Cada vez se van conociendo más datos sobre el coronavirus y los múltiples estudios que se están llevando a cabo tratan de acabar con todos las dudas sobre este virus. Pero, a pesar de las investigaciones, todavía hay algunos puntos desconocidos en esta enfermedad, como las secuelas que el SARS-Cov-2 podría dejar en los pacientes infectados a largo plazo.
Lo que sí que se sabe es que en muchos casos, el camino para superar por completo la enfermedad no es nada fácil. Un estudio publicado en el portal MedRxiv , confirma que síntomas como la fatiga, siendo persistentes en pacientes que ya han superado la infección.
De los más de 4.000 casos analizados, el 13,3 % registró dolor de cabeza, disnea y fatiga durante más de dos semanas después de contagiarse. El 4,5% de ellos lo hizo durante más de 8 semanas y el 2,3% durante más de 12 semanas.
Pero este no es el único estudio que alerta de estas secuelas. Un grupo de científicos estadounidenses confirmó que el 24,1 % de los pacientes analizados sufría síntomas después de 90 días.
Y lo más preocupante de estas investigaciones es que también afectan a los que pasaron la enfermedad levemente. Pacientes con síntomas muy leves también han registrado tras superar la infección fatiga y dolores musculares que se han mantenido durante un tiempo.
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, recalcó también las graves secuelas a largo plazo que puede tener la COVID-19 en pacientes, "con una preocupante variedad de síntomas que pueden cambiar con el tiempo y pueden afectar cualquier sistema corporal".
"Este virus no sólo mata a gente, sino que a un importante número de personas las aboca a graves efectos a largo plazo", advirtió el máximo responsable de la OMS en rueda de prensa.
Estas secuelas pueden oscilar "desde fatiga, tos, dificultad al respirar a inflamaciones y heridas en importantes órganos, incluyendo pulmones y corazón, o incluso efectos neurológicos y psicológicos", apuntó.
Tedros, quien invitó a participar virtualmente en la rueda de prensa a algunos de esos pacientes con secuelas de larga duración, insistió en que la recuperación de la enfermedad en muchos casos "puede ser lenta, en ocasiones cuestión de semanas o meses, y no siempre es una ruta en línea recta".
El director general añadió que estos efectos a largo plazo en pacientes demuestran "la inviabilidad moral de la estrategia de inmunidad de rebaño", que algunos países intentaron en los primeros meses de pandemia, consistente en no intentar frenar la transmisión para intentar que grandes partes de la población desarrollaran anticuerpos contra la COVID-19.
Esa estrategia "no sólo llevaría a millones más de muertes innecesarias, sino que generaría un enorme número de personas abocadas a un lento camino hacia la recuperación total".
La inmunidad de rebaño "sólo es posible con vacunas seguras y efectivas que se distribuyan equitativamente en todo el mundo", concluyó Tedros