Empecemos por los datos: más de la mitad de población mundial es 'meteorosensible', lo que significa que nuestro organismo se resiente antes o durante los cambios de tiempo, sobre todo cuando se dan las condiciones atmosféricas más alejadas de los umbrales climáticos a los que estamos acostumbrados.
Dolores de cabeza por nieblas o viento
Un estudio publicado en la revista 'Headache' demuestra la relación entre la lluvia, la humedad y el viento seco en la mitad de los pacientes estudiados que sufren migrañas. Los autores mostraban cómo el 51% de los participantes era sensible al clima. En concreto, un tercio (34%) se veía afectado por las oscilaciones en la temperatura y humedad, otro 14% padecía este trastorno cuando cambiaba el tiempo y otro 13% parecía ser sensible a los cambios en la presión atmosférica.
Uno de los remedios caseros más económicos que puede ayudarnos a paliar el dolor de cabeza de forma natural es el hielo. Deposita cinco o seis cubitos de hielo en una bolsa que se pueda cerrar y cúbrela con una tela. Puedes aplicarla en la zona que te duela durante 20 minutos y el efecto será antiinflamatorio. El efecto es mejor si lo haces acostado y relajado.
"Cuando va a llover, me duelen los huesos"
En este caso, la ventaja es que podemos pronosticar la lluvia mejor que muchos meteorólogos, pero el dolor en las articulaciones o la mayor sensibilidad en algunas cicatrices cuando aumenta la humedad nos hacen pasar malos momentos.
Esto tiene una explicación física detrás: Los iones, que son partículas eléctricas, están presentes en la atmósfera, y nuestro cuerpo es sensible a estas cargas eléctricas hasta el punto que aumenta el dolor en determinadas zonas que tienen que ver con la sensibilidad de los receptores nerviosos, como en las cicatrices o articulaciones.
Alguna solución casera para que la humedad no nos afecte tanto puede ser la aplicación de un pañuelo empapado con vinagre de alcohol en la articulación durante 10 minutos. También ayuda masajear la zona con una mezcla de aloe, alcohol y una aspirina disuelta, o intercalar ciclos de 10 minutos de calor y frío.
Deporte y buena alimentación VS cuadros depresivos estacionales
Por otro lado, existen trastornos afectivos estacionales que tienen que ver con los cambios de estado anímico relacionados con una determinada época del año. En invierno se dan con más asiduidad porque los días se acortan, oscurece antes, hace mal tiempo y esto influye en las hormonas y, de rebote, en el estado de ánimo de muchas personas.
Estos trastornos, como la depresión invernal, pueden evitarse realizando ejercicio o actividades al aire libre aprovechando las horas de luz y generando, al mismo tiempo, la hormona 'de la felicidad' o serotonina, que mitiga el estado depresivo.
Contra depresiones leves suelen ayudar medidas sencillas como salir con frecuencia en horas de sol, hacer deporte e ingerir alimentos ricos en carbohidratos y triptófano que fomentan la producción de serotonina en el cerebro.
El clima que mejor te conviene, según tu dolencia
Actualmente, los médicos no tienen ninguna duda de que el clima puede ejercer efectos calmantes, tonificantes, estimulantes o depresivos en nuestra salud, y utilizan la climatoterapia como alivio en dolencias de carácter crónico:
· Es el caso de las enfermedades respiratorias. Los pacientes con asma tienen que alejarse de elementos como la contaminación del aire, el polvo en suspensión o los cambios bruscos de las condiciones meteorológicas. En estos casos, lo mejor es un clima cálido y de baja altitud.
· La misma receta se recomienda a los pacientes con tuberculosis pulmonar, para los que les conviene ambiente seco, ventilado y con exposición al sol.
· Sin embargo, para trastornos circulatorios, como las varices o ulceraciones en las piernas por mala circulación, lo mejores climas son los fríos o templados, frente a los calurosos.
· Si lo que padecemos es anemia nuestro clima será el de montaña. La anemia supone que nuestro porcentaje de glóbulos rojos en la sangre está por debajo de lo normal. Gracias a la altitud de la montaña se estimula la producción de glóbulos rojos.
Para enfermedades de la piel, como la psoriasis, las condiciones climáticas son determinantes y es necesaria una exposición adecuada y vigilada a los rayos de sol, a nivel del mar o incluso por debajo, lo que provocará unos inmejorables efectos bactericidas y biológicos.
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