La diferencia del antes y el después es notable en el barranco de Valleseco, Gran Canaria. Las llamas arrasaron sus laderas en el verano de 2019 y en estos tres años vuelven a teñirse de verde gracias a los árboles replantados. Más de 3.000 ejemplares que han logrado sobrevivir con el agua procedente de la niebla. Sí, obtener agua de las nubes sin que haya precipitaciones es posible gracias a una técnica que no es nueva y que ahora está siendo desarrollada por el proyecto Life Nieblas, de la Unión Europea.
Un programa que ante la disminución de precipitaciones, con la sequía histórica vivida y los incendios sufridos este verano, cobra aún más interés, si cabe. El objetivo es aprovechar un recurso procedente del mar y que es llevado de forma gratuita por el viento para obtener un agua que ahora se está empleando en la reforestación de suelos quemados y para evitar nuevos incendios, pero que puede tener otros usos. De hecho, ya se ha empleado como agua de consumo embotellada o como base para elaborar cervezas explica a NIUS Francisco González Artiles, coordinador del programa en el Cabildo de Gran Canaria.
Es una tecnología "muy sencilla" con escaso coste energético y que se puede instalar de forma fácil. Solo hace falta tener niebla y viento de forma habitual. Con ellos, lograr agua no es difícil y, una vez que se consigue, se puede gestionar su uso para lo que se quiera, también "perfectamente" para consumo humano. El mecanismo consiste en una estructura metálica cubierta con una malla que es la que retiene las gotas cuando el viento empuja la niebla a través de ella. El agua cae en una bandeja y se redirige a unos depósitos y a partir de ahí se utiliza en las distintas tipologías de riego.
Un proyecto "muy prometedor" que ahora se está desarrollando para la restauración ambiental de zonas afectadas por el fuego y para evitar que se produzcan nuevos incendios en Gran Canaria y Portugal, pero que puede tener también otras aplicaciones como la agricultura de montaña. "Con 15 captadores de niebla, por ejemplo, se podría regar y mantener 6.000 árboles frutales sin ningún tipo de consumo energético", indica Francisco González. "Una técnica que abre nuevas posibilidades en zonas que podrían considerarse marginales en términos de producción, aportando soluciones a comunidades pequeñas de ámbitos más aislados y mejorando las condiciones de vida de las personas", apunta el técnico medioambiental. De hecho, ya se han puesto en contacto con particulares para hacerles la instalación y ver cómo se puede mejorar las condiciones de vida en este tipo de terrenos expuestos a la niebla y al viento, que pueden ser de difícil acceso, y en los que no es fácil disponer de recursos hídricos.
El proyecto, que aún está en su ecuador, ya ha mostrado resultados prometedores para ganar la batalla a la desertización, aportando agua a una escala importante donde no la hay. En Gran Canaria, por ejemplo, han obtenido más de 50.000 litros en dos años, cantidad suficiente para mantener vivos a 3.000 árboles en una zona de difícil acceso. El objetivo de Life Nieblas es desarrollar nuevos y mejores colectores y auditar la recuperación ambiental con técnicas de reforestación innovadoras que no incrementen significativamente la huella de carbono, teniendo en cuenta su efectividad, costes o beneficios.
A la hora de iniciar una reforestación tras un incendio se necesita mucha agua, transportada normalmente con camiones cisterna. Lo que los cazadores de niebla han conseguido es aprovechar el agua de las nubes traídas por el viento a través de captadores colectivos e individuales, con telas metálicas colocadas a pie de planta lo que mantiene durante más tiempo la humedad del suelo. Este tipo de técnicas facilita el proceso y supone un freno a los futuros incendios ya que se está replantando la laurisilva, un bosque nuboso que frena el avance y la virulencia de las llamas. Dejar que la naturaleza se recupere por sí sola costaría mucho más tiempo.
En realidad, tal y como explica Francisco González, son los propios árboles los que se encargan de recoger el agua de la niebla, pero con un incendio las condiciones medioambientales cambian y el proceso se ralentiza. El suelo está más expuesto a insolación y a las lluvias. Hay una degradación del sistema. "Nosotros lo que estamos haciendo es imitar a la naturaleza para facilitar su recuperación porque, si no hubiera habido un incendio, esa neblina habría sido captada por las plantas, infiltrándose en el suelo, incrementado los acuíferos y la riqueza ambiental de la zona", asegura el coordinador de Life Nieblas.