En los últimos dos días se han confirmado más de 3.000 nuevos casos -récord diarios desde el inicio de la pandemia en Filipinas, pero la economía manda. El gobierno de Rodrigo Duterte, a pesar de los datos y con la vista en la reactivación de la economía ha decidido suavizar el confinamiento en Manila, después de 78 días de estricta cuarentena, la más larga del mundo.
Este lunes miles de trabajadores han salido a las calles tras la autorización de la apertura de la mayoría de los negocios, bajo estrictas normas de distancia social que marcarán esta nueva normalidad en la capital, donde viven 13 millones de personas.
Pueden abrir casi todos los locales y establecimientos -excepto salones de belleza, peluquerías o centros de masajes por la cercanía con el cliente-, y restaurantes, que solo podrán ofrecer comida para llevar.
El portavoz del Gobierno de Duterte, Harry Roque en un comunicado instó a la reactivación de todos los sectores al tiempo de respetar las medidas de seguridad para evitar la propagación del coronavirus. "Mientras más sectores e industrias comienzan a operar, cooperen con las autoridades en el cumplimiento de la cuarentena. Cuidemos los unos de los otros llevando mascarillas o pantallas protectoras, manteniendo la distancia social, quedándonos en casa si no es necesario salir y evitando lugares concurridos".
La capacidad de los vagones de metro se ha reducido al 15 % y la de los autobuses al 35 %ara mantener los dos metros de distancia de seguridad. Los jeepneys -viejos camiones de la II Guerra Mundial convertidos en transporte colectivo- y las furgonetas tipo taxi no podrán circular hasta la segunda mitad de junio, lo que dificulta el desplazamiento de miles de personas de pocos recursos, ya que son las opciones más baratas en la capital.
Algunos expertos han alertado de que el inicio de la desescalada es prematuro ya que Filipinas no ha logrado contener la curva de contagios, que superan los 18.000 en el país -el 64 % en la capital- con 957 muertes y solo 3.900 pacientes recuperados.
En el país se han confirmado más de 3.000 nuevos casos -récord diarios desde el inicio de la pandemia-, en los últimos días. Este dato cuestiona si el país, y especialmente la superpoblada capital, está listo desde el punto de vista sanitario para la desescalada.
Sin embargo, el alivio de la cuarentena es vital para reactivar la economía, ya que millones de familias han pasado hambre durante el confinamiento y algunos incluso se han visto en la calle. Se estima que 2,6 millones de filipinos han perdido su empleo durante la cuarentena y que para final de año la cifra podría alcanzar los 10 millones, mientras la economía entre en recesión por primera vez desde 1998.
En el resto de Filipinas la mayoría de las provincias, sobre todo las regiones insulares del centro del país, están más avanzadas en la desescalada y casi han retomado la normalidad; aunque las grandes ciudades como Cebu o Zamboanga se mantienen en la misma fase que Manila.