'La niña amarilla', el libro que pone luz a la conducta suicida en la adolescencia y la juventud
El 10 de septiembre se celebra el Día Mundial para la prevención del Suicidio con el lema “Crear esperanza a través de la acción"
‘La niña amarilla’ es un relato real en primera persona que pone luz y amor a la conducta suicida en la adolescencia y la juventud
La autora, la periodista María de Quesada, comparte con NIUS sus razones para lanzarse a este proyecto que pretende visibilizar el suicidio
Si hay algo que se repite en casi a todas las historias reales sobre el suicidio que la periodista María de Quesada recoge en su libro, La niña amarilla (Vergara 2021) es el secretismo, el sigilo, el silencio y la extrema discreción con la que la mayoría de los protagonistas de estos relatos vivieron durante mucho tiempo (y algunos viven todavía) su relación con los pensamientos suicidas. En algunos casos incluso lograron ocultar a su familia sus intentos fallidos de suicidio.
“La niña amarilla somos todas las mujeres y hombres que un día quisimos desaparecer y que hoy estamos aquí compartiendo desde el amor”, dice la autora en la introducción del libro “Hoy digo en voz alta por primera vez, sin vergüenza ni culpa, que yo también soy la niña amarilla. Seguir adelante es posible, quitarse la mochila de la deshonra es necesario y vivir libre de cargas de conciencia y miedos, un derecho”.
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La importancia de hablar del suicidio
Después de leer estos testimonios, uno se da cuenta de lo terapéutico que debe ser el simple hecho de verbalizarlos y compartirlos. Porque de esas historias desgarradorras que María de Quesada recoge en su libro, uno aprende sobre todo una cosa: es mucho más fácil deshacerse de los pensamientos suicidas cuando uno comparte, cuando lo cuenta, cuando abre su corazón al amor. En casi todos los relatos -por suerte con final feliz- hay un amigo, una amiga, un profesor, un terapeuta o un familiar que escucha sin juzgar, con amor y compasión. El simple hecho de verbalizar, salvó sus vidas.
“La importancia de verbalizar está ahí, sí -explica la autora a NIUS. También yo creo que es cierto que algunas de las historias, como la mía, son de hace bastante tiempo, de hace 20 años. Y yo creo que la sociedad es muy diferente. Ahora sí que tenemos alguna herramienta más. Pero es cierto que si no hablamos del suicidio, como de otros temas tabú, no tenemos ese espacio para comunicar. Es algo tan oculto, tan oscuro, tan difícil, que no te atreves a contarlo porque tú misma tienes tanto miedo, que no sabes lo que hacer con ese pensamiento o con esa situación, entonces, te aísla mucho, te sientes muy sola, y creo que estas historias lo que pueden es ayudar a normalizar un pensamiento que es más frecuente de lo que creemos”.
Efectivamente, las estadísticas hablan de que un alto porcentaje de las personas van a tener en algún momento de su vida un pensamiento suicida.
“Un pensamiento suicida se puede dar en muchísima franja de la población, insiste María de Quesada y si no sabemos que esto se puede dar, ese miedo nos va a generar una obsesión y preguntarnos ¿qué me pasa?, ¿estoy loca?…entonces, eso te lleva a otro lugar peor. O sea, que hablarlo y visibilizar es el primer paso, tanto en esto como en otros tabúes que también salen en el libro, como los trastornos alimentarios, la violencia de género, el abuso sexual, el maltrato infantil”.
En el acto de presentación del libro -que tuvo lugar el pasado 9 de septiembre- la autora explicó cómo a ella le dio mucha paz poder hablar de su intento de suicidio.
“En mi caso, durante mucho tiempo he arrastrado culpa y la vergüenza de esa experiencia y no me ha ayudado ocultarlo. Sin embargo, al contarlo y compartirlo (…) eso me ha ayudado a liberarme internamente, pero también me ha ayudado a saber que no nos tenemos que avergonzar de estas historias, porque forman parte de nosotros y realmente somos quienes somos porque esto nos ha sucedido y está ahí. Y taparlo y ocultarlo no sirve de mucho”.
Edurne Pasabán, una de las protagonistas del libro
De Quesada estuvo acompañada en ese acto por Edurne Pasabán. La alpinista colabora en el libro contando su experiencia personal con sus tres intentos de suicidio.
Por eso es tan importante “que hablemos del suicidio desde el amor -dice Edurne Pasabán en el prólogo del libro- y el mayor regalo para quienes lo conocemos de cerca sería saber que se han leído nuestras historias y han ayudado a personas que se encontraban en una situación similar”.
Hay que inundar Internet de prevención del suicidio. Tenemos que estar muy pendientes de la agente más joven (María de Quesada, periodista y escritora)
Tal vez estas historias animen a los que lidian a estas horas con la niña amarilla a abrir su corazón, a compartir con alguien el infierno que están viviendo o incluso a dar un paso más y pedir ayuda. Esta es la verdadera intención del libro. Porque hablar del suicidio -por muy incómodo que siga resultado- salva vidas; hablar es el primer paso para prevenirlo.
“Pero no todo el mundo está preparado para hablar de esto aunque lo hayas pasado, insistió Pasabán- y es muy entendible que gente que nos está escuchando y que lea el libro, no encuentre el momento para poder explicarlo y hablar con naturalidad, y creo que es respetable esto. Yo me encuentro con gente que no lo cuenta y no por eso dejan de ser valientes, gente que piensa que si lo cuenta, su sociedad les va a cerrar oportunidades y les va a a cerrar puertas y eso es entendible”.
Día Mundial para la Prevención del Suicidio
No es casualidad que la presentación de La niña amarilla haya coincidido con el Día Mundial para la Prevención del suicidio, cuyo lema este año es "Crear esperanza a través de la acción".
Con este lema se pretende recordar y reforzar la idea que existen alternativas al suicidio, así como brindar esperanza a quienes atraviesan por circunstancias difíciles: a través de nuestra acción es posible marcar la diferencia para la prevención del suicidio, así como apoyar a familiares y allegados que están en duelo por suicidio.
La Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio recuerda que a nivel mundial se suicidan cada año casi un millón de personas, lo que equivale a una persona cada 40 segundos. Además, por cada muerte por suicidio se estima que hay 20 intentos fallidos.
El suicidio constituye la segunda causa de muerte en el grupo de 15 a 29 años. En esa franja de edad están todas esas niñas amarillas cuyas historias ha recogido María de Quesada en su libro. De hecho, cada capítulo de La niña amarilla es un relato real en primera persona sobre la conducta suicida en la adolescencia y la juventud.
Si no solucionas el origen de esa situación que te ha llevado ahí, es muy probable que lo vuelvas a hacer porque tú sigues en el mismo lugar (María de Quesada, periodista y escritora)
En este sentido, de Quesada ha insistido en que “Hay que inundar Internet de prevención del suicidio. Tenemos que estar muy pendientes de la agente más joven. Necesitamos realmente herramientas de prevención del suicidio desde las administraciones, que haya una estrategia, un plan nacional con urgencia, porque si no está todo bien entretejido, si las comunidades no están coordinadas y no se hace desde todos los aspectos de la sociedad, desde la educación, desde las fuerzas de seguridad, desde los medios de comunicación, desde la salud pública, pues no habrá algo integrado”.
Por últmo, María de Quesada reflexiona para NIUS sobre cómo el sistema sanitario no está preparado para atender a tantas personas que pasan por esas situaciones límite completamente desnudos emocionalmente, sin herramientas para gestionar el deseo de desaparecer: y hablamos de personas con serios factores de riesgo que necesitan ayuda inmediata (no una cita con el psicólogo dentro de 6 meses) y personas como la propia autora...con intentos de suicidio reales a su espalda.
“Se da simplemente el alta y no sé si hay un seguimiento, una terapia, te dan pastillas…pero si no solucionas el origen de esa situación que te ha llevado ahí, es muy probable que lo vuelvas a hacer porque tú sigues en el mismo lugar. Al final sobrevivimos a fuerza de buscar otras puertas. Yo he hecho un largo proceso y ahí sigo y seguiré. Por suerte, los pensamientos suicidas no me han vuelto, pero claro…estoy en un proceso de crecimiento personal eterno y aprendiendo cada día”.