Decenas de jóvenes yacen moribundos sobre el suelo, en el puesto fronterizo del barrio chino de Melilla. Están agotados, heridos, en un estado lamentable. Son los que han sobrevivido a la avalancha que costó la vida a más de una treintena de migrantes, cuando intentaban saltar la alambrada que separa Europa de África. En un vídeo difundido por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) de la sección de Nador se puede ver cómo los agentes de la Gendarmería Royal les van apilando a un lado de una puerta que tiene los barrotes azules, en calidad de detenidos.
Uno de ellos les golpea con una porra en las piernas. Pero los subsaharianos apenas tienen fuerzas para levantar las manos para evitar o amortiguar los golpes. Pueden escucharse sus gritos de dolor desgarradores. Otro agente le recrimina su actitud y pide a su compañero que pare: "No, no", le dice en árabe. En ese momento se ve cómo otro efectivo empuja a un subsahariano con desprecio, hasta que se desploma sobre los cuerpos de otros caídos.
La cámara se gira y se aprecia cómo dos antidisturbios cargan en volandas a otro de los afectados, que al pasar recibe una patada por la espalda de un gendarme. Algunos agonizaron durante horas hasta que fueron trasladados al hospital Hassani de Nador, donde la cifra de muertos se ha seguido incrementando desde el viernes negro. Las fuerzas de seguridad del reino alauita no les prestaron auxilio y agravaron las consecuencias provocando la mayor tragedia de la inmigración registrada a los pies de la ciudad autónoma hasta la fecha.
La Unión Africana ha condenado los hechos y 45 ONG's han firmado ya un manifiesto en el que piden a las autoridades que abran una investigación exhaustiva. Algunos vecinos grabaron lo que ocurría con sus teléfonos móviles. Alrededor de un millar de personas fueron desalojadas de los bosques del Gurugú el jueves. La mayoría eran ciudadanos sudaneses que habían huido de su país en guerra. Comenzaron a marchar en grupos hacia la frontera. Durante dos días mantuvieron enfrentamientos con las fuerzas de seguridad marroquíes a pedradas por el monte.
A las siete de la mañana la Guardia Civil pudo detectar cómo avanzaban corriendo por una ladera hacia el barrio chino y empezaron a amontonarse en el puesto fronterizo. Cortaron la puerta con sierras radiales y una parte de la alambrada. Unos se descolgaban por la zona del tejado mientras que otros se colaban por debajo. "Los que caían ya no se levantaban", han relatado los que lograron sortear los hierros y llegar por su propio pie al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). La mayoría murieron por asfixia, aplastamiento o fuertes traumatismos al precipitarse de la valla de entre entre seis y diez metros de altura.