La receta para derrotar al COVID-19 del experto que acuñó el concepto de "aplanar la curva"
Vankayya insta a aplicar "la estrategia del queso suizo", consistente en la protección por acumulación
El experto receta el uso generalizado de mascarilla, test masivos a la población y preparación para rebrotes
Rajeev Venkayya fue hace quince años secretario especial de la presidencia de EEUU y director de biodefensa en la Casa Blanca de George W.Bush. Entonces, cuando la gran amenaza era la gripe aviar, tuvo el encargo de desarrollar una estrategia nacional en caso de pandemia, y fue cuando acuñó la expresión de "aplanar la curva". Su propuesta de cerrar las escuelas, quedarse en la casa y mantener la distancia social fue recibida en aquel momento con rechazo e incredulidad, pero hoy esas medidas se han implementado en la mayoría de los estados de la nación, y en muchos otros, para frenar al coronavirus.
Ahora que EEUU es el epicentro de la pandemia del SARS-CoV-2, Venkayya escribe en 'Stat' que "no podemos cambiar el pasado, pero tenemos una segunda oportunidad para demostrar que somos capaces de contener este virus. Las amplias restricciones de quedarse en casa pueden eventualmente suprimir la transmisión del virus a un nivel que existía hace varias semanas, lo cual atrasaría el reloj epidemiológico y haría posible la contención una vez más”.
Para Venkayya la clave está en lo que llama “la estrategia del queso suizo”: un sandwich imaginario hecho con rebanadas de queso superpuestas. Cada una de las medidas implementadas para frenar la pandemia es como una rebanada, esto es, una barrera imperfecta, tal como la representan los agujeros en el queso. Pero cuando múltiples intervenciones de efectividad parcial se combinan tempranamente en un brote, como rebanadas superpuestas, los huecos quedan cubiertos y la transmisión del virus se vuelve más lenta, e incluso se detiene.
Venkayya, que hoy es miembro del directorio de la Coalición para las Innovaciones en Preparación contra las Epidemias (CEPI) y director del área de vacunas de Takeda Pharmaceuticals, aconseja reforzar esas medidas imperfectas a fin de generar protección por acumulación. Su modelo para suavizar las medidas de cuarentena y afrontar la desescalada consiste en tres rebanadas:
1. Exigir que todo el mundo use mascarilla
El experto explica que "una máscara de tela no brinda protección sustancial a la persona que la usa, pero puede evitar que alguien infectado transmita el COVID-19 a otros. En la jerga de la epidemiología, eso se llama ‘control de la fuente’”. Si bien ya las autoridades de salud han sugerido a la población ese recurso, Venkayya opinó que no es suficiente: “Necesitamos una orden, no sólo una recomendación, de que todo el mundo utilice una mascarilla en lugares públicos.
Esto podría reducir de manera importante la transmisión comunitaria, a la vez que haría posible que la gente saliera de sus hogares. También abordaría el complejo asunto de la transmisión del virus por personas que no tienen síntomas. “El control universal de la fuente podría ser una capa de queso suizo muy eficaz que permitiría relajar otras medidas más restrictivas”, argumenta.
2. Facilitar los test de COVID-19 a la población
“A medida que relajamos el distanciamientos social, la forma de prevenir los brotes consiste en hallar rápidamente a las personas que tienen el virus y detener la propagación, mediante análisis de laboratorio, rastreo de contactos, aislamiento y cuarentena. Esto exige la capacidad de hacer test en todas partes, con resultados disponibles en horas, no en días”, indica Venkayya.
Para que el sistema funcione se tiene que realizar a escala, de manera tal que “las pruebas estén disponibles cuando y donde la gente las necesite”. Un recurso de importancia son los centros de análisis estilo autoservicio desde el automóvil y también las tiendas improvisadas en espacios como estacionamientos, pero sobre todo el gran salto consistiría en acercar el test a las personas comunes, no solo al grupo de personas en riesgo como los trabajadores esenciales o los médicos y los enfermeros.
Eso, a su vez, tendría un efecto directo en la crisis económica: “Contratar y capacitar una fuerza de trabajo aumentaría los departamentos de salud pública, donde escasean los recursos, y pondría a la gente a trabajar de nuevo. Aquellos con formación sanitaria podrían recoger muestras, con apoyo de un ejército de personal no médico, con el equipo de protección personal adecuado, para realizar el rastreo de contactos y brindar orientación sobre el aislamiento voluntario y la cuarentena”, agrega.
Su propuesta incluye que apps como las de delivery se vuelvan plataformas para extender esta propuesta al país entero. Pero el actor principal de este esfuerzo sería el público general, “cuya aceptación y cuyo sentido de la responsabilidad personal pueden asegurar que los análisis se hagan cuando se necesitan”. Por ejemplo, la ciudadanía debería generar el acto reflejo de hacerse la prueba de SARS-CoV-2 apenas tiene fiebre, del mismo modo que hoy toma un termómetro para verificar si la tiene. De esa manera sería sencillo cortar un eslabón de transmisión al poder identificar tempranamente los casos, aislarse y avisar a los contactos.
3. Prepararse para los rebrotes de COVID-19
“Como estamos viendo en Asia, relajar las intervenciones sociales puede conducir a un resurgimiento de la transmisión del virus”, observó Venkayya. “Este será un riesgo hasta que tengamos una inmunidad sustancial en la población, por una vacuna o por exposición anterior” al coronavirus.
Hasta ese momento, los gobiernos tendrán un papel importante para “definir los factores desencadenantes” que llamen a “restablecer las intervenciones sociales de manera temprana y coordinada”. Es decir que eso debería suceder en todas las comunidades, ya que la interconexión haría que las medidas fueran inútiles si se tomaran de manera despareja.
“Después de esta ola de la pandemia del COVID-19, tendremos una ‘nueva forma normal’ de vivir y trabajar, que nos brindará una capa de protección en comparación con nuestra vida pre-pandemia”, continúa en la descripción de su última rebanada de queso suizo contra el contagio masivo. Por ejemplo, es posible que en las primeras etapas haya escasas reuniones públicas, pocos viajes, más distancia social en el ámbito laboral y muchas interacciones virtuales. “Esto, sin dudas, reducirá el peligro de reaparición” del SARS-CoV-2. “Y si hemos desplegado exitosamente las dos primeras soluciones —las máscaras y las pruebas— podremos evitar las medidas extremas que estamos viviendo actualmente”.