Rafaela Santos, experta en resiliencia: “El sufrimiento y la adversidad nos hacen más humanos”
Entrevista a Rafaela Santos, psiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia
La autora del libro ‘Levantarse y luchar’ reflexiona sobre cómo la pandemia nos ha enseñado a ser más resilientes
Santos nos acerca al concepto de resiliencia a través de experiencias reales de personas reales
Cuenta Rafaela Santos, psiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia, que está muy estudiado que cada uno de nosotros vamos a pasar por dos o tres acontecimientos traumáticos a lo largo de nuestra vida, queramos o no. Porque la vida no nos pide permiso, nos nos pregunta ¿quieres pasar por esto? no, simplemente ese acontecimiento adverso nos llega: nos llega un despido, una enfermedad grave, una ruptura, la muerte de un ser querido… o una pandemia que nos pone la vida patas arriba de la noche a la mañana.
La pandemia ha servido precisamente de inspiración para publicar una nueva versión revisada y ampliada del Levantarse y luchar que Rafaela Santos publicó en 2013. La nueva edicion (Penguin Random House, 2021) incluye un prólogo de Irene Villa y un último capítulo sobre la pandemia.
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Santos aborda el tema de la resiliencia desde experiencias reales de personas reales que encarnan resiliencia. Porque ¿qué es exactamente la resiliencia? A veces, es más sencillo explicarlo y comprenderlo desde esas historias personales y experiencias de vida.
Pregunta: La pandemia ha traído muchas historias auténticas de resiliencia…
Respuesta: La editorial me pidió que hiciera ese último capítulo considerando el covid como algo que todo el mundo hemos sufrido. Y ahí, lo que he hecho, ha sido entrevistar a gente que lo ha vivido muy de cerca, como el doctor Zapatero, que puso en marcha Ifema; una enfermera, jefa de enfermería de un hospital público por cuyas manos han pasado cientos de pacientes de covid y con casos graves o sea, que ha sufrido; también uno de los pacientes más graves que ha sobrevivido; y luego puse mi propio covid, porque cuando estaba escribiendo me contagié…y para mí fue una sorpresa porque después de 14-15 meses ya de tratar pacientes en la calle con protección, yo ya pensaba que estaba inmunizada y no, me vino el contagio…
P: Muchas personas desconocía esta capacidad que tenían de ser resilientes y la pandemia se la ha mostrado. ¿Todos tenemos esa capacidad?
R: Todos tenemos este fondo, pero lo importante es que cuando una persona supera una adversidad, tú reflexionas y dices: “he crecido”. El tema importante de la resiliencia, diferenciándolo de resistencia -entendida como fortaleza física, de reciedumbre, que es muy importante porque está en la base- es que cuando una persona atraviesa esto, su cerebro se modifica y es capaz de incorporar nuevos circuitos cerebrales. Eso es lo importante de la resiliencia, que ya la próxima vez que te ocurra algo, tú ya has subido un escalón hacia arriba, de tal manera que te resulta más fácil afrontarlo. Cada vez que superamos un reto, una adversidad, es como si subimos un escalón más, como si ascendemos un poco más y podemos mirar y decir: “pues he recorrido un trecho del camino más grande” (…) los retos se van poniendo delante, pero claro... tus propias experiencias vividas son lo que te hace afrontar el reto sin tanto estrés, sin miedo, como con una sensación de confianza.
Si pudiéramos elegir, claro que no elegiríamos sufrir o pasar por algo malo. Pero no podemos elegir lo que nos pasa en la vida (Rafaela Santos, psiquiatra)
P: Claro, pienso que cuando nos topamos con una adversidad en nuestra vida, suele salir antes el impulso de preguntarnos cómo podemos sortear esa adversidad, más que el impulso de preguntarnos ¿qué aprendo yo de esto?
R: Fíjate, este tema que tocas es fundamental en la resiliencia, en el crecimiento como personas humanas. Me preguntan a veces si la pandemia puede haber traído algo bueno… porque verdaderamente, la adversidad nadie la queremos. Si pudiéramos frenarla, no sufrir, no tener cualquier cosa mala que nos pase…si pudiéramos elegir, claro que no elegiríamos sufrir o pasar por algo malo. Pero no podemos elegir lo que nos pasa en la vida y sí podemos hacer eso que has dicho. Preguntarnos ¿cómo lo afronto?, ¿qué puedo aprender?, ¿qué hay oculto? Porque en toda adversidad hay como dos caras: una cara que es la que vemos, la fea, la que no me gusta, la que tengo que sufrir, pero luego siempre hay una cara, que no sé si llamar oculta porque no me gusta esa palabra, pero es una cara que está escondida…¡y ahí está el crecimiento! El sufrimiento, la adversidad, nos hace más humanos.
P: ¿Qué pasa cuando en vez de preguntarnos qué me trae esta adversidad, qué aprendo de esto, nos quedamos en esa resistencia a sufrir, en ese tratar de sortear la adversidad sin más?
R: Mucha gente no se para a reflexionar, sino que lo que quiere es que pase cuanto antes…entonces no aprenden y muchas veces, si la adversidad ha sido muy grande, lo que queda es el impacto, el golpe, el daño. Pero la persona resiliente, lo que hace, es aprender, como si dijéramos, a afrontar esto y a salir fortalecido porque ha reflexionado, porque realmente ha aprendido una lección. Es como reponerse de un trauma sin ser dañado…creciendo. Eso es lo bonito que trae la vida.
P: Comprendo parte de la dificultad para ser resiliente: dices que necesita reflexión. Pero claro, en estos tiempos que vivimos, creo que no nos damos mucho permiso para parar y reflexionar. Vivimos demasiado en el hacer, en la productividad, en las distracciones…
R: Es que no nos permitimos buscar la felicidad. Buscamos el placer, lo inmediato, ¡que se nos da muy bien!, la vida cómoda…pero eso son sucedáneos, son pequeños momentos de placer. Pero la felicidad necesita una reflexión. Necesita saber a dónde voy, qué quiero en la vida, y qué pasos tengo que dar para llegar a esa meta. Luego está la base de la resiliencia, de saber que soy capaz de afrontar las dificultades, reponerme ante los pequeños o grandes fracasos. Pero incluso para la búsqueda de la felicidad necesitamos la reflexión y la sociedad en que vivimos es frenética, es correr sin saber a dónde.
Hoy, los jóvenes quieren todo perfecto, están acostumbrados a que todo les sale fácil, a la cultura de una felicidad publicitaria. Pero la vida no es perfecta (Rafaela Santos, psiquiatra)
P: Un fenómeno que veo últimamente en nuestra sociedad con respecto a resiliencia es que muchas personas lo asocian a reponerse de grandes traumas. Entonces, claro, visto así mucha gente no se identifica, no se plantea que cultivar esa resiliencia es algo que puede servir para la vida en general…
R: Hay un concepto científico que se llama crecimiento postraumático, crecimiento ante el trauma… hay un crecimiento de algunas personas que de manera natural saben afrontar esos problemas, crecerse, e incluso hay una transformación en positivo de la personalidad. Pues imagínate, una Irene Villa en quien ante un trauma hay un cambio, por su puesto con la ayuda de su madre, que le dijo: “mira, tú puedes convertirte en una persona amargada que esté permanentemente odiando a los que te han quitado las piernas y te han hecho tanto daño con una bomba, o puedes decir, bueno, me falta esto, es como si hubiera nacido con este déficit, pero tengo toda una vida por delante y puedo crecer”. Hay gente que tiene ese crecimiento aunque no tenga el conocimiento neuronal, porque son actitudes (…) el crecimiento postraumático es crecimiento después de un trauma, pero ¿qué pasa con las personas que pueden desarrollar resiliencia y deben desarrollarla para ser más felices, para vivir sin miedos? Porque el ser humano tiende o a vivir atrapado en el pasado, dándole vueltas a lo negativo, o plantearse un futuro que a veces le provoca ansiedad. Poca gente vive con equilibrio el momento presente, y ahora menos.
P: O sea, que efectivamente no hace falta que ocurra una adversidad para aprender a ser resiliente…sin embargo cultivar la resiliencia nos puede ayudar para cuando ese acontecimiento adverso llegue o para gestionar la vida en general ¿Es esta la idea?
R: El Instituto Español de Resiliencia, está ubicado en el Colegio de Médicos de Madrid, donde yo presido también otra sociedad científica que es la Sociedad Española de Estrés Postraumático, o sea del trauma (…) quisimos como diferenciar el trauma de la resiliencia para poder enseñarla incluso en los niños, en los colegios, a los padres, en la educación. Porque vemos que se va creando una sociedad de jóvenes muy vulnerables, o sea, están muy preparados… pero son vulnerables psicológicamente. Tienen miedos, no saben afrontar situaciones que a lo mejor nuestros padres nadie les había enseñado y lo hacían de una manera natural. En cambio, hoy, los jóvenes quieren todo perfecto, están acostumbrados a que todo les sale fácil, a la cultura de una felicidad publicitaria. Pero la vida no es perfecta, y las familias no son perfectas, y las relaciones humanas son muy imperfectas. O sea, que tenemos que aprender a reflexionar, a ver qué tengo yo que cambiar para seguir consiguiendo los objetivos que me he propuesto. Saber a dónde quiero llegar y soñar grande…Todo eso es desarrollar la resiliencia y eso se debe enseñar en la educación, en los colegios, los padres, los deportistas…
P: De hecho, Rafa Nadal recibió la primera edición de los premios del Instituto Español de Resiliencia…
R: El deporte en sí es una escuela de resiliencia, porque el deportista está entrenado a ganar o a perder. A Rafa Nadal, que la primera edición de los premios se lo dimos a él por unanimidad, yo le decía: “Rafa, no te damos el premio por tus éxitos, por ser el número uno, sino por cómo enfocas la vida, que cuando pierdes, te levantas”. O sea, la vida es eso, caer y levantarse, pero no quedarse en la caída como si dijéramos amargado, como diciendo "soy un fracasado"…
La persona resignada es la que se aguanta con lo malo y ahí se queda (Rafaela Santos, psiquiatra)
P: ¿Cómo podemos entrenar la resiliencia en el día a día?
R: En la resiliencia hay que entrenar el cerebro para ser flexible, fíjate qué bonito. La resiliencia es una resistencia flexible y eso se tiene que entrenar. Si tú ves, por ejemplo, que me quedo una noche sin dormir porque mi hijo está malo y me quedo fastidiado, me estoy focalizando en lo negativo. Si por el contrario pienso: pues esto es una oportunidad para darle mucho amor y cariño y para conectar más con mi hijo. En el fondo es la misma adversidad, pero tú, al enfocar lo bueno, de alguna manera estás desarrollando una capacidad cerebral. El cerebro tiene capacidad de modificarse a sí mismo, entonces, tú estas entrenando, es un entrenamiento en cosas pequeñas, diarias, para hacer tu mente flexible. No solamente enfocada en lo negativo, sino ver que hay un abanico y que puedes elegir, que está lo negativo, pero también tiene otra dimensión: esa cara oculta que trae toda adversidad en la vida. Lo bueno, puede tener algo negativo detrás y lo malo puede tener algo positivo detrás. Eso es muy bonito aprenderlo para vivir la vida mucho más plena, con muchas más oportunidades y felicidad.
P: Por último; en el libro hablas de que uno de los pasos para desarrollar resiliencia es aceptar; aceptar que el sufrimiento es parte de la vida, que hay cosas que no podemos cambiar. Me gustaría que aclararas la diferencia entre aceptación y resignación, porque muchas veces se confunden…
R: A veces me preguntan; ¿la resiliencia es resignación? Al fin y al cabo, es que lo que te pase lo aceptas y ahí te quedas. Y no. La aceptación ni siquiera es resignación. La persona resignada es la que se aguanta con lo malo y ahí se queda. Me resigno, no hago nada. Simplemente me ha tocado esto y aquí me quedo. Pero aguanto de una manera pasiva. La aceptación es el primer paso, es el primer peldaño para pasar al siguiente, que es la adaptación. Es decir, acepto que esto no lo puedo cambiar. La inteligencia es la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios (…) Hoy en día se está viendo que la inteligencia ya no se mide con el Coeficiente Intelectual, sino por la capacidad de adaptación, por esa capacidad del cerebro que es mucho más holística que un Coeficiente Intelectual numérico. Tenemos esa capacidad de adaptarnos a todo lo que va pasando y ahí se demuestra la inteligencia global de una persona. La persona que se queda atrapada en ese primer paso de acepto y aquí me quedo, es la resignada. Pero la persona resiliente, es la que es capaz de ser inteligente y dice: acepto esto que no puedo cambiar y doy el siguiente paso para decir: ¿cómo puedo adaptarme para ser feliz en esta ocasión?