En España el 90% de los alumnos con altas capacidades está infradiagnosticado. Es lo que sostiene Javier Tourón (Vigo, 70 años), catedrático emérito de la UNIR, y uno de los mayores expertos en España de altas capacidades. “Esto varía según las comunidades autónomas, pero la realidad es que hay una inmensa mayoría de niños con altas capacidades que están sin identificar”, señala.
Oficialmente en España había identificados en el curso 2020-2021 casi 41.000 alumnos (de los un poco más de ocho millones de estudiantes matriculados a día de hoy en el sistema educativo español) con necesidades educativas asociadas a su alta capacidad. Es decir, son el 0,5% del total del alumnado. Un porcentaje muy lejano del 10%-15% de personas que, según Tourón, tiene altas capacidades en la población en general, aunque existan muchos grados.
“El problema radica para empezar en que no hay un consenso en lo que significa tener alta capacidad ni en cómo debería ser detectada”, señala el experto. “No hay una voluntad establecida para identificar la capacidad de los alumnos y así poderles atender educativamente de la manera más conveniente”.
Desde hace años se toma como referencia un punto de corte -que Tourón, como otros autores, no recomienda- que tiene que ver con un cociente intelectual (CI) de 130 para establecer que una persona tiene altas capacidades. En él estaría el 2,28% de la población. “Esto es tan absurdo como decir que son altas las personas que miden 1,80 metros. ¿1,80 sobre qué? ¿A qué edad? ¿Comparado con qué? Porque una persona con 1,80 comparada con los que viven en la Amazonia puede ser altísima, pero con niños finlandeses, no…”, sostiene.
¿Cuándo una persona puede ser considerada de alta capacidad? "La respuesta es depende. Si el nivel académico del resto de alumnos de su escuela es más bajo, podría destacar y necesitar un estímulo mayor del que está recibiendo. Pero si asiste a una escuela donde el nivel del resto de alumnos es muy alto, estaría en la media. Las capacidades son una cuestión de grado y, por lo tanto, lo que hay que determinar es cuál es el grado de las capacidades que son relevantes para el aprendizaje y su formación intelectual. El reto de la escuela es promover una educación con un nivel de reto que esté adecuado al nivel de competencia y de aptitud del sujeto”, explica.
Algunos estudios elaborados en Estados Unidos demuestran que los alumnos con alta capacidad al inicio de curso ya tienen dominado el 60%-70% del currículo de ese año. “En estos casos, puede ocurrir de todo: que el niño se acomode y no haga nada o que se enfrente con el sistema y empiece a plantear problemas. En cualquier caso, si pudiendo estar resolviendo ecuaciones de primer grado, se le tiene sumando, está perdiendo oportunidades de aplicar su talento a un estudio profundo de las matemáticas”, asegura.
La situación se enreda aún más teniendo en cuenta que cada comunidad autónoma interpreta la legislación a su manera y tiene su propio criterio y metodología a la hora de detectar alumnos con altas capacidades. “Los criterios de detección de Andalucía no tienen nada que ver con los de Aragón, por lo que un niño puede ser considerado de alta capacidad en Andalucía y no en Aragón”, señalaba a NIUS Luz Pérez, una de las mayores expertas en altas capacidades, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Complutense y, actualmente, coordinadora del programa de doctorado de la Universidad Camilo José Cela. “En algunas comunidades con tener un percentil de 80 en todas las áreas, te consideran de alta capacidad mientras que en otras no vale eso sino el cociente intelectual y, en otras, distintas cosas. Deberían existir unos criterios comunes en todas las comunidades para no entrar en una situación caótica de si un niño tiene altas capacidades o no", explica.
Tourón es partidario de que todos los centros educativos evalúen las competencias, capacidad y aptitudes de todos sus escolares. “La mayoría obtendrá resultados normales; otros, preocupantes por bajos, pero dos o tres los tendrán extraordinariamente altos. Y de igual manera que los profesores adaptan el currículo a los niños con dificultades de aprendizaje, eso mismo hay que hacerlo con los que tienen progresivamente más capacidad”, sostiene. “El problema es que no se hace porque para empezar no se sabe quiénes son”.
La legislación permite, además, subir a un estudiante un curso en primaria; otro, en la ESO, y otro más en Bachillerato. “Esa es una mala solución porque, aunque tú pases a un alumno de curso, el modelo repetitivo que se sigue de explicación a toda la clase enseguida va a ser insuficiente para un niño de alta capacidad. ¿Por qué? Porque él va a captar cómo se despeja la variable en una ecuación de primer grado en cuanto lo vea en la pizarra escrito en 30 segundos mientras que sus compañeros van a tardar tres días, aunque haya una diferencia de edad. Lo interesante es que el aprendizaje sea personalizado a las necesidades de cada niño. Y, aunque no lo cambies de curso, permitirle hacer un trabajo más avanzado que el resto de la clase”, insiste Tourón.