La subida de las temperaturas del verano conlleva un aumento de las intoxicaciones alimentarias. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año, las enfermedades de transmisión alimentaria afectan a una de cada 10 personas y provocan la pérdida de 33 millones de años de vida saludable. Tal y como alerta MediQuo, pueden llegar a ser mortales, especialmente en el caso de los menores de cinco años. Las bacterias, que están presentes en el suelo, el aire o el agua, crecen más rápido en los meses de calor y propician la proliferación de microorganismos en los alimentos, además de romperse con más facilidad la cadena de frío que los preserva.
La salmonelosis que obligó a ingresar al líder de Ciudadanos y pareja de Malú, Albert Rivera, es una enfermedad de transmisión alimentaria debido a la salmonela que habita en la superficie de los huevos –crudos y poco cocinados son la causa del 23% de las toxiinfecciones alimentarias de esta época–, la carne de ave poco cocinada, la piel de los tomates y de frutas y verduras que están en contacto con la tierra y que tras el cocinado son dejados a temperatura ambiente durante varias horas.
La diarrea, los vómitos, la fiebre y el dolor de cabeza son algunos de los síntomas característica de esta dolencia, a la que no hay que restar importancia ya que se calcula que provoca unas 420.000 muertes al año. La doctora Amalia Sánchez López, médico general, aconseja no lavar los huevos ya que "su cáscara es muy porosa y la humedad facilita la penetración de bacterias en su interior, además de no usar huevos rotos, conservarlos siempre en la nevera y lavar el plato y demás utensilios para la manipulación del huevo crudo". En cuanto a la carne, la especialista aconseja un buen cocinado para que no quede cruda y con la verdura ser especialmente cuidadosos con el lavado previo y la cocción posterior. Sánchez llama la atención sobre "cierta relajación en las pautas básicas de manipulación de alimentos en esta época del años, en la que hay una mayor tendencia a comer fuera como barbacoas y picnis, donde se dejan los alimentos al aire libre".
Desde la Organización de Consumidores y Usuarios y desde los organismos médicos se nos recuerda unas pautas básicas para evitar estas intoxicaciones.
1. Extremar la higiene personal y la de la zona de trabajo siempre antes de manipular alimentos, así como evitar la contaminación cruzada: tablas, platos o cubiertos que se hayan usado en alimentos crudos no deben utilizarse otra vez con los cocinados sin haberlos lavado bien con jabón.
2. Después de cocinar, refrigerar la comida en cuanto deje de quemar. Si se va a tardar en consumirlos, es mejor optar por congelarlos antes de tenerlos durante días olvidados en la nevera.
3. Recalentar solo la porción que se vaya a consumir. Las sobras de comida deben guardarse en el frigorífico en un recipiente de plástico o cristal.
4. En caso de excursión o salida al campo o la playa, se recomienda llevar la comida en recipientes muy limpios y herméticamente cerrados y mantener fresca la nevera o cesta con la comida.
5. Cuando se realice la compra, dejar para el final los alimentos que necesitan refrigeración y meterlos lo antes posible de nuevo en frío. Utilizar bolsas isotérmica para evitar romper la cadena del frío.
6. Revisar los alimentos de la nevera de vez en cuando y poner lo que tenga próxima la fecha de caducidad o de consumo preferente más a mano. Poner carnes, pescados y platos preparados en la zona más fría, y verduras y frutas en la más templada.
7. En el caso de los huevos, nunca lavarlos para evitar que a través de los poros se introduzcan las bacterias, conservarlos siempre en la nevera, tirar los rotos y evitar su consumo crudos. Además, una vez que se haya terminado su manipulación con platos y cubiertos, lavarlos para un nuevo uso.