El coronavirus ha causado la muerte ya de más de 114.000 personas en todo el mundo, mientras que el número de afectados sobrepasa los 1,8 millones. Estados Unidos ya se ha convertido en el principal foco mundial con más de medio millón de afectados y los fallecidos por encima de los 20.000.
A pesar de las escalofriantes cifras, algunos países ya están comenzando a tomar medidas que se encaminan a retomar, muy poco a poco, la normalidad.
El pasado lunes el gobierno austriaco presentó un plan para ir levantando de manera escalonada las restricciones impuestas a su economía por la pandemia mundial, y esta semana se permitirá abrir los pequeños comercios como primer paso para ello.
Esta medida tiene restricciones: tienen que ser tiendas con menos de 400 metros cuadrados, donde el número de clientes y las medidas de desinfección están fijadas y son de obligatorio cumplimiento para poder abrir. Además es obligatorio el uso de mascarillas en el interior.
Si esta medida da resultados positivos, a partir del 1 de mayo se unirán el resto de comercios, dependiendo de la evolución del brote, para que después puedan ir haciéndolo restaurantes, hoteles y otros servicios.
Dinamarca reabrirá las escuelas infantiles y los colegios de educación primaria a partir de este miércoles 15 de abril en una nueva fase del plan de normalización gradual de las autoridades tras la epidemia de coronavirus.
La primera ministra, Mette Frederiksen, ha explicado que la medida será efectiva hasta 5º de Primaria porque los menores de hasta 10-11 años son los que más atención necesitan y por tanto suponen una mayor carga para la sociedad.
"La apertura de colegios y servicios para los más pequeños servirá para que los padres tengan más paz para trabajar sin perturbaciones. Lo necesitamos porque hay muchas tareas que están siendo desatendidas", ha apuntado Frederiksen en rueda de prensa publicada en vídeo.
Esta fase desescalada de apertura de colegios también la llevará a cabo Noruega, con la reapertura de colegios y escuelas infantiles esta semana.
El ministro del Interior turco, Süleyman Soylu, ha dimitido debido al fiasco del confinamiento de fin de semana anunciado el viernes dos horas antes de su entrada en vigor que propició que unas 250.000 personas salieran apresuradamente a la calle para aprovisionarse.
"La responsabilidad por la aplicación del confinamiento de fin de semana para prevenir la epidemia es absolutamente mía en todos su aspectos", ha explicado Soylu en un comunicado difundido en redes sociales.
"Las imágenes que se han dado en las primeras horas no se corresponden con un proceso perfectamente gestionado (...). No se deberían haber producido tales imágenes", ha señalado.
Soylu defiende que fue una medida adoptada "de buena fe" para frenar la epidemia y el contagio durante el fin de semana. "Que me perdonen nuestro presidente y nuestra Santa Nacional a la que jamás e intentado causar daño sea y a la seré leal hasta el fin de mi vida", concluye el comunicado.
Por su parte, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha rechazado la renuncia presentada por su ministro de Interior, respondiendo "que no encuentra adecuada la solicitud" de Soylu, a quien también ha elogiado por su gestión durante esta crisis y por su labor desde que asumió el cargo en 2016 tras el intento de golpe de Estado.
El Gobierno de Turquía ha decretado el cierre de escuelas, centros comerciales, cafeterías y restaurantes, así como la suspensión de reuniones y llamadas al rezo multitudinarias y la restricción de movimientos para los menores de 20 años y los mayores de 65 como medidas para frenar el avance de la pandemia.
Hasta el momento, Turquía ha registrado 56.956 casos de contagio y 1.198 muertes, después de que se confirmaran 97 decesos más en las últimas 24 horas.