Muchos de los enfermos que han superado el coronavirus, especialmente los que pasaron por la UCI, presentan secuelas físicas, psicológicas e incluso de tipo neurológico y pueden tardar meses en recuperarse. Algunos necesitan una larga rehabilitación.
Ha conseguido salvar su vida pero para Rafa la lucha aún no ha terminado. Tras pasar el coronavirus, ahora lucha por recuperar su autonomía en el hospital Gregorio Marañon de Madrid. “Es complicado, porque te ves muy dependiente”, lamenta.
Siete semanas en la UCI le han dejado sin masa muscular. No puede levantarse por sí mismo ni caminar pero tampoco hacer actividades cotidianas como abrocharse un botón. "No son capaces ni de coger una cuchara para comer", comenta una cuidadora.
Terapeutas ocupacionales del Gregorio Marañón trabajan a diario con él. “Cuando salen de UVI han salvado la vida y muchos de ellos están en una fase eufórica. Entonces hay que explicarles claramente los objetivos y el pronóstico corto medio plazo”, explica María Olga Arroyo, Jefa de rehabilitación del centro.
El COVID-19 deja en algunos pacientes también secuelas cognitivas, problemas de memoria o, como en el caso de Andrés, dificultad para hablar. “Hablo muy deprisa, ahora tengo que estar pensado en que tengo hablar despacio para que se me entienda”, explica. En el instituto Guttman trabajan para paliar estas secuelas, también con los que ya están en casa.
La alta capacidad de inflamación del virus podría ser una de las razones por la que algunos estudios como el de la Sociedad Española de Neurología calculan que dos de cada diez enfermos ingresados hayan sufrido un ictus, asociados a pacientes de edad avanzada. La Red Andaluza de Investigación en Neurología va más lejos, cree podría incluso acelerar enfermedades degenerativas como el Alzheimer.
Asimismo están estudiando su relación con un síndrome raro conocido como Kawasaki, que afecta a algunos niños y que provoca erupciones en piel, inflama las arterias y que puede provocar incluso infartos.
Entre los miles de pacientes que se han recuperado de Covid-19 en el mundo, los médicos no han dejado de descubrir secuelas que la enfermedad ha dejado en ellos, aunque todavía es demasiado pronto para sacar conclusiones. Solo el tiempo dirá si son más o menos graves si tienen un carácter temporal o crónico y cómo evitarlas en el futuro.
Aunque a día de hoy hay datos e imágenes para la esperanza, lo que sigue preocupando cada vez más son algunas secuelas que deja el coronavirus en muchos pacientes con efectos retardados a menudo, como le ha pasado a Ortega Smith. Daños como trombosis, afectaciones a órganos o problemas neurológicos cuya magnitud real no está aún clara.
Según la primera oleada del estudio de seroprevalencia, el 5% de la población ha pasado la Covid-19. En los casos más graves conlleva secuelas que todavía se están investigando. Las secuelas más claras deja mella en los pulmones, con neumonías graves a consecuencia del coronavirus.
El 35 % de los pacientes de coronavirus ingresados en la UCI presenta daño miocárdico, lo que manifiesta la presencia del virus en el corazón, según ha explicado este lunes la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc).
En un comunicado, esta sociedad científica ha señalado que la infección Covid-19 no sólo afecta al sistema pulmonar, sino que se trata de una enfermedad multiorgánica en la que también cobran protagonismo las patologías cardiovasculares, como se ha puesto de manifiesto en diferentes estudios.
La Semicyuc ha organizado un seminario en red bajo el título "Patología cardiovascular en el paciente con COVID-19", en el que expertos intensivistas han abordado cómo el coronavirus afecta al sistema cardiovascular desde diferentes puntos de vista.
Uno de ellos ha sido el tratamiento en las UCI de los pacientes con hipertensión arterial. Los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina fueron cuestionados en el inicio de la pandemia ante el riesgo de que su uso para el control de la hipertensión arterial pudiera estar asociado con una mayor mortalidad en los pacientes infectados por el virus.
Sin embargo, Pablo Millán, intensivista del Hospital La Paz (Madrid), ha indicado que, tras varios estudios internacionales, no se ha demostrado que los antihipertensivos se asocien con un mayor riesgo de infección, ni peor evolución durante la enfermedad.
Por su parte, la jefa del Área de Críticos del Hospital Parc Taulí (Barcelona), Ana Ochagavía, ha detallado cómo el coronavirus interactúa con el sistema cardiovascular pudiendo incrementar el riesgo de daño miocárdico agudo.
Ha asegurado que el virus provoca arritmias mucho más frecuentes en pacientes en UCI (44,4 %) que en los que no requieren cuidados intensivos (6,90 %), pero también miocarditis a las dos o tres semanas de infección y una elevación de biomarcadores de daño miocárdico.
Sin embargo, existe un bajo porcentaje de infarto agudo de miocardio de tipo isquémico. La doctora ha indicado que entre un 25 y un 35 % de los pacientes en UCI con Covid-19 ha sufrido daño miocárdico y ha advertido de que su detección es una señal de alarma, ya que empeora el pronóstico.