Según han informado fuentes policiales a Daily Mail, la mayoría de los afectados son estudiantes chinos que residen en Australia. Estos son coaccionados y chantajeados para que simulen su propio secuestro y reclamen una gran suma de dinero a sus familiares a cambio de su libertad.
Algunos medios internacionales describen el caso como una "sofisticada estafa telefónica" que ya ha embaucado a jóvenes de todo el mundo y que puede seguir aún en activo.
En un principio, el estudiante recibe una llamada de una voz desconocida que habla en mandarín comunicándole que va a recibir un paquete. A continuación, pasan a la víctima con una persona que se hace pasar por un oficial de policía, según el testimonio recogido por The Feed SBS de una de las afectadas.
Este falso agente le dice al estudiante que se ha metido en un grave problema y que le han involucrado en una trama financiera en la que están implicados reconocidos criminales. Le aseguran que tienen pruebas sólidas contra el interlocutor y que si no coopera, acabará en la cárcel.
Para tratar de demostrar que la información es verídica, la víctima recibe una orden judicial junto a una foto suya por parte de esta voz desconocida. Asimismo, el policía hace saber a los estudiantes que están bajo vigilancia y que todos sus movimientos están siendo controlados.
"Estaba preocupada y asustada. Dijo que era un caso clasificado y que no se lo podía contar a nadie", declara la testigo al medio.
A cambio de probar su inocencia, el falso agente le cuenta que debe pagar una cuantiosa cantidad de dinero: 4.000 dólares por la investigación, 90.000 dólares para una especie de fianza de seguridad y otros 250.000 dólares por un caso de responsabilidad civil.
"Cada vez que me hacía enviarle dinero me daba una razón. Yo al principio no lo entendía, pero confié en él e hice lo que me decía".
Como medio para lograr reunir esta suma de dinero, el estafador los obligaba a fingir su propio secuestro y a grabarlo en vídeo. De esta forma, la policía ha podido recopilar los archivos de varios estudiantes, en su mayoría extranjeros, que aparecen amordazados y con la cabeza cubierta por una capucha.
Algunas de las víctimas llegaron a pagar hasta 9 millones de dólares a los timadores.
Tras las investigaciones llevadas a cabo por los auténticos agentes de policía, lo único que han podido confirmar es que las llamadas son realizadas desde Australia.