Desconcierto en EEUU por la muerte de jóvenes con casos leves de coronavirus por accidentes cerebrovasculares
Los expertos ven un vínculo muy claro y profundo entre el COVID-19 y el aci
El aumento de casos de muerte por accidente cerebrovascular (ACV) entre pacientes jóvenes positivos en COVID-19 está alarmando a los médicos de Estados Unidos, el país con más muertes y contagios a nivel mundial a causa de la pandemia, y suma más interrogantes a los efectos de la enfermedad y su influencia sobre este tipo de infartos.
Aunque el número de pacientes con este cuadro es bajo en comparación con el total de contagios (unas decenas de casos bajo estudio, frente a los cientos de miles de contagios en el país), el vínculo ya preocupa a los expertos. "La relación entre el COVID-19 y el AVC es una de las correlaciones más claras y profundas que he encontrado. Esta es una señal demasiado poderosa para ser casualidad o casualidad”, ha advertido el investigador médico J. Mocco, consultado por el 'Washington Post'.
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En el hospital Monte Sinaí de Nueva York, el centro más grande de la metrópoli, el número de pacientes con grandes coágulos se ha duplicado en las últimas semanas, y más de la mitad dieron positivos por coronavirus. Si bien la enfermedad que brotó en China afecta desproporcionadamente a los ancianos y pacientes con enfermedades crónicas, los afectados por ACV han sido principalmente jóvenes y sin factores de riesgo.
Entre aquellos que tuvieron infartos cerebrales, el promedio de los infectados era de 15 años menos que los que dieron negativo en la prueba. “Estas son las personas que se encuentran entre las menos propensas estadísticamente a tener un accidente cerebrovascular”, resaltó contrariado Mocco. Aunque la edad promedio para las apoplejías severas es de 74 años, cada vez hay más pacientes de entre 30 y 40, la mayoría con el virus.
Aparición de coágulos en venas
Pascal Jabbour, neurocirujano de los hospitales Thomas Jefferson (Filadelfia), indicó que muchos de los casos de ACV tratados en las últimas semanas presentan características inusuales que dificultan el tratamiento, con una mayor frecuencia de aparición de coágulos o su aparición en venas (y no en arterias, donde son más comunes y fáciles de tratar). Junto a Eytan Raz, profesor de neurorradiología de la Universidad de Nueva York, están publicando un estudio que resalta el aumento de pacientes menores de 50 y con pocos factores de riesgo (o ninguno), lo que desafía el pensamiento convencional. Por ello, Raz planteó la posibilidad de que los pacientes jóvenes tengan una mayor resistencia que los ancianos para superar las dificultades respiratorias, pero con el tiempo desarrollan otros problemas de salud originados por el coronavirus.
Hasta ahora, se pensaba que el virus atacaba principalmente a los pulmones, pero cada vez hay más señales de que afecta a casi todos los órganos más importantes del cuerpo, aumentando su peligrosidad. “Una de las teorías es que una vez que el cuerpo está tan comprometido en una lucha contra un invasor, el cuerpo comienza a consumir los factores de coagulación que pueden provocar coágulos de sangre o sangrado. En el ébola, el equilibrio era más hacia el sangrado. En COVID-19, hay más coágulos de sangre", expuso Harlan Krumholz, especialista cardíaco en el Centro Hospitalario Yale-New Haven.
Además, médicos consultados por el 'Washington Post' expresaron su preocupación por las cifras del Departamento de Bomberos de la ciudad de Nueva York, que reportaron que está recogiendo cuatro veces más cuerpos de personas que murieron en sus hogares, y varios de ellos habían sufrido accidentes cerebrovasculares. ¿Tenían coronavirus? Es posible que nunca se sepa la proporción, porque se realizaron pocas autopsias.
Al menor síntoma leve de infarto, llamar a emergencias
En ese sentido, los expertos temen que aquellos que presentan algunos síntomas leves de infartos (adormecimiento del brazo, dificultad para hablar) estén retrasando la llamada a los servicios de emergencia, por el temor a la pandemia. En ese sentido, se registraron casos de pacientes que buscaron ayuda más de 24 horas después de la detección, cuando muchos de los casos pueden evitar secuelas importantes si se revisan dentro de las primeras seis horas.
Un derrame cerebral, que es una interrupción repentina del suministro de sangre, es un problema complejo con numerosas causas y presentaciones. Puede ser causado por problemas cardíacos, arterias obstruidas debido al colesterol, incluso por abuso de sustancias. Los ACV leves no suelen causar daños permanentes y pueden resolverse por sí solos en 24 horas. Pero los más grandes pueden ser catastróficos.
En la gran mayoría de los adultos jóvenes, el COVID-19 parece resultar en una enfermedad leve, con el riesgo de que las consecuencias más graves aumenten con cada década de edad. Según los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el 0,8 por ciento de las muertes en Estados Unidos hasta el 18 de abril se produjeron en personas de 25 a 34 años; el 2 por ciento entre los de 35 a 44 años; y el 5,4 por ciento entre los de 45 a 54 años.