Peligros a los que te expones si te das el primer baño del año en piscinas o fuentes sin tratar

Marcos Fernández 22/04/2017 10:38

¿Alguien recuerda la piscina olímpica de Río de Janeiro totalmente verde? Pues bien, las piscinas son un foco de infección claro y un riesgo para nuestra salud si no están tratadas, sobre todo, en primaveras calurosas como está que estamos padeciendo.

En invierno, las bajas temperaturas mantienen aletargadas o desaparecidas de combate las bacterias que pueden afectar a nuestro organismo. Sin embargo, con estas subidas del mercurio tan repentinas e inusualmente persistentes, el agua corrompida se llena de bacterias que nos pueden causar problemas.

Principales problemas de salud

Los más comunes son las infecciones de mucosas, los hongos en los pies o en otras partes del cuerpo, así como las diarreas, porque es muy fácil darse un chapuzón o remojarnos las manos para refrescar la cabeza, por ejemplo. Bastan unas pocas gotas de esta agua insalubre para que las bacterias ataquen nuestro organismo y caigamos enfermos.

Además, hay que recordar que incluso en verano, si no existe una vigilancia constante y cuidadosa del PH del agua de las piscinas, estas pueden ser peligrosas. Cuando la temporada ha terminado, se convierten casi en residuales porque las depuradoras dejan de funcionar y en el agua que queda estancada también permanecen restos de cremas solares, mugre, contaminación atmosférica, polvo de la calle y suciedad que va cayendo al agua, además de restos de orines y bacterias y/o microorganismos que encuentran su hábitat idóneo en una piscina que, a nuestros ojos, no es un más que un contenedor de agua estancada.

De hecho, en verano, las duchas que se encuentran en las orillas cumplen la función de descontaminarnos antes y después del baño. Una práctica que a muchos nos resulta tan incómoda y que otros tanto se saltan (consejo para el verano) es de obligado cumplimiento si en verdad queremos velar por nuestra salud.

Población de riesgo

La población de mayor riesgo son niños hasta cinco años, embarazadas y personas mayores o con inmunosupresión. Las diarreas, por ejemplo, en edades infantiles son difíciles controlar o, en el caso, de embarazadas, su propio estado las convierte en un grupo de especial riesgo que exige cuidado antes de lanzarse a refrescarse en fuentes y aguas estancadas.

Las personas de edad avanzada corren el riesgo de deshidratase con mayor facilidad en un cuadro de diarrea provocado por una situación como la que hemos comentado. Por eso, siempre se recomienda evitar el contacto con aguas estancadas o, sospechosamente, contaminadas: lagos, estanques, fuentes o piscinas son un foco de infección evidente.

Cómo evitar riesgos en piscinas

Los mayores riesgos en estas fechas se detectan en pequeñas piscinas portátiles o desmontables. Aunque en verano se mantengan tratadas, el invierno es otra historia. Los plásticos han acumulado durante estos meses un buen número de bacterias adheridas a sus paredes. La solución para evitar disgustos ante un antojo repentino de piscina es tan sencilla como pasar una escobilla por las paredes plásticas y anticipar el tratamiento de cloro con agua nueva. En otras palabras, no queda otro remedio que vaciar, limpiar, llenar y aplicar los primeros tratamientos de cloro para alcanzar un PH correcto evitando disgustos a posteriori.

¡Y mucha atención a las piscinas que se mantienen durante todo el año! En los últimos tiempos, y para ahorrar el gasto innecesario de agua, sobre todo, en regiones donde la sequía suele ser pertinaz, muchos propietarios han optado por aplicar fórmulas de mantenimiento del agua durante el invierno.

Es una opción no solo más ecológica sino también más eficiente, desde el punto de vista ecológico y económico. Basta con acudir a empresas especializadas en mantenimiento de piscinas donde nos proporcionarán los líquidos a aplicar al terminar la temporada de verano, así como tapar la piscina con una buena lona o con una cobertura mecánica.

En cualquier de los casos, y ante de los primeros baños anticipados, no olvides que no hay remedios milagrosos: si bien el agua no se corrompe, será necesario pasar un limpiafondos, frotar bien las paredes y rincones, ya que la suciedad y las bacterias pueden adherirse a los más complicados de limpiar. Y, por supuesto, antes del primer baño, la piscina necesitará una puesta a punto con la correspondiente dosis de pastillas de cloro y 24 horas continuas de depuradora con dos objetivos: alcanzar el PH perfecto para el baño y nuestra salud y un agua lo más limpia posible.

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