El origen de la variante ómicron podría residir en los ratones y no en otros seres humanos, como se ha considerado preferentemente. Esa es la hipótesis que maneja un grupo de científicos de la Academia de Ciencias China debido a la gran cantidad de mutaciones acumuladas en esta versión del SARS-CoV-2. El estudio ha sido publicado en la revista Journal of Genetics and Genomics.
La cantidad de mutaciones de ómicron en la proteína S -también conocida como proteína de la espícula, encargada, en los coronavirus, de entrar en la célula huésped que será infectada- llamó la atención desde que se conoció su existencia. Esta particularidad convertía a la variante en potencialmente muy transmisible, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no tardó mucho en incluirla en el grupo de variantes preocupantes (VOC).
Partiendo de dichas mutaciones, los científicos establecen tres hipótesis con respecto a la historia evolutiva de esta variante. La primera es que ómicron se habría propagado y circulado en una población con vigilancia y secuenciación viral insuficientes. La segunda -la más popular actualmente-, que habría evolucionado en un paciente con infección crónica, como un individuo inmunodeprimido, que habría proporcionado al virus un entorno propicio para su adaptación. Por último, la hipótesis otra de las hipótesis que defienden es que ómicron podría haber acumulado mutaciones en un huésped no humano para después regresar a los humanos.
Basándose en trabajos propios anteriores sobre evolución viral, consideraron que las mutaciones en los genomas del virus dependerían "en gran medida de los mecanismos mutagénicos específicos del entorno celular del huésped, lo que da como resultado una sobrerrepresentación con tipos de mutación específica", explican. Citando otros casos, como el virus del Ébola, cuentan que las mutaciones que presentan son diferentes si evolucionan en una misma especie hospedadora que si lo hacen en diferentes especies.
Lo que ponen a prueba en su investigación es si las mutaciones presentadas por ómicron son consistentes con el entorno celular de los humanos o si, por el contrario, estarían asociadas con la adaptación a un huésped diferente.
Una vez que determinaron que las características de ómicron podían deberse a haber evolucionado en otro hospedador antes del brote, y tras compararlo con espectros moleculares de los coronavirus que evolucionaron en diferentes especies, determinaron que las mutaciones de ómicron en la proteína S "se superponen significativamente con las mutaciones en el SARS-CoV-2 adaptado al ratón".
Los investigadores de la Academia de Ciencias China consideran que, al revés que en el origen del SARS-CoV-2, se "produjo un evento zoonótico inverso de humanos a ratones en algún momento durante la pandemia (muy probablemente a mediados de 2020)". Las mutaciones se habrían producido durante más de un año hasta volver a los humanos.
La adaptación de ómicron a ratones también habría promovido su adaptación a otras especies, como a los propios humanos, a camellos o a cabras. Señalan que, teniendo en cuenta que los seres humanos representan "el reservorio más grande conocido de SARS-CoV-2" y entran "con frecuencia" en contacto con otros animales, además de la capacidad del virus para saltar a través de especies, "parece probable que las poblaciones globales enfrenten variantes adicionales derivadas de animales hasta que la pandemia esté bien controlada". Por ello, los investigadores piden una mayor vigilancia viral y secuenciación en animales, "especialmente aquellos en contacto cercano con humanos".
La variante ómicron fue registrada por primera vez en Sudáfrica el 24 de noviembre de 2021 y la OMS la designó como “variante de preocupación” debido al exponencial aumento de las infecciones. Este organismo ha reiterado la importancia de conseguir lo antes posible que el 70 por ciento de la población mundial esté vacunada, para así evitar que se produzcan nuevas variantes del covid-19.