Los mayores LGTBI tienen miedo de "volver al armario" en las residencias
Los mayores LGTBI reclaman que las instalaciones y servicios para la tercera edad tengan en cuenta su perspectiva
Colectivos LGTBI piden cursos para los trabajadores de las residencias para sensibilizarlos
Fundación Enllaç hace tareas de acompañamiento a personas sin red familiar ni hijos
Las personas mayores del colectivo LGTBI tienen miedo a que si van a una residencia se sentirán de nuevo juzgados o discriminados y tendrán que "volver al armario", por lo que reclaman que las instalaciones y servicios para la tercera edad tengan en cuenta su perspectiva.
Así lo han explicado a Efe en primera persona Isabel, lesbiana, y Ramón, gay, así como representantes de la Fundación Enllaç de Barcelona, que como la entidad "26 de diciembre" en Madrid se centran en ayudar a la tercera edad del colectivo para velar por sus intereses y cuidados, además de organizar actividades para paliar su soledad.
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Después de vidas "marcadas por la independencia", cuenta Ramón, profesor de Bellas Artes ya jubilado, del barrio de Gràcia, ahora toca pensar en el futuro y las opciones que se plantean cuando se empiezan a necesitar cuidados y depender de otros.
El rechazo familiar de los ancianos LGTBI puede tener su continuidad en las residencias
"Hay gente (del colectivo LGTBI) que tiene mucho miedo de ir a una residencia porque en el pasado lo han pasado muy mal, gente que vivió la última época franquista y que no ha sido aceptada por su familia, que les han dicho que su orientación sexual era una enfermedad e incluso recibieron electrochoques", recuerda.
En la misma línea, Isabel, escritora, de Cabrils (Barcelona), cuenta que no se tiene en cuenta al colectivo LGTBI a la hora de diseñar servicios para la tercera edad y de ahí que sientan que quizá les tocará "volver al armario".
Apunta que el personal es precario y de poca formación y opina que la administración podría hacer cursos para sensibilizarlos y que las personas mayores LGTBI puedan vivir el último tramo de su vida con "plenitud".
Joan-Andreu Bajet, director de la Fundación Enllaç, ha explicado que el temor es a qué pensarán el resto de residentes, si serán o no homófobos o cómo reaccionarán si reciben la visita de un amigo, por ejemplo.
La fundación, explica, también hace tareas de acompañamiento a personas sin red familiar ni hijos, ya sea porque sus amigos también son mayores, sus familiares les dieron la espalda hace años o porque son de una generación donde la inmensa mayoría no tiene hijos.
"¿Qué pasa con quien no tiene a nadie para acompañarle al médico, atender su patrimonio cuando empieza a tener menos capacidades, ayudar cuando se es dependiente o necesitas un lugar o una persona que te cuide adecuadamente y vigile que eso no falle?", señala Bajet.
Las propuestas de compartir casa es una medida rechazada por no ser inclusivas
Sobre por qué los mayores LGTBI están más o menos solos hay diversidad de opiniones, aunque todos están de acuerdo que la soledad es generalizada en una sociedad que rechaza a los ancianos, sea cual sea su sexo o su orientación sexual.
Ramón dice que su "teoría" sobre por qué muchos hombres gais están solos pasa por la "promiscuidad" y la "ausencia de proyecto familiar" que se da, por ejemplo, en las parejas homosexuales.
"Yo es que soy raro, soy un gay romántico", dice entre risas, antes de apuntar que le gustaría pasar los años que le quedan "en compañía", aunque ya ha perdido "la ilusión".
Isabel, sin embargo, apunta que tener o no familia o hijos tampoco asegura estar acompañado y destaca la importancia de las redes de apoyo, "especialmente entre las mujeres feministas", que llevan a crear "familias alternativas".
Para los que no tienen esa suerte, Bajet explica que los voluntarios de este tipo de fundaciones trabajan "para detectar y escuchar las demandas de las personas mayores que necesitan recursos y alguien que les acompañe a conseguirlos y que les dé confianza, también para facilitarles encontrarse con otras personas del colectivo en la misma situación, y para trasladar a la administración sus demandas y hacer crecer un discurso político sobre esta realidad".
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Lo hacen "sin intereses comerciales ni paternalismo", un punto que dice es clave porque las personas llegan "muy heridas y desconfiadas" a la fundación, cuenta.
Desde que Enllaç se puso en marcha ha atendido "a alrededor de 200 personas" y en muchos casos se ocupan de buscar residencias o cuidadores que respeten sus identidades y sus preferencias laicas o religiosas, si las tienen.
Preguntado sobre si deberían existir directamente pisos con asistencia o residencias para el colectivo LGTBI, Bajet apunta que las soluciones deben ser "inclusivas" y "pensar en todas las personas y no solo en las que tienen dinero" para pagar uno u otro servicio. "No creo en soluciones 'ad hoc'", dice.
"Tener una vida digna como persona mayor del colectivo, o de la población en general, no debería ser un lujo", apunta.