El debate sobre las mascarillas caseras: no protegen y pueden crear falsa sensación de seguridad
La escasez de mascarillas homologadas ha generado la fabricación casera
Las mascarillas caseras no protegen frente al COVID-19
No hay estudios que demuestren que hagan de barrera
Desde que la llegada del coronavirus, las mascarillas ya forman parte de nuestro día a día, y su uso ha provocado que se hayan agotado en muchos puntos del mundo. Esa escasez de mascarillas homologadas ha alentado la proliferación de iniciativas para fabricarlas de forma casera con distintos materiales, pero ninguna de ellas impide ser infectado y hay división de opiniones entre expertos e instituciones sanitarias sobre si ayudan a no contagiar a los demás.
Tela, papel de cocina, filtros de café, botellas de plástico... Es muy variada la lista de materiales entre los que se puede elegir si se buscan tutoriales en internet para confeccionar mascarillas artesanales, pero las opiniones sobre su verdadera eficacia frente al coronavirus son también muy distintas según los especialistas o los organismos sanitarios que se consulten.
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Su eficacia real
La infectóloga Belén Padilla, vicepresidenta del Colegio Oficial de Médicos de Madrid (Icomem), es tajante cuando se le pregunta por estas mascarillas: "No protegen a nadie, ya que, si estás enfermo, filtran el virus; y, si pretendes protegerte de una infección, tampoco hacen de barrera”. Según insiste, mantener la distancia de seguridad de 1,5 a 2 metros es exactamente igual de eficaz.
Alerta también de que dan sensación de falsa protección y “con su uso se pueden olvidar otras medidas básicas, como mantener la distancia de seguridad y, ante todo, realizar un correcto lavado de manos”.
Padilla coincide con el criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), institución que, en un reciente informe, advierte además de que las mascarillas confeccionadas con algodón pueden ser incluso una fuente potencial de infección, ya que, al no ser resistentes a los fluidos, pueden retener humedad y contaminarse.
Solo hay consenso científico mundial en un punto: no sirven en absoluto para no contagiarse de coronavirus. Pero ni siquiera las mascarillas quirúrgicas homologadas cumplen este fin, salvo las de alta eficacia FPP, según explica la vicepresidenta del Colegio Oficial de Médicos de Madrid.
Las discrepancias empiezan cuando se trata de confirmar si permiten al menos no contagiar a los demás, como ocurre con las quirúrgicas. Frente al escepticismo de esta experta y de la propia OMS, en países como República Checa, Eslovaquia o Estados Unidos se ha optado por recomendar a la población sana el uso de estas mascarillas caseras, siempre combinado con otras medidas de prevención.
Partidarios: una gran medida o una ayuda complementaria
El principal argumento de los partidarios de su uso es que, aunque no sean eficaces al 100 % frente al coronavirus -mide solo 120 nanómetros de diámetro y no hay garantías de que quede retenido en materiales no homologados-, sí es una forma de ponerle alguna traba.
Así lo defiende la investigadora del CSIC Beatriz Novoa, especialista en Inmunología y autora de un tutorial en YouTube para enseñar a fabricar mascarillas con papel de cocina.
Además, el uso de mascarillas caseras permite reservar el suministro de las homologadas a quienes más lo necesitan: personal sanitario, enfermos de coronavirus y otros enfermos inmunodeprimidos.
Más optimista, Vladimir ZdimaL, jefe del departamento de Química y Física de aerosoles en la Academia de Ciencias de la República Checa, considera que, según su experiencia profesional, “una simple mascarilla casera puede prevenir la dispersión de hasta el 95-100 % de las microgotas potencialmente infectadas”. Así lo afirma en un vídeo checo que promueve el uso generalizado de mascarillas.
También aconsejan su uso en EEUU. Allí, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sostienen que las mascarillas caseras de tela pueden servir para desacelerar la propagación del virus y evitar que quienes puedan ser portadores sin saberlo lo transmitan a otras personas, de modo que las definen como una “medida adicional y voluntaria de salud pública”.
En líneas generales, no hay informes científicos que confirmen cuál es su nivel de efectividad y tanto expertos como organismos sanitarios coinciden en que, si se opta por su uso, es fundamental no dejar de llevar a cabo medidas preventivas como el lavado de manos, el distanciamiento social o no tocarse la cara.
Cómo deben fabricarse
Los CDC estadounidenses recomiendan fabricar mascarillas de tela de “algodón de trama cerrada” que cuenten con varias capas o pliegues, cubran nariz y boca, puedan ajustarse de manera firme pero cómoda contra los lados de la cara y se aseguren a las orejas con algún tipo de lazo. Deben permitir respirar sin restricción y han de poder lavarse y secarse sin deformarse.
La OMS explica en su web oficial y en un vídeo en inglés cómo debe colocarse, usarse, retirarse y desecharse correctamente una mascarilla, tanto si es de fabricación casera como si es homologada, ya que hacerlo de manera incorrecta puede resultar no solo ineficaz sino peligroso.
En todo caso, la Organización Mundial de la Salud insiste siempre en que el uso de mascarillas puede dar una sensación de falsa seguridad y no es sustitutorio de otras medidas como el lavado de manos, el distanciamiento social o evitar tocarse la cara.
Según detalla, para no contaminarla es preciso lavarse las manos con agua y jabón o un desinfectante a base de alcohol antes de colocarse la mascarilla y después de retirarla, además de no tocarla mientras se lleva puesta y quitársela con cuidado de no tocar con los dedos la parte delantera.
Las mascarillas han de retirarse en cuanto empiecen a estar húmedas y, según el material, deben desecharse inmediatamente (por ejemplo, si son de papel higiénico) o lavarse en una lavadora (si son de tela).
Con papel de cocina
La investigadora del CSIC Beatriz Novoa lo pone fácil: papel de cocina, dos gomas elásticas y una grapadora. Ese es todo el material que se necesita para construir una mascarilla casera según el tutorial grabado por esta experta en Inmunología.
En el propio vídeo recalca que es la forma más básica de fabricarlas de manera artesanal y advierte de que estas mascarillas “no protegen completamente del contagio de coronavirus”.
Pero “es una manera de ponérselo un poco más difícil y de dejar las verdaderas mascarillas que sí protegen al personal sanitario y no desabastecerlos”.
Sería en cualquier caso una mascarilla desechable, que debe retirarse cuando comience a estar húmeda para no volver a utilizarla.
Con telas cortadas y cosidas
Son las mascarillas de fabricación casera más extendidas y las que recomiendan instituciones sanitarias como los CDC estadounidenses. Estos centros aconsejan que el tejido sea algodón de trama cerrada, como el de una sábana o una camiseta, y que cuenten con varias capas o pliegues.
La organización norteamericana explica incluso el procedimiento para confeccionarlas con un trozo de tela o una camiseta tanto en un vídeo en inglés como en su página web en español. Para los más habilidosos, existen también numerosos tutoriales que enseñan a realizar mascarillas de tela cosidas a mano o con máquina de coser.
Con un pañuelo o bandana
Se trata de una variante de la mascarilla de tela en la que no se necesita hacer ningún tipo de costura, ya que tan solo se utiliza un pañuelo o bandana doblado varias veces y un par de gomas elásticas.