Es una de las imágenes más bellas de la pandemia que ha acabado ya con la vida de más de 372.000 personas. La de un enfermo de UCI que ha podido volver a ver el mar. Era su mayor deseo tras dos meses en la UCI. Ver el mar. Y ha podido ser posible gracias a los miembros del proyecto HUCI que quiere humanizar los cuidados intensivos. El sueño se ha podido cumplir después de que el enfermo diera negativos en las pruebas de PCR.
HUCI, es un proyecto que quiere humanizar los cuidados intensivos, servir de foro y punto de encuentro entre pacientes, familiares y profesionales, Difundir los cuidados intensivos y acercarlos a la población general, y fomentar la formación en habilidades de humanización.
Entre las novedades que plantea y ya lleva a cabo está la flexibilización de los horarios de visita y adecuación a las necesidades individuales, la mejora de la comunicación con pacientes/familias y entre los profesionales, mejorar y garantizar el confort del paciente, tanto en el aspecto físico, como en el psicológico, el espiritual y el ambiental. Y para ello, la ayuda de la familia y también de los médicos, avanzando en resiliencia, trabajo en equipo, relación de ayuda (counselling), empatía, escucha activa y compasión es vital.
Históricamente las grandes epidemias nos han cambiado económica y socialmente, y estas transformaciones se han plasmado en la arquitectura. Tras la peste negra, la viruela, la peste bubónica o la gripe española, las estructuras de las ciudades se replantearon y cada vez se fue tomando más conciencia de que estas tenían que tener unas condiciones mínimas de salubridad. A medida que las ciudades han aumentado sus condiciones higiénicas la salud.
Judith Marín, intensivista del Hospital del Mar de Barcelona, explica que "las salidas al exterior es un punto más de ayudas terapeúticas para nuestros enfermos graves que no son solo paseos curativas, sino también la orientación o la movilidad precoz, y tienen como objetivo mejorar la calidad de vida y pronóstico de los pacientes una vez superada la fase crítica de la enfermedad", explica.
Pero aunque necesitan máquinas y soportes vitales que se van retitando progresivamente, en los enfermos se trabaja en mejorar la situación emocional de los pacientes. Y este ha sido uno de los casos. Los pacientes deben estar estables, que estén convalecientes, conscientes, para que sientan estas medidas. Y material y personal. Hay que desplazarse fuera de la zona de confort. "Lo hacemos también en los traslados intrahospitalarios. Necesitamos a profesiones desde fisio, rehabilitadores, celadores, auxiliares, médicos...". Pero los resultados compensan todo.
Y es que la medicina puede avanzar a base de golpes, y el coronavirus es uno muy duro. Durante la peste negra (1347-1350) las pulgas campaban a sus anchas en una sociedad con una higiene mínima, por lo que se instauró una política eficaz para la higiene pública. Tras la peste bubónica (1477-1479) Leonardo Da Vinci comenzó a investigar qué había provocado la muerte de una de cada tres personas y su conclusión fue “que la plaga se expandía por las malas condiciones sanitarias y que la salud de los ciudadanos estaba relacionada con la salud de su ciudad” -afirma Walter Isaacson en su biografía Leonardo Da Vinci-. En 1487 Leonardo diseñó su “ciudad ideal” que garantizaría salud y belleza, para conseguirlo lo más importante sería separar el tránsito de personas del tránsito de animales. Lamentablemente esta ciudad ideal no llegó nunca a construirse. Al finalizar la gripe Española (1918-1920) se tomó conciencia de la peligrosidad del virus y se comenzó a investigar en laboratorios, creándose centros específicos con la tecnología y el método científico adecuado para llevar a cabo las investigaciones, como explican los profesionales en su página web.
Ahora, el coronavirus puede provocar que la humanidad y la empatía sean dos pilares de la medicina del futuro. Los profesionales en primer plano han sufrido con esos pacientes que no se han podido despedir de sus familias, y han intentando dar ese último abrazo y cariño en el adiós de esas personas, o ponerlas en contacto con sus familias. El proyecto HU-CI va en esa dirección. Sanidad y humanidad van de la mano.