, jóvenes o adolescentes, como están mostrando al mundo", inquiere.
El número de víctimas es incierto, pero ya son decenas de muertos y miles de heridos. "Me sorprende que aún mucha gente no se haya enterado de lo que está sucediendo", dice. "Tengo muchos amigos españoles y no han sabido lo que pasa en Irán hasta que yo se lo he contado. No solo las protestas de ahora, sino la ausencia de libertades que hay", añade.
Por eso dice estar contenta de que, "por una vez", lo que pasa en Irán sea protagonista en redes, y portada de periódicos e informativos de televisión. "El motivo es muy triste, pero lo que no se conoce no existe. Ver ahora que personas famosas del mundo de la cultura y la política están mostrándonos su apoyo es un gran avance", defiende.
Se refiere a la iniciativa de cantantes, activistas y actrices francesas como Juliette Binoche, Marion Cotillard o Charlotte Gainsbourg, que han difundido un vídeo en el que aparecen cortándose mechones de pelo en solidaridad con las mujeres iraníes, o al mismo gesto, repetido por una eurodiputada sueca, a la que hemos visto tijera en mano en el pleno del Parlamento Europeo lanzando gritos de apoyo a las mujeres iraníes.
"Muchas mujeres iraníes que vivimos en el extranjero también nos estamos cortando el pelo en las manifestaciones de protesta", cuenta Fariba Ehsan, presidenta de la Asociación Iraní Pro Derechos Humanos en España. "Es una antigua tradición persa de tristeza", relata. "Históricamente, en la provincia del Kurdistán, cuando las mujeres perdían a alguien muy cercano o a un miembro de la familia, se cortaban el cabello como muestra de luto, de sufrimiento", detalla. "Ahora se ha convertido en símbolo de solidaridad tanto dentro de Irán como a nivel internacional".
También quemar los velos o lanzarlos al aire. Ya la llaman la rebelión del velo. "No quiero que nadie se equivoque y piense que esta es una lucha por llevar o no llevar velo. Si tú eliges ponértelo es muy respetable. Por lo que se lucha es por la libertad de decidir. Si te obligan a llevarlo están violando tus derechos y eso es lo que pasa en Irán, se obliga hasta las niñas de guardería a ponérselo", relata.
"Llevar velo a la fuerza es símbolo de esclavitud y humillación", insiste. "Y la sombra de esa humillación llega hasta aquí mismo, hasta España", advierte. "Justo antes del asesinato de Mahsa Amini tuve que ir a la embajada de Irán en Madrid a resolver unos asuntos y no me dejaban entrar sin velo, me llamaron la atención y me dijeron que si me negaba a ponérmelo tendría la entrada prohibida para siempre", cuenta. "He ido otras veces sin él y no ha pasado nada, cada vez están más radicalizados", lamenta.
Fariba lleva desde 1995 en España, pero antes vivió "como todas las mujeres", apostilla, el acoso de la Policía de la Moral en su país natal. "Yo salía de casa con miedo, sin saber si iba a volver o me iban a llevar arrestada, porque estos agentes buscan cualquier excusa para detenerte", avanza. "Te paran por cualquier motivo, te dicen que por qué llevas esta u otra ropa, por qué vas maquillada, por qué llevas esos zapatos... nadie está a salvo de la Policía de la Moral en Irán, pero las mujeres sufren un acoso muchísimo mayor".
"Lo que subyace tras esta rebelión es el hecho de que las mujeres no tienen derechos en Irán. No pueden viajar solas sin el permiso de su marido, ni trabajar, ni casi salir de casa. El hombre es dueño de todo".
De esa falta de libertad huyó Fariba. "No quería esa vida para mi ni para mi hija", confirma. Llegó a nuestro país con 26 años tras escapar de un marido que la maltrataba. "Cuando llamaba a la policía para denunciarlo solo encontraba incomprensión. Me decían, si te ha pegado es porque algo habrás hecho". "Conseguí separarme pero a cambio tuve que renunciar a mi hija que tenía 4 años entonces. Tras tres años de dura lucha conseguí traerla a España, fue gracias a la intermediación de la familia porque en los juzgados me negaban esa posibilidad".
En Irán, los malos tratos no son motivo de separación, las que se atreven a denunciar a sus parejas reciben, como Fariba, la incomprensión de la Policía, y las víctimas de violación son acusadas de haberlo provocado. "Además, la edad para poder casarse está establecida en los 13 años, pero con un permiso especial los padres pueden casarlas incluso a los 12. Es una barbaridad. También está permitido que los padres se casen con sus hijas si son adoptadas puesto que no se consideran de la misma sangre. Las mujeres que son acusadas de infidelidad pueden ser lapidadas, mientras que los hombres pueden tener hasta cuatro esposas fijas y las concubinas que quieran. Es todo un despropósito", explica Fariba.
Hablamos con una tercera mujer iraní que reside en España. Tampoco quiere que mencionemos su nombre. Quiere que la llamemos Irán "como el país que tanto ama" y del que tuvo que escapar tras la revolución islámica. Nos manda una foto del cartel que portaba en una de las protestas que estos días se han celebrado en nuestro país contra el régimen iraní. Está escrito en persa. Nos lo traduce. "Significa algo así como : Salí de Irán pero Irán no salió de mi, permanece en mi alma". "Así es como nos sentimos en el extranjero", dice con resignación.
Tiene 58 años y lleva media vida fuera, pero sigue estando asustada. "Yo era una activista política contra el régimen islámico. Todos mis amigos fueron arrestados y tuve que estar escondida durante dos años para evitar la represión". Consiguió huir a Alemania donde ha residido la mayor parte de su vida y desde hace tres años vive en España largas temporadas. Los últimos acontecimientos le han sorprendido aquí. Confiesa que está muy afectada. "Hay días que me los paso enteros llorando, viendo vídeos de mi país, leyendo mensajes en las redes, el dolor es muy muy grande".
"Tengo mucho miedo", explica, "porque siempre ha habido protestas en Irán, pero estas de ahora son de una intensidad extraordinaria". "Siento una mezcla de pánico y a la vez de esperanza porque pienso que quizá algo pueda cambiar esta vez", dice. "En mi opinión, este proceso ya no se puede detener".
"Las protestas son el resultado de grietas profundas en el gobierno islámico". "Irán lucha por la libertad y por los derechos humanos que ha perdido desde que el régimen islámico tomó las riendas del país", dice. "Y ahora el pueblo iraní necesita todo tipo de ayuda". "Quiero dar las gracias a España porque es uno de los países que ha convocado al embajador de Irán para pedirle explicaciones por la represión de las protestas", reconoce. "Pero no es suficiente. Se necesita hacer más".
"Todos los embajadores y cuerpos diplomáticos deberían ser expulsados de las principales ciudades de Europa", defiende. "Es necesario un bloqueo político internacional del régimen" apostilla Fariba Ehsan. "La única forma de que acabe esta masacre y esta injusticia es terminar con el gobierno de Jamenei", sentencia Nadia. "Ahora tenemos la posibilidad. No nos dejen solos, no abandonen a un pueblo entero. Rogamos que nos ayuden".