España despertó a Rusia de su sueño e impuso su estilo de juego para recuperar el prestigio perdido en Europa y tocar el cielo 24 años después, con goles de Xavi, Güiza y Silva en un partido histórico camino de la gran final.
Alemania-España. Final de la Eurocopa 2008 que pasará a la historia por el regreso a la elite de España. Superada la barrera de cuartos. Eliminados los miedos ante Italia desde la tanda de penalti, bordó la semifinal para eliminar a Rusia, la sensación del campeonato, endosándole la segunda goleada consecutiva.
Se enfrentaban las dos selecciones que han enamorado con su juego a Europa. El toque de España ante la renacida Rusia. Recuerdos presentes de una goleada (4-1) en el estreno de la Eurocopa, que condicionaban el duelo. Se repitió la climatología, con una lluvia que beneficiaba a la rapidez rusa, pero el estilo de partido fue distinto.
La lucha inicial estaba clara. Batalla por el balón. Por el mando. España, centrada en frenar la magia de Arshavin, juntó las líneas. Defendió bien. Se encontró con una Rusia crecida de inicio, inmersa en una dinámica con la que borró del mapa con un fútbol de quilates a Suecia y Holanda.
España jugaba directo. Con Senna de dueño en la medular. La lucha de Torres y la pegada de Villa se repetían como el día del debut esperanzador. Rusia tenía las ideas claras cuando poseía el balón.
Cambió de sistema con la lesión de Villa
El artillero de la Eurocopa sufrió un pinchazo en el lanzamiento de un disparo que acabó en manos de Akinfeyev. La desgracia se cebaba con la selección que hoy vestía de amarillo, dorado para los supersticiosos. 1
Luis Aragonés reaccionó rápido. Pasó al plan b, al 4-1-4-1. Saltó a escena Cesc Fábregas. En minutos de tensión, impuso su estilo y devolvió la posesión del balón a España, la hizo dueña. Sólo faltaba encontrar el camino al remate.
La primera parte dejaba patente que nunca es fácil ganar en una gran competición. Mucho menos repetir. Pero esta selección es ganadora. No tiene perjuicios. Por su mente no pasan miedos del pasado. Y salió a vencer. Subió el ritmo con la final en la mente.
Gol de Xavi (0-1)
Xavi encontró a Iniesta, gris en el campeonato pero finalmente decisivo con la devolución de la pared, que empujó con todo su alma a la red Xavi, para desatar la locura en todo el país.
El gol desató el fútbol control de España y el nerviosismo de Rusia. Torres pudo firmar el segundo en instantes de duda rusa pero, a pase al hueco de Cesc, chutó alto.
La dureza de Rusia no frenó la imaginación española . Estaban cómodos en el campo. Fue el momento de Cesc. 2
El más joven de España se hizo el dueño e inventó en los metros finales.
Primero probó suerte con un zapatazo que desvió Akinfeyev (m.69), para cuatro minutos después sentenciar el duelo, con un pase picado a Güiza que, controló con el pecho, y picó ante la salida del portero ruso.
El arquero había sentenciado. Rusia había muerto. No había espacio para la reacción. España impuso su estilo, tenía el control del partido y con espacios acrecentó el daño.
De nuevo Cesc desniveló y asistió a Silva, que chutó con la izquierda a la red. Explosión de júbilo y parada final de Casillas, que se presenta en la final sin encajar un gol en los dos últimos partidos. Nada menos que en cuartos y en semifinal.
España accede al puesto de los elegidos. 24 años después regresa a una final con el único objetivo de vencer a Alemania. 1964 ante la Unión Soviética. 1984 frente a Francia. En 2008. En el Prater, España vuelve a tocar el cielo.
JWS