En los años 50, un matrimonio de virólogos en Moscú probó una vacuna contra la polio en sus propios hijos. Hoy, esa misma vacuna está volviendo a recibir atención de algunos investigadores, ya que uno de los efectos secundarios que encontraron podría servir como arma para combatir el nuevo coronavirus. Entre esos investigadores se encuentran los hermanos Chumakov, quienes ahora son virólogos y se basan en parte en la investigación realizada por su madre, Marina Voroshilova, informa 'The New York Times'.
Voroshilova estableció que la vacuna contra el virus vivo de la polio tenía un beneficio inesperado, el cual parece que podría ser relevante para la pandemia actual: las personas que recibieron esa vacuna no se enfermaron de otras enfermedades virales durante aproximadamente un mes después de la aplicación. Voroshilova empezó a darles a sus hijos la vacuna contra la polio cada otoño como protección contra la gripe.
Ahora, algunos científicos en varios países se han interesado en la idea de reutilizar vacunas existentes, como la del poliovirus vivo y otra para la tuberculosis, con el fin de determinar si estas pueden al menos proporcionar una resistencia temporal al coronavirus. Entre ellos se encuentran los rusos, que cuentan un largo historial de investigación de vacunas e investigadores a quienes no les preocupaba que los tildaran de “científicos locos” cuando experimentaban en sus propios cuerpos.
Sin embargo, los expertos aconsejan abordar la idea con gran cautela, así como han hecho con muchos otros mecanismos propuestos para atacar la pandemia. “Nos va mucho mejor con una vacuna que induce una inmunidad específica”, dijo en una entrevista telefónica Paul Offit, coinventor de una vacuna contra el rotavirus y profesor de la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania. A su juicio, cualquier beneficio de una vacuna reutilizada es “mucho más breve e incompleto” que el de una vacuna hecha a la medida.
No obstante, Robert Gallo, un destacado defensor de la idea de probar la vacuna de la polio contra el coronavirus, aseguró que la reutilización de vacunas es “una de las áreas más analizadas de la inmunología en este momento”. Gallo, director del Instituto de Virología Humana de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, dijo que incluso si el poliovirus debilitado solo confiere inmunidad por un plazo aproximado de un mes, “te pone del otro lado de la curva, y salvaría muchas vidas”.
Sin embargo, hay algunos riesgos. Miles de millones de personas han recibido la vacuna contra el poliovirus vivo, lo cual ha erradicado casi por completo la enfermedad. No obstante, en casos extremadamente raros, el virus debilitado que se usa en la vacuna puede mutar en una forma más peligrosa, causar la polio e infectar a otras personas. Se estima que hay riesgo de parálisis en 1 de cada 2,7 millones de personas vacunadas.
Por esas razones, las organizaciones de salud pública afirman que, una vez que una región elimina la polio que se da de forma natural, se debe abandonar el uso rutinario de la vacuna oral, como hizo Estados Unidos hace 20 años. Sin embargo, algunos países han decidido seguir adelante. En Rusia ya iniciaron las pruebas con la vacuna de la polio, y también hay planes de realizarlas en Irán y Guinea-Bisáu.
Una vacuna específica para el coronavirus sería una que entrenase al sistema inmunitario para centrarse específicamente en atacar ese virus. En todo el mundo se están desarrollando actualmente más de 125 vacunas candidatas. En contraste, las vacunas reutilizadas se valen de bacterias o virus vivos pero debilitados para estimular el sistema inmunitario innato de forma más general para combatir los patógenos, al menos temporalmente.