El coronavirus en España deja ya 204.178 casos y 21.282 muertos después de que en las últimas 24 horas se produjesen otras 430 muertes por COVID-19. Este último dato supone un ligero repunte respecto al día anterior, lo que se traduce en un aumento del 2,1%. Los contagios, no obstante, siguen una tendencia descendente tras contabilizarse 3.968 nuevos, --alrededor de 1.000 menos que el martes de la semana pasada-, lo que sitúa el incremento de casos en un 2%.
Lo positivo, nuevamente, es que hay 1.928 nuevos curados en el último día, lo que hasta la fecha eleva el total de personas recuperadas del COVID-19 a 82.514. Además, respecto al incremento de los ingresados en UCI y hospitalizados, por su parte, se registran “incrementos del 0,8% y el 1,2% respectivamente”, tal como ha anunciado el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. Además, no ha habido ni un solo ingreso en la UCI en 8 comunidades autónomas, un síntoma alentador.
Con estos datos, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, quien ha recordado que estamos en la etapa de “doblegar la curva”, ha asegurado que “lo estamos logrando”. “El balance más importante de estas cinco semanas y algunos días es que las medidas que se tomaron han dado resultados. Fue un acierto tomarlas para el conjunto de los territorios de España. Ha beneficiado a todos los españoles. El objetivo que tenemos ahora es consolidar estos crecimientos bajos en el número de casos notificados y fallecimientos. Esto nos va a llevar un tiempo. No va a ser una tarea fácil, pero hemos avanzado mucho”, ha subrayado el ministro, quien ha hecho hincapié en sucesivas ocasiones durante su comparecencia este martes en que “seguimos en fase de confinamiento” y “todavía no estamos en fase de desescalada”.
Una desescalada que ya desde el primer momento tiene visos de antojarse sumamente compleja, lenta, sinuosa y llena de decisiones que no van a estar exentas de controversia. La prueba, tangible más allá del panorama político, se manifiesta en la efervescencia de las redes sociales, donde numerosos padres han puesto su grito en el cielo al entender que la medida que en primera instancia anunció el gobierno al respecto de la salida de los niños a la calle desde el día 27 estaba llena de desacierto. No gustó a una gran mayoría que el Ejecutivo dictase --en un primer lugar-- que los niños menores de 14 años iban a poder a salir a la calle para acompañar a un adulto a realizar alguna de las actividades esenciales que ya se les permitía en el marco del estado de alarma: esto es, para acompañarles a ir al supermercado a comprar, para ir a la farmacia o a los bancos, y no para dar paseos, salir a jugar ni nada parecido; algo que ha encendido a muchos, máxime al reparar que los últimos estudios de los expertos insisten en recalcar que la propagación del virus en espacios cerrados es mucho mayor que en espacios abiertos. Permitir salir a los niños para ir con un adulto al supermercado a más de uno le sonaba como mínimo estridente si no flagrante, pese a que el Gobierno aludía a la debida y necesaria “responsabilidad” de los padres.
En este contexto, con la oposición abalanzándose y buena parte de la sociedad preguntándose por qué lo que en un principio se preveía que iba a ser una orden para permitir a los niños salir a pasear con sus progenitores se había convertido en eso, el Gobierno, finalmente, rectificaba lo dicho durante la mañana. Ya a última hora de la tarde, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, se pronunciaba para reconducir la situación y volver al escenario previsto y avanzado a su vez el pasado fin de semana por el presidente Pedro Sánchez: “Este es un Gobierno que escucha. Este próximo fin de semana emitiré una orden para que los niños menores de 14 años puedan dar paseos. Estamos trabajando con diferentes miembros del Gobierno. Insisto: este fin de semana he tomado la decisión de emitir una orden que permitirá que los niños menores de 14 años puedan dar paseo desde el domingo en las condiciones concretas que daremos a conocer próximamente”, ha manifestado el ministro, quien ha recordado que este miércoles el presidente del Gobierno va a solicitar una prórroga de 15 días adicionales del estado de alarma, --algo ante lo cual el Congreso deberá pronunciarse--, lo que, ha explicado, en concreto le “habilita para poder tomar ciertas decisiones de alivio en base a la situación de la epidemia en distintos ámbitos”. Y esta, la de finalmente permitir a los niños pasear con un progenitor desde el domingo, ha sido la primera.
Al frente queda un camino lleno de incertidumbre y complejidad en el que será la evolución de la pandemia la que dicte los tiempos. Tomar decisiones en este contexto, independientemente de ideologías, no resulta fácil ni para este Gobierno ni para cualquier otro, y en lo que concierne al ciudadano corresponde ejercer de forma responsable y actuar también individualmente para salvaguardar la salud de todos. El confinamiento está dando resultado, no solo en España sino en el resto de países afectados por la pandemia, y todavía corresponde mantener el distanciamiento social, la reducción de la movilidad y las medidas de prevención e higiene pertinentes, como la de lavarse las manos, algo sencillo en lo que sin embargo todos los expertos insisten por activa y por pasiva una y otra vez. A este respecto, y ante la alta demanda de unas mascarillas que el Gobierno insiste en “recomendar” solamente para aquellos que no puedan “mantener una distancia mínima de 1 metro y mantener una higiene diaria en el ámbito personal y privado”, el Ejecutivo ha decidido, para “evitar abusos”, establecer “un precio máximo de venta al público de 0,96 euros, IVA incluido, para las mascarillas quirúrgicas”.
Entre tanto, el equipo de trabajo de Pedro Sánchez, tal como aseguran sus ministros, trabaja para seguir evaluando los siguientes pasos a tomar en lo que se refiere a la flexibilización de las medidas, para lo cual centran la atención en la opinión de los expertos al respecto a los indicadores que marcan cómo evoluciona el coronavirus en nuestro país. Serán esos indicadores los que determinen qué pasos se van a dar: si hay que seguir avanzando en un camino o deshacerlo.
En este sentido, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha explicado que hay muchas esperanzas depositadas en el estudio de seroprevalencia que se va a realizar con la colaboración de las distintas comunidades autónomas, el cual, ha precisado, “va a dar una fotografía del estado de la epidemia en el conjunto de España, provincia por provincia”. Iniciará el 27 de abril, durará varias semanas y servirá para medir la inmunidad de la población ante el COVID-19, ha indicado, aseverando que poco a poco irán teniendo “resultados preliminares” que permitirán ver, precisamente, esa evolución de la pandemia. “Va a darnos información muy relevante”, ha insistido.
Mientras, fuera de nuestras fronteras Estados Unidos sigue copando las cifras más elevadas del drama de la pandemia: los casos superan los 821.000 y las muertes se aproximan a 45.000. La última medida de Donald Trump, que sigue obstinado en volver a reanudar la actividad económica cuanto antes, según ha comunicado en Twitter pasa por suspender la inmigración al país para proteger, --dice--, los empleos de los estadounidenses ahora que el número de parados supera los 22 millones. Un cierre que podría ser temporal y que afectaría a casi medio millón de visados de trabajo y de permisos de residencia permanentes.
Por su parte, en Europa, donde Reino Unido, con más de 17.000 muertes se estremece al pensar en que las cifras reales podrían ser cerca de un 41% más elevadas si no solo se contabilizasen los fallecimientos en hospitales, Italia es quien marca la esperanza. Por segundo día consecutivo descienden los casos activos, que se quedan en 107.709 tras caer en 528. La cifra negativa, por su parte, son los 24.000 fallecidos tras sumar 534 nuevas muertes, un dato que lleva al Gobierno italiano a recalcar que no se debe abandonar la cautela porque “el virus continúa entre la población”.