La reserva de agua de España ha caído esta semana al 39,2%. Es el nivel más bajo en estas fechas desde 1995. Aquel año se impusieron restricciones muy duras en el consumo humano y también en la agricultura. Ahora la situación podría repetirse.
El panorama es desigual en el conjunto del país. Las cuencas que están en peor situación son las de Andalucía: las del Guadalquivir, Guadiana, Guadalete y Barbate están al 30%, o incluso por debajo, lo que supone ya una situación de emergencia de sequía. Asimismo, zonas del norte peninsular, como Galicia o algunos puntos de País Vasco o Navarra, así como algunas poblaciones del interior de Cataluña, aplican ya cortes de agua.
Para las próximas semanas, el escenario podría agravarse aún más, ya que no se esperan lluvias de gran abundancia que pudieran mejorar esta situación.
NIUS ha entrevistado a Jorge Olcina, catedrático de Geografía y responsable del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante para hablar de lo que podemos esperar de esta situación y de sus posibles soluciones.
Pregunta. ¿Estamos ante un panorama más negro del que se esperaba?
Respuesta. Sí, estamos ante un panorama un poco más difícil de lo que se pensaba porque la primavera fue muy seca. Salvo en la zona mediterránea, en las cuencas del Júcar y Segura, donde sí llovió, incluso en algunos puntos en abundancia, en el resto de España apenas lo hizo. Se ha ido agravando el déficit de lluvias que veníamos arrastrando desde el verano del 2021. El invierno del año pasado fue muy seco y la primavera de 2022 también ha sido seca. Por tanto, sí, estamos ante una situación peor de lo que se pensaba porque realmente lleva sin llover con normalidad en el conjunto de España desde la primavera pasada de 2021.
P. ¿Se podía haber hecho algo para evitarlo?
R. Al ser un riesgo silencioso y constante, cuando aparece una sequía se van viendo progresivamente los efectos. Las sequías hay que solucionarlas en época de bonanza de lluvias. Cuando ya está presente la sequía y el déficit de lluvias, lo único que caben son medidas de emergencia: apertura de pozos y cortes de agua para poder restringir el consumo y poder adaptar las reservas existentes a las demandas. La sequía es uno de esos riesgos naturales, consustancial al clima de España, que va apareciendo con cierta frecuencia. Cada 10-15 años solemos tener una sequía importante y en ese intervalo de años lluviosos,es cuando hay que solucionar el problema de la sequía que pueda venir en los próximos años.
P. ¿Nada puede entonces paliar esta sequía?
R. No hay soluciones mágicas. En estos momentos, como digo, lo único que se va a poder hacer son soluciones de emergencia: apertura de pozos de sequía o puesta en marcha a toda potencia de las desaladoras que hay instaladas tanto en el archipiélago balear como en la costa mediterránea, necesarias para garantizar el abastecimiento. Allá donde las fuentes de suministro dependan de la lluvia, la situación no es muy optimista y van a tener que ir aplicando progresivamente restricciones porque si no los recursos de aquí a final de año van a ir escaseando de forma progresiva.
P. ¿La situación puede ir a peor?
R. Sí, seguramente la situación irá a peor porque nos queda todavía afrontar lo que queda de verano hasta finales de septiembre. Los modelos climáticos de previsión estacional están señalando un final de verano y un principio de otoño poco lluvioso. Es verdad que cualquier situación de tormenta fuerte, especialmente, en la zona del Mediterráneo, puede romper las estadísticas y en un día acumular 200 litros, por ejemplo. Pero también es verdad que esa lluvia que cae de forma tan intensa y torrencial es muy poco aprovechable a efectos de almacenamiento en embalses o en acuíferos. Por tanto, sí, la situación va a ir a peor.
P. Es decir, que las lluvias en forma de tormenta que se esperan para la próxima semana no van a servir de mucho…
R. Las lluvias en forma de tormenta solucionan poco. El déficit que venimos registrando es ya bastante importante. Una reserva inferior al 40% quiere decir que al menos el déficit es de un 20%, que eso es lo que nos falta para poder tener garantizado todos los abastecimientos en España y llegar a un nivel de reserva del 60%. Y si la situación va a ir a menos en las próximas semanas, va a ser bastante complicada. Por eso, aunque vaya a haber una o dos jornadas de tormenta en los próximos días o semanas, esto no solucionará el déficit de lluvias que arrastramos desde 2021.
P. ¿Cómo de preocupante es la situación?
R. Es una situación muy delicada. Podemos decir que España afronta este 2022 bajo el signo de la sequía y que cerrará el año hidrológico 2021-2022 también bajo ese parámetro de una sequía de características ibéricas con una zona más afectadas, como son las cuencas andaluzas, pero que progresivamente va a ir ascendiendo hacia el norte, hacia el Tajo y el Duero, e, incluso, hacia el Ebro, teniendo en cuenta que el Júcar y el Segura son siempre cuencas deficitarias.
P. ¿Estamos ante un ciclo de sequía o cree que esta situación ha llegado para quedarse?
R. La sequía en España es un fenómeno climático cíclico. Estamos situados en una posición geográfica muy próxima al norte de África, a la zona subtropical, y esto hace que cada cierto tiempo la dinámica atmosférica subtropical sea dominante sobre la Península Ibérica. Esto es lo que ha pasado desde el año 2021. Han entrado pocas borrascas desde el Atlántico y, sin embargo, ha habido muchos días de anticiclón subtropical. No hay una frecuencia fija de cada cuánto ocurre esto, pero cada 10-15 años España suele pasar por una secuencia de sequía importante. La que estamos viviendo en estos momentos ha tardado incluso un poco más de lo que estadísticamente debería. La última gran sequía que sufrió España ocurrió entre el año 1991-1995 y desde entonces, afortunadamente, no habíamos tenido una gran sequía. Esta última comenzó en la primavera del 2021, donde empezaron a ser menos regulares las lluvias atlánticas y empezó el dominio del anticiclón subtropical. Eso se ha ido manteniendo a lo largo de toda la mitad de 2021 y lo que llevamos de 2022. No es que la sequía haya venido para quedarse, pero sí que tenemos que ser conscientes de que España es un país que normalmente registra sequías agudas e importantes como la que estamos pasando.
P. ¿Qué medidas cree que se deberían tomar para evitar que España se convierta en un desierto en 50 años?
R. Como decíamos, las soluciones a la sequía tienen que plantearse en los años de abundancia de lluvia, de normalidad. Ahora lo que toca son medidas de emergencia. A medio y largo plazo lo que habrá que diseñar es un esquema nacional de agua, lo que llamamos un plan hidrológico que esté adaptado a la nueva realidad del cambio climático de nuestro país y tenga en cuenta todos los recursos y demandas existentes en las diferentes demarcaciones geográficas para poder calibrar bien las soluciones a aplicar. Soluciones que tienen que pasar por la reutilización completa del agua residual depurada en todas las regiones españolas. En aquellas zonas de costa donde pueda implantarse una desaladora, habrá que hacerlo para garantizar los abastecimientos. También se pueden implantar trasvases dentro de una misma demarcación geográfica para evitar conflictos regionales. Porque ya hemos visto que los trasvases generan mucha discusión, muchos enfrentamientos entre regiones. Hay que evitar conflictos, que el agua no sea un motivo de lucha política entre ideologías. Y contar, sobre todo, con la ciencia para diseñar la próxima política del agua en nuestro país.