La pandemia por el nuevo coronavirus está dejando trágicas imágenes para la historia de España. Sanidad ha señalado que estamos pasando el pico de la curva, pero los casos no cesan y las UCI están al borde del colapso total. La mejor noticia que hay son las personas dadas de alta en nuestro país: más de 22.600 personas. José Manuel Aguado, un transportista de 53 años de Fuenlabrada, Comunidad de Madrid, es una de las personas que ha superado la enfermedad. Todo un ejemplo. Este luchador ha compartido su relato con Informativos Telecinco para concienciar a la sociedad sobre la seriedad de esta lucha y sobre cómo superó los momentos más difíciles mientras estuvo ingresado. No es el único superviviente que da las gracias a los héroes sanitarios.
"Me gustaría decirle a la gente que lucha contra el COVID-19 que no se rindan nunca. Que no se crean los bulos de las redes sociales. Hay que seguir las recomendaciones del ministerio y los sanitarios, que son los que saben de verdad. A los pacientes, aunque no puedan respirar, como estuve yo, que no se rindan. Aunque tú creas que te vas a morir, no te lo creas nunca. Va a ser lo que tú creas. Siempre hay que seguir hacia adelante, aunque no tengas fuerzas", señala José Manuel.
"Lo peor del coronavirus no es el dolor. Es, que no puedes respirar. Es una angustia muy grande. Solo puedes hacer lo justo para estar vivo, pero no puedes respirar hondo, porque te da el pinchazo, la tos, y te asfixias más. Sí que presentas cansancio, como si no hubieras parado de trabajar en dos días. También aparecen náuseas y se te quita el apetito. Pero lo peor es el agobio por no poder respirar, una sensación que tienes que estar muy fuerte de mente para mantener la calma. Tienes que pensar en salir sí o sí de esa situación. La ilusión es lo que te mantiene vivo", asegura.
"Los síntomas son como un simple constipado, pero las consecuencias no. El contenido de los síntomas, te mata. Es grave, es mortal. Si te pilla siendo una persona fuerte te recuperas, si es una persona con una salud delicada, puede tener complicaciones. Como te descuides, esto te mata", señala.
"Siempre he tenido una mentalidad muy fuerte. No es la primera vez que me he librado de la muerte. Sabía que este virus no iba a acabar conmigo, lo tenía muy claro. Me mantuvo fuerte mis ganas de vivir, sobre todo, pensando en mi familia única y exclusivamente. Pensaba en mi mujer, en mis hijos, en mi madre, en mis tios, en mis sobrinos… la familia es lo más importante. Da igual el dinero y lo que tengas. Lo que vale es la familia y las ganas de vivir que tengas", destaca.
"Llevo cinco días en casa desde que volví. Me quedan diez en mi habitación, hasta el viernes de la semana que viene. Cuando acabe la cuarentena, tengo que ir a mi centro de salud para pedir una analítica y que la envíen al hospital para darme ya el alta total. Se supone que ya estoy inmunizado. Yo me encuentro muy bien. Me volverán a hacer la prueba por coronavirus. A mí me la hicieron con un hisotopo, pasándolo por la campanilla para recoger la muestra. Además, todos los días me hacían análisis para ver cómo iba la evolución de la recuperación. El hospital de Fuenlabrada ha sido increíble", dice.
"Ha sido una experiencia mala por un lado, y positiva por otro. Me acuerdo que el día -20 de marzo- que ingresé había alrededor de 150 personas en urgencias. Pasé un día y medio en urgencias y ya la segunda noche me pasaron a la sala de boxes (especie de UCI pero de observación). Aquí es donde lo pasé mal de verdad, la segunda y la tercera noche", comenta.
"A la cuarta mejoré y me subieron a planta porque ya respiraba mejor. Al subirme para que me recuperara, ya sabía yo que mi crisis había pasado. Ingresé con una neumonía por coronavirus severa-grave muy fuerte en los dos pulmones. Es muy difícil hacer una trazabilidad de cómo lo contraje, pero fue en el trabajo seguro. Porque varias empresas en las que reparto han registrado brotes de COVID-19", explica.
"En el hospital de Fuenlabrada me han tratado como a un príncipe. A mí y a todos. No nos ha faltado ningún medio a los pacientes. No han faltado equipos de protección individual, ni EPIS, ni respiradores. Teníamos bombonas de oxígeno de 3 kilos finas antes de que te subieran a planta o te ingresaran en la sala boxes. Si te hacía falta, te lo ponían. La comida la daban cada dos por tres. Todos los medicamentos con los que experimentaron para saber si eran eficaces también los tenían. No nos ha faltado de nada", asegura.
"Las enfermeras son ángeles de la guarda. Yo no he visto que les faltara material sanitario. Me imagino que tendrían sus carencias, pero ni me las han contado ni yo lo he notado. Cuando estaba en la sala, en la habitación, cada vez que entraban dos o tres enfermeras, entraban con sus EPIS. Cuando acababa la visita se lo quitaban y lo echaban a la bolsa para tirarlo. En cada habitación hacían el mismo procedimiento. El trato ha sido excelente. Me tomaban la tensión todos los días. Yo soy diabético y siempre estuvieron atentos", afirma.
"He visto a pacientes de 30 para arriba, de menos edad a ninguno. Los niños que padecían COVID-19, si tenían que ser tratados, eran atendidos por otro lado. No iban a las urgencias, porque éramos gente mayor", comenta.
"He visto cosas duras. Pude ver cómo uno convulsionaba y se lo llevaban, y, al preguntar a la enfermera, te miraba como diciendo "No lo ha podido superar"… He visto morir a gente. Mi compañero de enfrente, un hombre con una neumonía muy grave, no podía estar más de un minuto sin el respirador. Entonces, el señor se metió al servicio y le dije antes de que se fuera que no se encerrara. Tras unos minutos, dejó de hablar. Una enfermera abrió la puerta y vio desmoronado al hombre. Había fallecido por un infarto cerebral. Al no tener el respirador no le llegó el oxígeno al cerebro. La falta de oxígeno se la produjo la neumonía por el coronavirus", cuenta.
"Salí del hospital el 27 de marzo. Estuve una semana en el hospital. El médico me dijo que era el paciente que más rápido se había recuperado. Me dijo que se notaban mucho mis ganas de vivir, que tenía una mente privilegiada en cuanto a fuerza mental. Quiero felicitar a las chicas que había allí cuando salí. Según me iba alejando, me iban aplaudiendo, eso es algo que nunca voy a olvidar en la vida. Seguía escuchando los aplausos estando ya incluso dos plantas más abajo. Es algo muy emotivo. Esta experiencia se la contaré a mis nietos. Aunque haya sido una mala experiencia, también tiene su parte positiva", asegura.
Después del calvario, llega la cuarentena en casa. "Al llegar a mi casa, mantuve la distancia con mi mujer -recomendada-, y la conté todo lo que había pasado. Que por ella, por mi madre y por mis hijos sigo vivo. Y por las ganas de vivir que tengo. Porque no me daba la gana morir. También vi cómo montaban el hospital de campaña. La UME ha hecho un trabajo espectacular. Han aportado mucho. El autocar militar trasladaba a 60 personas de un centro a otro y, gracias a eso, han podido ir descongestionando las urgencias. También quiero destacar la labor de la Policía, la Guardia Civil y los bomberos. Todos están actuando como se debe actuar", señala.
De vuelta a la realidad toca también pensar en el trabajo. "Mi empresa no ha cerrado gracias a dios. Al ser transporte, repartimos a farmacias y establecimientos, por lo que espero reincorporarme. Nos hemos salvado de la quema, pero ha bajado la facturación un 80%. Pero bueno, por lo menos lo contaremos", concluye José Manuel, todo un ejemplo de superación en la lucha contra el coronavirus.