Conoces a una persona en Tinder, en la cafetería de la universidad, en el trabajo… Da igual, lo que sí importa es que te enganchas y mucho. Empezáis a hablar hasta las tantas de la noche y surge una conexión brutal. A ti te gusta y tú sabes que le gustas, pero no quiere nada serio, así que empieza a marearte. A veces quedáis y todo es mágico, pero si dais un paso hacia delante, él da dos hacia atrás. De repente, desaparece. Si le escribes, contesta de forma muy seca, o al menos cuando contesta, porque puede estar días pasando de ti. Pero lo peor de todo es que cuando empiezas a asumir que lo que hubiese entre ambos se ha acabado, vuelve. Te escribe más cariñoso que nunca y volvéis al mismo punto de antes, pero sabes que en algún momento, quizá mañana o quizá en una semana, volverá a desaparecer. ¿Te suena esta historia?
Muchas personas han vivido situaciones parecidas y aunque es muy frustrante no entender lo que está pasando, lo cierto es que tiene nombre: relación intermitente.
Una relación intermitente es un tipo de relación afectivosexual con rupturas y reconciliaciones recurrentes. De esta definición podemos sacar tres cosas en claro:
Definir las relaciones intermitentes es la parte “fácil”, lo difícil es entender por qué se producen.
Para ello necesitamos responder a dos preguntas:
La principal explicación la encontramos en la dependencia emocional.
Este tipo de relaciones te hacen sentir que tú puedes cambiar a tu ligue, que como conectáis tan bien cuando estáis juntos es cuestión de tiempo que se de cuenta de que te quiere, que los momentos buenos (aunque duran poco) pesan más que los mensajes ignorados y el ghosting. Es decir, te enganchas. Ahora eres presa de la dependencia emocional.
Porque sabe que pasando de ti y volviendo cada dos por tres, te engancha más. Esto se debe a un proceso psicológico conocido como reforzamiento intermitente.
Para entender el reforzamiento intermitente voy a utilizar un ejemplo muy básico. Imagínate que adoptas un perrito y quieres enseñarle a sentarse. Cada vez que dices “sienta” y lo hace, tú le das una galletita. Un día sales de casa y se te olvidan las galletitas. Le dices a tu perro que se siente, lo hace, pero no obtiene premio. Se lo vuelves a decir, tarda un poco más en sentarse pero lo hace, y vuelve a comprobar que no hay galletita. Al final del paseo, el perro ya no se sentará porque piensa que no sirve de nada ya que no hay premio.
En cambio, si tu a tu perro le entrenas dándole galletitas solo de vez en cuando, el perro aprenderá que tiene que sentarse siempre porque no sabe si va a haber premio o no. A veces obtiene galletitas, a veces nada, pero merece la pena hacer el esfuerzo de sentarse por si las moscas.
¿Cómo se extrapola esto a las relaciones humanas? Si una persona te hace caso siempre, es súper cariñosa y te sientes valorado, aprendes que eso es lo normal y saludable en la relación. Si un día de repente cambia y empieza a pasar de ti o a tratarte mal, pensarás “uy, algo va mal” y cortarás.
En cambio, si una persona a veces te trata súper bien, es muy atenta y te aprecia, pero también tiene rachas en las que te ignora y desaparece, tú acabas con una confusión emocional brutal. Como le ocurría al perro del ejemplo, te sentarás a esperar ese premio, que en este caso es la atención y el cariño, porque sabes que tarde o temprano te lo dará, aunque lo pases muy mal esperando a que llegue.
Ahora que ya sabes como funcionan las relaciones intermitentes intuirás que solo hay una solución posible: demostrarle a tu ligue que sus estrategias ya no funcionan. En otras palabras, dejar de sentarte a la espera de un premio que no sabes si va a llegar o no ni tampoco cuándo llegará.
No está en tu mano cambiar a esa persona y no puedes hacer nada para que se enamore perdidamente de ti y deje de hacerte ghosting o tratarte mal. La decisión de madurar y valorarte depende de él o ella, y cediendo solo seguirás pasándolo mal.
Quizá tu ligue no es consciente de que te está manipulando, pero lo hace, y tú no te mereces una relación intermitente o a medias. Pon distancia, cuida tu salud mental y socializa con personas con responsabilidad afectiva.