Deportistas trans apartadas del más alto nivel: ¿compiten con ventaja o en igualdad con el resto de mujeres?
En solo unos días tres federaciones han vetado o limitado la participación de las deportistas trans en sus competiciones
Incluso se ha acordado la creación de una nueva categoría abierta donde solo pueda competir este colectivo, algo inédito hasta ahora
Analizamos esta polémica con científicos, deportistas trans y representantes de entidades deportivas LGTBI inclusivas
Primero fue el ciclismo, luego la natación y después el rugby En muy pocos días, distintos deportes han prohibido o restringido el acceso de las atletas transgénero a las competiciones femeninas, abriendo un delicado debate en el que se mezclan la opinión científica, la equidad deportiva y el respeto a los derechos humanos. "La verdad es que aterra. Pensar que puedes tener un pie fuera de la competición, que te pueden arrebatar tus sueños, tus objetivos... asusta mucho", asegura Omy Perdomo, la única española transgénero que juega en nuestro país en la máxima categoría de un deporte olímpico, el voleibol.
El mayor temor de las deportistas transgénero es que esto sea solo el principio de una serie de decisiones en cascada. El atletismo y el fútbol ya han iniciado un camino similar. Han anunciado que están revisando su reglamento y consultando a expertos y aunque aún no han adoptado una decisión definitiva todo apunta a que irá en la misma línea restrictiva. "A este ritmo nos quitarán de jugar en todos los sitios", lamenta Nora Gómez, una jugadora de hockey femenino que nació con genitales masculinos.
Hay quien piensa que las mujeres transgénero no deberían competir en deportes femeninos al tener supuestamente ventajas biológicas frente a sus competidoras, otros, sin embargo, cuestionan dicha superioridad y defienden que el deporte debería ser un ejemplo de inclusión.
El caso de Lia Thomas provoca el veto de la natación
Estamos ante un debate recurrente que ha vuelto estos días a la actualidad por el caso de Lia Thomas. La atlteta, en este momento, más polémica de Norteamérica. Lia Thomas pasó a la historia el pasado 17 de marzo al convertirse en la primera persona transgénero en ganar un campeonato en EE.UU. en la historia de la División I, al completar las 500 yardas (457 metros) en natación estilo libre femenino en 4 minutos y 33,24 segundos. Una victoria que no ha estado exenta de polémica. Tras su éxito arrollador, 16 de sus compañaeras firmaron una carta solicitando que no se le dejara competir, al considerar que Lia Thomas contaba con "ventaja" y eso creaba "desigualdad".
Thomas cumplía el reglamento exigido por el COI (El comité olímpico internacional) que pide como requisito indispensable que una deportista trans debe haberse sometido durante un año a tratamiento hormonal antes de poder competir en categorías femeninas para reducir su nivel de testosterona y situarlo por debajo de los 5-10 nmol/l. No hizo trampas. Pero la polémica ha sido tal que la FINA ( Federación Internacional de Natación) ha teminado aprobando el pasado domingo una nueva política de inclusión de género. En ella se determina que las nadadoras transexuales no podrán participar en competiciones si han pasado por cualquier fase del proceso de pubertad masculina. Solo podrán competir las nadadoras trans que hayan completado esa transición antes de los doce años. Además, la FINA propone crear una nueva categoría open, donde solo compitan deportistas cuya identidad de género sea distinta a la de su sexo asignado al nacer.
Qué dice el colectivo LGTBI+
"En noviembre de 2021 el COI dijo que había que trabajar para incorporar a las personas trans al deporte y unos meses más tarde las federaciones están hacieno exactamento lo contrario", denuncia Víctor Granado, presidente de ADI, la mayor agrupación de entidades y clubes deportivos lgtbi inclusivos de España. "Que se excluya a un colectivo entero de personas es una discriminación institucional clara. Nos parece escandaloso que se voten los derechos de las personas. No tiene sentido que la FINA haya votado en un congreso una regulación en la que se limitan los derechos y en la que se excluye de la práctica deportiva de facto a todas las mujeres trans, porque son pocas las que pueden hacer una transición antes de los 12 años con inhibidores hormonales, y son muy pocas las que van a irse a esa categoría open. Es más, la categoría open ahora mismo tiene a una única persona que es Lía Thomas. A mí me gustaría saber con quién va a competir. Se quiere generar una categoría fantasma para intentar resolver el problema, para aparecer como inclusivos e innovadores y sensibles a los requerimientos sociales, pero la realidad que subyace detrás de esto es que se está regulando ad hoc para impedir que una persona trans que tiene buen rendimiento llegue a los Juegos Olímpicos. Cuando sacas una norma que afecta a todas las personas trans en su conjunto y las relegas a una categoría en la que solo hay una persona es un acto de discriminación clarísimo y una penalización a las personas trans que ganan, porque al parecer se entiende que las personas trans no pueden ganar", explica Granado.
"Es como si de repente alguien dijera: vamos a hacer una categoría específica para que compitan entre ellas todas las personas africanas que por sus características físicas ganan siempre el 1500 o determinadas pruebas de atletismo y eso les da ventaja, y el resto vamos a competir aparte porque si no no ganamos nunca. Eso se llamaría racismo. Y esto se llama transfobia. Se está cayendo en una posición muy alejada de los valores del deporte", arguye.
Y sobre todo, que esta regulación que hace la FINA en el ámbito de sus competiciones, tendrá muy probablemente traducción en las normativas que regulen las competiciones estatales y a su vez las competiciones autonómicas por un efecto espejo. Es decir puede tener como consecuencia que las personas trans, en este caso en concreto, las mujeres trans, queden excluidas del deporte como espacio. Me explico, ¿cómo se va a invertir en formar y en entrenar y en seleccionar para ir a un Campeonato de España o de Europa o del mundo, a personas trans que van a ser no elegibles y que van a ocupar el lugar de otra persona que sí podría ir según la normativa? Es obvio que estamos ante vulneración directa de los derechos de un colectivo. Y este tipo de regulaciones empeora la salud del deporte y lo hace mucho más excluyente y mucho más segregador.
"Desde nuestro punto de vista es una decisión que tiene un carácer ideológico evidente", apunta Granado, "porque el argumento de que lo han hecho porque las mujeres trans tienen ventajas físicas sobre las mujeres cis no se sostiene cuando en el congreso de la FINA, el 82% de los asistentes votaron que se prohibiera también la participación de los hombres trans, que según sus propias teorías no van a ganar nunca a sus compañeros, ni suponen un peligro a su integridad física, y aún así quieren prohibirles también su participación, entonces el problema es de transfobia, no de garantizar la limpieza o la equidad de la competición", defiende.
Qué dicen los científicos
Hay unanimidad en que "faltan estudios que analicen la transexualidad en el deporte", pero son muchos los que atendiendo a los datos científicos que hay en la actualidad indican que sí que hay diferencia entre mujeres cis y trans.
"En el caso de la natación sí existen diferencias tanto anatómicas como fisiológicas que contribuyen a la diferencia de rendimiento entre nadadores y nadadoras", asegura Iñigo Mujika, fisiólogo y doctor en Biología del Ejercicio. "A nivel anatómico, los nadadores son por lo general más altos y tienen extremidades más grandes, con lo cual las superficies propulsivas son mayores. A nivel fisiológico, los hombres tienen una mayor capacidad de transporte y utilización de oxígeno, debido principalmente a su mayor volumen cardiaco y sanguíneo, y a una mayor masa de hemoglobina. Esto hace que su consumo máximo de oxígeno sea alrededor de un 15% superior. Además, los hombres tienen una mayor masa muscular con respecto a su masa corporal total, especialmente en el tren superior, lo que hace que su producción de potencia sea muy superior. Esta diferencia se debe principalmente a la mayor concentración de testosterona", explica Iñigo Mujika
Reconoce el experto que estas diferencias entre hombres y mujeres se alteran tras el tratamiento hormonal a base de estrógenos y antiandrógenos. "En la transición de sexo masculino a femenino se produce una reducción de la masa muscular, la fuerza y la capacidad cardiorespriratoria, así como un aumento y una redistribución de la masa grasa. Todos estos cambios son evidentemente perjudiciales para el rendimiento deportivo, pero no se conoce el tiempo durante el cual las deportistas transexuales podrían beneficiarse de su exposición a las hormonas andrógenicas previa al cambio de sexo y al inicio del tratamiento hormonal", detalla el fisiólogo.
"Un estudio de 2021 que analiza los resultados de las pruebas físicas de hombres y mujeres transexuales de la Fuerza Aérea Estadounidense antes y después del tratamiento hormonal de afirmación de género indicó que, al cabo de más dos años de tratamiento, persistían algunas ventajas de rendimiento de las mujeres transexuales", avanza. "Estos resultados llevaron a los investigadores a sugerir que el tiempo de tratamiento de un año exigido a día de hoy por el Comité Olímpico Internacional podría ser insuficiente si el objetivo es la participación en igualdad de condiciones", destaca Mujika.
"Desde mi punto de vista, no se trata de “cierta ventaja” o “cierta superioridad” como se dice, sino de ventajas claras y determinantes. La única razón por la que no se habían puesto en evidencia es que, hasta la llegada de Lia Thomas, ninguna deportista transgenero había sido suficientemente buena como hombre, antes de llevar a cabo la transición. Es decir, si un deportista es por ejemplo el 5000º del mundo como hombre, es probable que no destaque tampoco como mujer; pero si ese hombre, como sucede en este caso, está entre los 100 mejores del mundo, independientemente del deporte, va a arrasar como mujer casi en cualquier deporte, por mucho tratamiento hormonal que reciba. No es una cuestión únicamente de testosterona, sino de todo lo que la testosterona le ha aporado antes, durante el periodo de crecimiento", concluye.
Qué dicen las deportistas trans
"Yo no estoy de acuerdo con esta teoría científica, al menos de forma generalizada", espeta Nora Gómez, jugadora trans de hockey femenino, "dependerá de cada caso. En el proceso de transición de hombre a mujer te inhiben de las hormonas masculinas, de la testosterona, y pierdes muchísima fuerza. Yo me acuerdo de cosas que podía coger o levantar antes y que ahora no puedo ni de broma. No tengo la fuerza que tenía. Es curioso porque tu mente te dice: tú puedes levantar eso, pero vas a hacerlo y eres incapaz", relata.
Nora tiene 64 años y lleva jugando al hockey desde los 14. Ha ganado muchos campeonatos y muchas ligas, al principio en categorías masculinas y en los últimos seis años en femeninas. Empezó la transición hace solo 11 años y ha visto como iba perdiendo facultades para el deporte a pasos agigantados. "Las chicas con las que juego son más hábiles, más rápidas y más potentes que yo. En mis analíticas no me sale nada de testosterona, con lo cual toda la fuerza que tengo es la que me producen las hormonas femeninas con las que yo me medico, no es otra".
"Que tenga más cuerpo que mis compañeras, que pese más, bueno, porque yo hice mi transición muy tarde y, claro, mi cuerpo ya se había hecho", aclara, "entonces si una chica que pesa 60 kilos viene contra mí se va a encontrar con una de 80, es lo único que veo diferente, el peso, y tampoco me parece tanta ventaja, primero porque hay mujeres muy grandes y fuertes que pueden pesar eso también", dice, "y segundo porque en el hockey femenino no se permite el choque en cargas, es decir, no se puede utilizar el cuerpo para cargar contra una rival. No se puede, te echan a la calle unos minutos o todo el partido. Lo único que puedo hacer es quedarme parada y que se choque conmigo, pero también yo me llevo golpes. En estos seis años que llevo jugando con las chicas he tenido lesiones fuertes porque he recibido golpes muy duros", asegura.
"Yo creo que no es algo que vaya intrínsecamente unido al sexo con el que naciste sino a tus propias facultades como deportista. Entiendo que entre una mujer trans y una mujer cis con cualidades similares que se ponen a dúo a prepararse unas pruebas olímpicas con una preparación física importante no va a haber diferencias importantes. Nos olvidamos de que cada deportista es único, no todos son iguales, unos ganan las carreras y otros no", recuerda Nora Gómez.
Las restricciones que nos están imponiendo me preocupan mucho y me parecen una discriminación absoluta. "Hemos hecho nuestro proceso, hemos cambiado de sexo, tenemos un DNI que dice que somos mujeres, ¿qué más quieren?
"Esto es lo problemático", apostilla Víctor Granados, presidente de ADI, si en mi DNI pone que soy una mujer nadie tiene derecho a conceptualizarme como un varón y a impedirme el acceso a la práctica deportiva. Y si eso sucede, hay un problema jurídico de garantía de derechos muy importante".
"El problema es que aunque hemos hecho nuestra transición nos siguen viendo como hombres", dice Omy Perdomo, jugadora de la liga nacional de voleibol, "eso cuesta cambiarlo. Se necesita un poco de empatía para ponerse en nuestro pellejo. Yo me intento poner en la piel de esas mujeres deportistas que están tan enfadadas y puedo entender su postura, llevan años luchando por un sueño y tienen miedo de que llegue alguien y les quite su puesto porque tiene unas condiciones que supuestamente le otorgan superioridad", dice la deportista canaria, "pero eso se soluciona regulando bien la participación y ya está, fijando unos niveles de testosterona apropiados, estableciendo unas reglas para participar, independiemente de que tú hayas nacido con un sexo u otro biológico", reclama.
"Lo que falta es una legislación en condiciones que defienda el acceso al deporte de las mujeres trans", pide Granados. "Tenemos normas que vienen del ámbito privado de los comités olímpicos y de las federaciones internacionales, nacionales y autonómicas, en las que no podemos intervenir de facto. Y las propias normas que nosotros nos damos de forma pública eluden la responsabilidad de regular y amparar los derechos de las personas LGTBI en el deporte", denuncia.
"No tenemos soberanía deportiva, hemos decidido plegarnos a lo que dicen determinados organismos internacionales y abdicar de reivindicar una cierta soberanía deportiva, en el hecho de hacer compatible las reglas de competición con los derechos humanos de las personas"
"Regulación sí, exclusión no", dice Perdomo. "Yo empecé a hormonarme muy pronto, a los 10 u 11 años, nunca he percibido esa ventaja biológica de la que hablan, nunca me he sentido mejor que mis compañeras, si lo hubiese sido me habría fichado un equipo extranjero donde se cuida más mi deporte que en España, y aquí sigo", dice divertida.
" Puedo entender la polémica, pero basta ya de que se nos ataque por todo, es agotador llevar el sello transgénero todo el día en la frente", recalca. "Nuestro colectivo es el más discriminado, el más olvidado, el más denostado. Tenemos derecho a que nos dejen vivir en paz. Ahora nos quieren arrebatar el deporte también, y después ¿qué vendrá?