"Me he despedido con una pequeña caricia de mi doble par de guantes sobre su frente". Es el adiós de una sanitaria a una de las víctimas mortales de la pandemia del Covid-19. Su relato es tan tierno como desgarrador. La mujer no da su nombre. Ha colgado el texto en la web de enfermeras en lucha.
Este movimiento surgió en 2019 en Galicia con la finalidad de dar a conocer una realidad laboral, la de la contratación precaria, y, a la par, el trabajo del colectivo. Tal es el caso de "Cinco horas con Mario", que es el nombre de un enfermo del que hubo que despedirse.
El título lo toma la autora de la novela de Miguel Delibes, en la que una mujer que ha perdido a su marido vela el cadáver durante la noche, cuando empieza un lento y desordenado monólogo en el que la vida, de alguna manera, pugna por hacerse real otra vez.
"Soy una de las muchas enfermeras que están trabajando a destajo en este país en estos momentos tan complicados, una de las muchas que cada día atiende a pacientes que dan positivo en Covid-19. Pero de todos esos pacientes, todos con sus nombres y apellidos, hay uno que me ha afectado especialmente. Su nombre es Mario".
Es el inicio, que ya atrapa. Y prosigue. El hombre ingresó en la unidad en la que se encuentra esta profesional, la cual tampoco desvela.
Ronda los 75 y es, por desgracia, uno más de entre los cientos de miles de ciudadanos de su edad con patologías previas. Hipertenso y diabético, figura en su historial. "De riesgo", aunque hasta la fecha llevase una existencia "normal".
Estuvo interno semana y media. Un buen día notó una sensación como de falta de aire, tos, y una temperatura más elevada de lo normal. En las Urgencias le diagnosticaron insuficiencia respiratoria y también coronavirus.
Con él, como con el resto de los que se hallan en esa situación, se tomaron las medidas protocolarias de aislamiento, es decir, una habitación individual sin acceso a las visitas. Tan solo el personal médico del centro. Y la comunicación con el exterior, "prácticamente nula".
Vivió esa soledad. "Las entradas a la habitación, tal y como aparece en los protocolos, se limitaron lo máximo posible, porque los equipos de protección individual, los famosos Epis, escasean y se deben usar con sentido común por lo que pudiera venir. Por esta razón los contactos con Mario" han sido breves y, los accesos, los justos "para evitar nuestra exposición", reflejan estos párrafos que honran su memoria.
Con el transcurrir de los días, el virus acabó haciendo mella en este septuagenario. Así las cosas, aunque llegó siendo una persona autónoma, dejó de valerse por sí mismo.