Imagínese que tuviera que entrevistar a una persona para un puesto de trabajo y este candidato, inmediatamente después de presentarse y saludar, antes incluso de responder a la primera pregunta, le dijera: “Antes de empezar le quiero advertir de que a lo mejor nota que en algunas ocasiones tartamudeo un poco. Nada, es solo para que lo sepa. Tengo esta dificultad con mi fluidez al hablar, no es ningún problema, ni que estoy nervioso ni nada de eso, es simplemente una peculiaridad que tengo”.
Mejor aún, imagínese que tuviera que entrevistar a una persona para un puesto de trabajo y que a los pocos minutos de la conversación usted notara cierto tartamudeo en su manera de hablar y entonces pensara: “No le pasa nada, simplemente tiene esta manera de hablar” y que sus inferencias sobre este candidato no fueran más allá de ese comentario interno, de esa constatación de una realidad… Como el que se da cuenta de que el otro lleva gafas, o de que es calvo, o de que tiene una cicatriz en la cara.
Porque la tartamudez es una peculiaridad como otra cualquiera. No se trata de una enfermedad. Es una dificultad en el habla que afecta al 2% de los adultos en nuestro país y, como explica la logopeda Inés Barbero Paniagua, es prioritario acabar con esos estigmas que muchas veces se asocian a la tartamudez, como la existencia de alguna deficiencia.
Pregunta: ¿De que hablamos exactamente cuando hablamos de tartamudez en adultos?
Respuesta: Cuando hablamos de adultos, decimos que la tartamudez es una dificultad, un trastorno del habla, de la fluidez del habla. Puede ser de mayor o menor grado, algo que debe determinar siempre un profesional que trabaje con el adulto. Pero lo realmente importante no es tener claro el grado, sino tener las herramientas personales para poder convivir con esa tartamudez de la mejor manera posible a nivel personal, emocional, social y laboral… Y para eso uno tiene que tener las herramientas personales básicas para poder gestionarla y saber ir con ella de la mano en su vida. Porque al final es eso, no más. Es ir con ella y asumir y convivir con ella y sin más, sin mayor preocupación. Lo importante en los adultos y en los niños es que convivan con ella de una manera lo más natural posible.
P: Es importante entonces que la persona que tiene esa tartamudez acepte y normalice su propia tartamudez, pero parece igual o más necesario aún que lo haga el resto de la sociedad ¿cómo afecta a la persona que tartamudea el feedback que recibe de los demás?
R: Creo que eso es lo más importante, fíjate. Porque es muy importante el interlocutor con quien habla la persona con tartamudez. La reacción que tenga es fundamental. Últimamente sí se está hablando más del tema, cada vez es menos tabú, cada vez en los colegios nos encontramos que se habla de la tartamudez con total normalidad, pero todavía queda camino, creo… Y me refiero a acostumbrarnos a aceptar que en una conversación haya más tiempos de espera, o que haya añadidos en la conversación, que no solo son bloques o repeticiones, sino que haya una persona que mueve los ojos al hablar o la cabeza. Normalizar todo eso es fundamental, porque dependiendo de cómo reaccionen los demás, también puede favorece o agravar esa fluidez del que padece tartamudez.
P: Por lo que dices, entiendo que la reacción de los demás puede agravar en un momento dado esa falta de fluidez…
R: Las emociones influyen muchísimo en el habla de todas las personas, no solo de las que tienen tartamudez. Si me pongo nervioso siento que el habla se me modifica. Pues con la tartamudez ocurre lo mismo. El factor emocional siempre está ahí, pero eso no significa que haya factores emocionales que desencadenen una tartamudez. Nada emocional puede provocar una tartamudez. Las causas son neurológicas.
P: Por ejemplo…para contribuir a la normalización de esta dificultad, ¿qué cosas nunca deberíamos decir a una persona que tartamudea? ¿qué son esas cosas que podrían contribuir a agravar la falta de fluidez?
R: En líneas generales, lo más importante es actuar como si nada, porque en realidad no está pasando nada, simplemente, quizás, esa persona necesite más tiempo. Pero hay como varios aspectos que sí molestan mucho a las personas que tartamudean como es por ejemplo el que te acaben las frases: muchas personas piensan que les hacen un favor, pero es todo lo contrario. Aunque tú ya sepas lo que va a decir la otra persona, espera, porque a nadie le gusta que le acaben la frase o la palabra. Otra cosa son los comentarios como “tranquilo, tranquilo, no pasa nada”… ¡Si yo estoy muy tranquilo!, suelen pensar ellos. Es mejor no hacer comentarios de ningún tipo. También es importante mantener la mirada; el contacto visual es básico siempre en la comunicación humana y una persona con tartamudez no se va a poner más nerviosa porque le mantengas la mirada. También es importante evitar miradas de lástima, de 'pobrecito'… Hay que tratarlo con total normalidad ¡porque es normal!
P: Como dices, es normal. La tartamudez por sí misma no tiene nada de malo, no es una enfermedad. Pero lo cierto es que no suele venir sola. Cuando un adulto acude a un logopeda por este problema, ¿qué os encontráis?
R: Siempre hablamos de un iceberg en el que la punta que se ve por fuera son las repeticiones, los bloqueos, las prolongaciones de las frases, que son los tres aspectos lingüísticos que son mas evidentes. Pero debajo del mar, todo el iceberg está lleno de aspectos también muy importantes a tratar. Cuando un adulto acude al logopeda, no solo acude con las dificultades en el habla, con las repeticiones o los bloqueos…sino que viene con una mochila más grande y que son comportamientos secundarios a la tartamudez, como es el miedo a hablar en público, la vergüenza, los factores emocionales, que son igual de importantes que los factores del habla y todos forman parte de esa tartamudez. Es muy importante evaluar y saber con qué mochila viene, no solo a nivel del habla, sino a nivel emocional y motor… tenemos que evaluar muy bien cómo se encuentra esa persona, cómo se relaciona con su tartamudez, cómo ha sido vista en su familia desde que era pequeñito esa tartamudez, qué experiencias a nivel social ha tenido en el colegio y en los demás ámbitos de su vida, para trabajar todos los aspectos.
P: Volviendo a la metáfora del iceberg, no es que lo de debajo del mar sea la causa de lo que vemos en la punta, o sea, de la tartamudez. ¿Sería algo así como que se ha construido un todo?
R: Eso es. Aspectos como el cómo hayan tratado tu tartamudez tus padres, tu familia más directa y tu entorno. Cómo lo hayan vivido ellos, quizás sí influya en qué añadidos emocionales tengo yo con mi tartamudez. O el cómo hayan vivido en el colegio o en clase mi tartamudez, también me ha provocado más o menos aspectos emocionales que están debajo del iceberg pero no son causa de las disfluencias lingüísticas orales.
P: Antes has dado a entender que la tartamudez no se elimina, no desaparece, que gran parte del tratamiento va encaminado a que la persona acepte, normalice y aprenda a convivir con ella. ¿No mejora en absoluto una persona su fluidez con la terapia?
R: Si, claro que mejora, la terapia no se centra solo enseñar a aceptar. El grueso del tratamiento con respecto al habla en sí, pasa por trabajar un patrón de habla más lento a través de estrategias y de estrategias de desbloqueo cuando hay bloqueos. Esas son las dos ramas importantes terapéuticas que luego adaptas al mínimo detalle a cada persona. Y eso efectivamente mejora tu fluidez… Lo que tenemos que tener presente es que a pesar de haber mejorado en líneas generales mi fluidez, habrá días peores y días mejores. Pero en líneas generales siempre hay una mejoría, claro.
P: Imagino que habrá personas que llegan con la expectativa de que su tartamudez va a desaparecer…
R: Si, y también en ese sentido parte de la terapia es quitar esa expectativa de hacerla desaparecer -porque eso no existe- y darles estrategias lingüísticas, pero también estrategias emocionales para que tú puedas controlar un poco mejor tu habla, saber gestionarla y también ayudarte a convivir con ella de una manera lo más natural posible porque no te ocurre nada, no te pasa nada: simplemente tartamudeas en algunas ocasiones...entonces es un trabajo muy global. Es muy importante esa evaluación inicial y las 4 herramientas terapéuticas que tienes, las amoldas a esa persona porque no a todo el mundo le vale y le sirve lo mismo. Cada uno tiene que encontrar sus puntos fuertes, sus habilidades personales, para ponerlas en juego en situaciones donde aparezca esa tartamudez.
P: Imaginemos una entrevista de trabajo. ¿Es buena la estrategia de poner la tartamudez sobre la mesa para que todos lo sepan y quitarte presión?
R: Yo tengo adultos que no se encuentran cómodos diciéndolo abiertamente o poniendo su tartamudez sobre la mesa, sin embargo, otros tantos sí. Cada uno tiene que encontrar lo que le hace estar más cómodo en esa situación. Yo, como profesional, le doy todo tipo de estrategias y cada uno tiene que adaptarlas a lo que a él le sirve, porque quizás, no a todos les sirve el exponer su tartamudez. Es verdad que hay a muchos a los que les relaja y tranquiliza eso de decir “oye, que a veces tartamudeo”, pero no siempre es así.
P: Para terminar, ¿cuándo podemos decir entonces que la tartamudez es un problema?
R: Cuando una persona deja de acudir a determinados trabajos o deja de estudiar determinadas profesiones porque la tartamudez ocupa un lugar muy importante en su vida...esa es la pena y eso es lo que yo les intento transmitir: que la tartamudez sea una característica más, pero que no condicione tu vida laboral y social…hablo de, por ejemplo, elegir carreras en las que no tengas que hablar mucho, en las que sea todo más mecánico, o dejar de hacer un curso que te interesa porque sabes que luego vas a tener que exponer…esa es la pena y eso es lo que tenemos que intentar entre todos evitar: que a una persona le llegue a condicionar hasta ese punto la tartamudez.