El coronavirus sigue su avance irrefrenable y se acerca de forma rápida y dramática a los dos millones de casos en todos el mundo al tiempo en que se estima que son ya más de 118.000 las víctimas mortales que se ha cobrado el COVID-19. La pandemia ha infectado a 213 países, según registra la Organización Mundial de la Salud, y España, solo precedida por Estados Unidos, es la segunda nación con más número de contagios detectados. En total, Sanidad ha confirmado, --a través de la portavoz del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, María José Sierra--, que los casos se elevan más allá de los 169.400 mientras las muertes superan las 17.400 después de que en las últimas 24 horas se registrasen, respectivamente, 3.477 nuevos positivos y 517 fallecimientos; cifras --estas últimas-- que continúan confirmando una “tendencia descendente” que se refleja a través de un porcentaje de incremento de nuevos casos del 2%, respecto al 3% registrado el día anterior y al 22% que se registraba cuando comenzó el estado de alarma, el 15 de marzo.
Entre los dolorosísimos números, tras los cuales se encuentra la realidad de miles de familias rotas que ni siquiera han podido compartir el duelo por la terrible magnitud de la epidemia, el atisbo de esperanza se encuentra en todas aquellas personas que han logrado superar la enfermedad y las más de 64.700 altas médicas registradas. Los hospitales, poco a poco, se están descongestionando, al igual que las UCI, lo que resulta fundamental mientras los sanitarios, quienes desde el primer momento están doblando sus turnos de trabajo y redoblando sus esfuerzos para combatir desde la primera línea los terribles efectos del virus.
Según el ministro de Sanidad, Salvador Illa, España ya “ha alcanzado el pico de la epidemia” y ahora “el objetivo en esta segunda etapa es doblegar la curva”. Un objetivo que todos ansiamos alcanzar y que todavía, no obstante, se prevé duro y duradero. Lo ha advertido la Organización Mundial de la Salud a través de su director general, Tedros Adhanom, quien ha avisado de que el descenso de casos de coronavirus es “mucho más lento” que la evolución que ha tenido en todo el mundo, porque precisamente es ese su principal sello: su tremendo poder de contagio; razón por la cual la OMS sostiene que “las decisiones para levantar las restrictivas medidas implantadas para contener al virus deben basarse, en primer lugar, en la protección de la salud humana y, posteriormente, en lo que se sabe hasta ahora del nuevo coronavirus y de cómo se comporta”.
En este contexto, lo que ha marcado la actualidad este lunes en España ha sido, precisamente, la vuelta al trabajo de ciertos sectores pertenecientes a las actividades no esenciales, como la industria y la construcción, una medida no exenta de polémica y división entre quienes defienden que es necesario levantar paulatinamente la denominada ‘hibernación económica’ y quienes consideran que es precipitado y prematuro, habida cuenta de que se acaba de llegar al pico y, por tanto, todavía tenemos un número muy alto de contagiados. En esta última postura se encuentra, por ejemplo, Daniel Prieto, catedrático de Farmacoepidemiología en la Universidad de Oxford, quien ha sido entrevistado por Pedro Piqueras para Informativos Telecinco.
Entre tanto, la postura del Gobierno es clara: las decisiones adoptadas siguen, desde el primer momento, el “criterio científico” y están avaladas por los expertos. Se han levantado las restricciones a este respecto porque consideran que esta vuelta al trabajo no supondrá un repunte y confían en que las medidas “no van a aumentar de una manera importante la transmisión”, tal como manifestó María José Sierra.
Será el tiempo quien determine si la medida es adecuada o no, porque sus efectos no podrán observarse de forma inmediata en la curva, dados los tiempos de incubación y transmisión del coronavirus. Mientras, el Gobierno, contribuyendo a lo que la ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias, --ya recuperada del COVID-19-- , ha denominado “cultura de la protección”, la vuelta al trabajo de esos sectores ha estado acompañada del reparto de mascarillas en múltiples puntos del transporte público y localizaciones clave.
Concretamente, se ha empezado a distribuir “10 millones de mascarillas por todo el país”; un reparto que se espera culminar en el plazo de tiempo discurrido entre este lunes 13 de abril al próximo jueves 16. “Son un complemento, y no desde luego el más importante, a toda una serie de medidas que son las que de verdad inciden en la capacidad de transmisión del virus. Las mascarillas, aunque no hay estudios firmes con una evidencia clara de su utilidad en la prevención de la transmisión, sí que es verdad que los organismos internacionales, especialmente desde hace unos días, se han pronunciado claramente porque parece que sí pueden tener una utilidad en reducir la propagación de la infección. Además de que son una barrera, el papel más importante es que minimiza toda esa dispersión de las gotitas repiratorias. Si alguien está iniciando síntomas, son asintomáticos o están infectadas pero todavía no tienen un síntoma claro... ahí parece que se produce el papel más importante para esa barrea de las gotitas respiratorias.", ha explicado la doctora María José Sierra.
El problema, respecto a todo ello, básicamente, es que no hay suficientes mascarillas todavía… Además, las mascarillas higiénicas como las que este lunes han comenzado a repartirse en los transportes públicos para prevenir el contagio no deben usarse durante más de 4 horas, y aconsejan sustituirlas en caso de que se humedezcan o deterioren, tal como ha precisado el propio Ministro de Industria de acuerdo a varias especificaciones de la Asociación Española de Normalización (UNE). Solo se pueden usar varias veces si se retira de acuerdo con las instrucciones de uso recomendadas, se almacena temporalmente o se cuelga para ofrecer el menor contacto posible, y se vuelve a colocar de acuerdo con las guías de utilización.
En cualquier caso, todavía queda un largo camino y el confinamiento se mantiene. Aún “no estamos en fase de desescalada”, han recalcado distintos ministros a lo largo de este lunes, del mismo modo en que “no hay fecha” para el fin del confinamiento, mientras numerosas voces claman al Ejecutivo que se piense en los niños y, al igual que están haciendo en la mayoría de los países de Europa, se les permita salir a la calle. No será así todavía, --aunque todos los escenarios estén estudiándose--, porque el Gobierno sostiene que los niños son un “vector de transmisión” del virus.
Así las cosas, la pauta para el ciudadano sigue siendo clara: quedarse en casa, mantener el distanciamiento social, reducir al máximo la movilidad y mantener las medidas de prevención como la higiene de manos, fundamental en la prevención del contagio.
Mientras tanto, fuera de nuestras fronteras en Estados Unidos el coronavirus sigue irrumpiendo de forma despiadada. Solo en Nueva York hay más de 10.000 muertos, mientras que en el país, en general, las cifras registran más de medio millón de casos y más de 23.400 muertes.
En Europa, Italia continúa la tendencia descendente pese a haber sufrido hoy un leve repunte en el número de fallecidos, que con 566 nuevas muertes hace que el país supere ya las 20.000 víctimas mortales.
Mientras, Francia, con más de 136.700 casos y más de 14.900 muertes, ya ha anunciado que el confinamiento se prolongará hasta el próximo 11 de mayo, como mínimo, al tiempo en que en Reino Unido se mira con suma preocupación el incremento de nuevos casos y se teme que se conviertan, también en uno de los más castigados del continente. En total, los casos se elevan a 88.600 mientras las muertes superan las 11.300.